Arquitectura
Los seis proyectos que se diseñaron en Madrid para el edificio del cartel de Schweppes: sólo uno ganó
Arquitectos de prestigio, como Luis Gutiérrez Soto o Pedro Muguruza, se presentaron a un diseño único en aquel Madrid de los años 30: una obra clave que lleva la firma de Feduchi y Eced
Muchos de los que, hoy en día, pasan a su lado, o lo ven a lo lejos, no reparan en él. Esa mole para algunos, en Callao, fue en su momento, paradigma de la modernidad. Y en buena medida, lo continúa siendo. Un edificio fundamental en el imaginario de Madrid que se construye en una época clave para España: después de la Primera Guerra Mundial, y debido al encarecimiento del costo de la vida y al aumento del valor del suelo se produce una división clara entre el sector industrial y el comercial que provoca a las industrias abandonar las grandes ciudades. Durante este periodo entre las dos Guerras Mundiales, España conoce cambios que suponen la aceptación de las corrientes internacionales, lo que da paso a una transformación del modo de vivir que buscaba asemejarse al de las ciudades estadounidenses, por entonces, quintaesencia de la modernidad. Así pues, en ciudades como Londres, París y el mismo Madrid buscan una imagen similar a ciudades como Nueva York por lo que se multiplican los teatros, cines, salas de baile y nuevos espacios de negocios. Un resultado que incide en la arquitectura y define una nueva tipología de edificios capaz de cumplir con todas estas necesidades dando a luz al “edificio comercial”.
Con más de 90 años de vida, el edificio Carrión es una obra vanguardista que reforzó la imagen de modernidad que proyectó la construcción de la Gran Vía de Madrid. El edificio Carrión se convirtió así en el edificio representativo de la ciudad, un icono de modernidad que marca no solamente la identidad de Madrid, sino también la historia de la arquitectura española del siglo XX.
En 1930 el promotor Enrique Carrión y Vecín promueve un concurso en Madrid con un programa complejo que busca albergar un hotel, apartamentos, cafeterías, sala de fiestas, tiendas comerciales y aportar al mismo tiempo una solución urbana a la esquina que se producía entre la calle Jacometrezo y la, en ese entonces, nueva Gran Vía en la capital española.
El marqués decidió convocar en 1931 ese concurso privado entre varios arquitectos para la construcción de un edificio que se convirtiera en un hito para Madrid, pero también que fuera de su agrado, tarea nada fácil. Las seis candidaturas fueron de: Luis Gutiérrez Soto, que formó parte en la llamada Generación del 25; Emilio Paramés con J. Rodríguez Cano; Manuel de Cárdenas; Eduardo de Garay con Juan de Zabala; Luis Martínez Feduchi con Vicente Eced y Pedro Muguruza.
En ese momento, el arquitecto más conocido, además de Luis Gutiérrez Soto, era probablemente Pedro Muguruza, por obras como, por ejemplo, la terminal de la Estación del Norte, o el vecino Palacio de la Prensa, aunque fue años después cuando realizó obras como la reconstrucción de la Ciudad Universitaria tras la Guerra Civil, o el proyecto del Valle de los Caídos.
Como el solar era irregular, la solución arquitectónica que se requería era un chaflán, un plano recto en lugar de una esquina en la plaza de Callao, o eso pensaron tanto Pedro de Muguruza como Manuel de Cárdenas. Los otros cuatro de los proyectos se idearon con el remate de manera curva, dando un carácter expresionista al edificio y acentuando su horizontalidad. Algo que por otro lado le daba un inequívoca aire de modernidad.
El diseño de Pedro Muguruza era, para muchos, el idóneo, porque respetaba su obra del Palacio de la Prensa, y ponía los dos edificios en armonía, como se puede apreciar en la fotografía número 6. El lenguaje clásico con pilastras, balaustradas, tondos, arcos y molduras, hacían que esta construcción completara el conjunto con la anterior.
El arquitecto hizo varios cambios en el diseño, pasando, por ejemplo, de una portada con un arco de medio punto en la planta baja a una apertura rectangular. Posteriormente, volvió a cambiar esta entrada por una sucesión de columnas, y por último, por arcos de medio punto entre pilastras.
Los seis diseños fueron presentados en la revista “Arquitectura” en junio de 1931, y se daba a conocer en ella la planta y el alzado propuestos. Sin embargo, no fue Pedro Muguruza quien gana el concurso. Tampoco Luis Gutiérrez Soto. Y es que llegó el día en que el marqués tenía que decidir qué proyecto autorizaría para ser realizado en su solar... y descartó los seis. Ninguno fue de su agrado y se declaró nulo el concurso, así que todos quedaron en papel y nunca vieron la luz.
Finalmente, don Enrique Carrión contrató a Feduchi y Eced, que habían presentado conjuntamente uno de los diseños, y les hizo directamente el encargo para que hicieran un proyecto nuevo que guarda, sin embargo, mucha semejanza con el que ya habían presentado anteriormente, en un estilo claramente expresionista (inspirado en el expresionismo alemán y con forma de barco). Una elección personal del marqués que, como tantas otras a lo largo de la historia, han cambiado para siempre la fisonomía de Madrid.
El Edificio Carrión alcanza los 54 metros de alto, consta de 16 plantas y ocupa una superficie en planta de 17.200 pies cuadrados (1.597 metros cuadrados). Su programa mixto busca representar la modernidad de la época, de tal manera que cada uno de los espacios del edificio se diseña bajo el principio racionalista, solución que se basa primordialmente en responder a su función por lo que la decoración de los interiores es sencilla y bebe del art decó.
Inaugurado a tres años del inicio de su construcción, el sistema constructivo del edificio Carrión era básico, pero incorpora adelantos tecnológicos que destacan la obra convirtiéndola, como decimos, en un símbolo de la modernidad. Su estructura mixta, metálica y de cemento armado posee vigas de hormigón; cuatro de ellas se convirtieron en las vigas más largas de Europa de ese entonces, midiendo 31 metros de largo y 3,10 metros de altura, con un peso de 70 toneladas cada una. La estructura de la cubierta se convirtió en la sala de espectáculos más grande del centro de Madrid.
En el proyecto original albergaba 64 apartamentos, un hotel (el Capitol, en la actualidad del grupo Vincci), una cafetería, un bar, un restaurante, una fábrica de agua de Seltz y oficinas y salas de fiesta. En su planta inferior disponía de una sala de cine para casi 2000 espectadores, llamada cine Capitol, hoy dividida en varias salas más pequeñas. El primer propietario fue Enrique Carrión, marqués de Nelín. Durante la Guerra Civil Española, su azotea fue empleada como observatorio avanzado.
Referente de la cultura popular
El edificio logró ser el emblema del Madrid moderno y su imagen aerodinámica inspiró a otros arquitectos en capitales españolas. El anuncio luminoso de neón de la marca Schweppes situado desde 1972 en las plantas superiores es uno de los símbolos de la Gran Vía y de la ciudad y ha aparecido en numerosas películas españolas, una de las apariciones más famosas “El día de la Bestia”, dirigida por Álex de la Iglesia. Este cartel fue uno de los indultados al aplicar la ordenanza municipal de publicidad en 2010.
Y es que en 2007, dirigida por el arquitecto Rafael de la Hoz, se terminó una total rehabilitación que eliminó todos los anuncios publicitarios de su fachada, conservándose sólo el de Schweppes y otro más moderno de la marca comercial Vodafone en la azotea.
El 3 de abril de 2018 fue declarado Bien de Interés Cultural en la categoría de monumento, mediante una resolución publicada el día 5 de ese mismo mes en el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid. El Edificio Carrión hizo así su entrada, oficialmente, en el aeternum de Madrid.