Arte
La increíble historia del cuadro de Goya que se modificó siete veces para sobrevivir
En 1809, el Ayuntamiento de Madrid aprobó adquirir un retrato de José Bonaparte: una obra que, por las vicisitudes históricas de España, tuvo que ir adaptándose hasta su versión final en 1872
En 1809, el Ayuntamiento de Madrid -exactamente el Consejo de la Villa- aprobó adquirir un retrato de José Bonaparte. Había que adaptarse a los nuevos tiempos. Al frente de la iniciativa estuvo Tadeo Bravo de Rivero. Tuvo pocas dudas y puso en manos de Francisco de Goya la empresa. El genio aragonés lo haría, eso sí, no por menos de 15.000 reales. Cuando Goya se puso a trabajar en el retrato seguramente no era consciente de cómo este retrato tendría que ser modificado hasta en XX veces como consecuencia de los episodios políticos que se sucederían en los siguientes años y décadas en España.
Había un problema: la ausencia de modelo. Tal y como explican desde la Fundación Goya, el pintor únicamente tenía en su poder una estampa realizada en Roma con la cara del rey. Esta circunstancia le llevó a no realizar un retrato al uso, sino a diseñar una alegoría de la ciudad de Madrid con el retrato de José I integrado en el conjunto. La alegoría incluye una mujer tocada por una corona que se apoya sobre el escudo de la villa de Madrid. La mujer señala un óvalo en el que Goya pintó la cara el rey. Hay dos genios que sostienen el retrato y dos ángeles -como símbolos de la Fama y la Victoria- con los atributos que les identifican: la trompeta y la corona de laurel. La alegoría queda completada por la presencia de un perro que se encuentra tras la mujer que representa a Madrid.
Hasta aquí la primera versión del cuadro. Ahora, el tsunami político y social que obligó a los cambios. Como si se tratara de un político en la actualidad, el lienzo se fue adaptando para sobrevivir. Tras la victoria de Wellington en la batalla de Arapiles, el hermano de Napoleón dejó Madrid. Abandonó la ciudad y Goya reaccionó rápido. En el óvalo con el retrato de José I, el rostro de éste fue reemplazado por el lema de la “Constitución”. Pero José Bonaparte regresó a Madrid en noviembre. Fue entonces cuando un discípulo de Goya, Felipe Abas, eliminó lo hecho por su maestro y recuperó el retrato del rey. El propio Goya informó, a través de una carta, al secretario de la villa de Madrid para darle cuenta de esta nueva modificación. En 1813, los tropas francesas fueron definitivamente derrotadas. Lo que obligó a un nuevo retoque. Fue, en esta ocasión, Dionisio Gómez, también discípulo de Goya, el que reescribió el lema “Constitución”.
No acaba aquí la historia. Al regresar a España Fernando VII, ordenó la abolición de las Cortes de Cádiz. Y la palabra Constitución fue suprimida para pintar en el óvalo el retrato del nuevo monarca. Sin embargo, el resultado no fue bueno. No lo realizó Goya. En 1826, cuando el pintor ya vivía en Burdeos, se aprovechó para rehacer el retrato de El Deseado. Se encargó a Vicente López esta misión.
Una década después del fallecimiento de Fernando VII, la Villa de Madrid pidió eliminar el retrato del rey. En su lugar, se puso la inscripción “Libro de la Constitución”. Hasta 1872. Ese año, se sustituyó de nuevo. En el óvalo que originalmente se podía contemplar a José Bonaparte, se decidió entonces pintar el lema “Dos de mayo”. Paradoja de la historia porque se homenajea así al día en el que los madrileños se alzaron contra el rey para el que se pensó originalmente este oleo sobre lienzo. Esta es la versión que hoy podemos contemplar. A pesar de todas estas circunstancias, la obra ha permanecido siempre en poder de la administración municipal de Madrid.
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