Acoso a los políticos
Un informe policial dice que Barbero propició su escrache
Se saltó el protocolo previsto y salió por la puerta principal cuando sus escoltas y chófer lo tenían todo preparado para que lo hiciera por el aparcamiento.
Se saltó el protocolo previsto y salió por la puerta principal cuando sus escoltas y chófer lo tenían todo preparado para que lo hiciera por el aparcamiento.
El escrache que realizaron unos 200 agentes de la Policía Municipal de Madrid contra el delegado de Salud, Seguridad y Emergencias del Ayuntamiento de Madrid, Javier Barbero, podría haber sido la consecuencia de una «provocación innecesaria» por parte del político hacia los concentrados. Así lo hizo constar el responsable policial de los edificios municipales de la Plaza de la Villa, el sargento de Policía Municipal J. L. G. T., en su declaración ante el instructor de Gestión Disciplinaria del Cuerpo, la unidad interna que investigó la posible comisión por parte de seis agentes de dos faltas disciplinarias graves recogidas en el artículo 8 (apartados A y X) de la Ley Orgánica 4/2010 de 20 de mayo del Régimen Disciplinario del Cuerpo Nacional de Policía.
Aquel 16 de febrero de 2016 se celebraba en la plaza de la Villa la comisión del Área de Seguridad del Ayuntamiento y el sindicato mayoritario de Policía Municipal, CPPM, había convocado una concentración en las puertas –autorizada por la Delegación del Gobierno en Madrid– para protestar contra la gestión que estaba realizando máximo responsable del Cuerpo.
Los gritos de protesta se escuchaban desde el interior del inmueble y los escoltas ya tenían preparada la salida de Barbero y del director de la Policía Municipal, Andrés Serrano, por el garaje del edificio, donde estaba aparcado el coche oficial y como es lo habitual. Sin embargo, quizás con ánimo de trasladar a la opinión pública que no se escondían antes las quejas, Barbero y Serrano cambiaron de parecer y decidieron salir por la puerta principal y atravesar la plaza entre los manifestantes que les increparon dando lugar al famoso escrache», hasta que éstos se refugiaron en un bar de la calle Bordadores y el coche oficial finalmente pasara a «rescatarles». Un acto, según los expertos en seguridad, no sólo irresponsable sino peligroso.
El sargento responsable de la seguridad del edificio aseguró que, hasta que los políticos salieron por la puerta, se trataba de una concentración «absolutamente normal, una más de las que he visto en 40 años de servicio». Cuando comenzó a escuchar los gritos más fuertes en la calle se sorprendió al ver que los políticos habían decidió, finalmente, salir por la puerta, contraprogramando lo establecido en el protocolo policial que vela por la seguridad de las personalidades. A pesar de ello, el testigo apreció aquel día que «estaban protegidos por sus escoltas y personal del GEP (escoltas) y algún componente de las UCES». «Caminaron tranquilamente hasta llegar a la calle Mayor y lo único que pude observar fueron los gritos que arreciaron pero en ningún momento observé ninguna actitud agresiva de los concentrados». También añade el sargento que «además, conociendo al colectivo que se estaba manifestando, estoy convencido que el ningún momento se hubiera llegado a producir agresiones». La parte más destacada de su declaración viene recogida al final cuando, dejando ya contestadas las preguntas que le han ido formulando, añade algo más a título personal, según fuentes policiales. Es entonces cuando el sargento da un «tirón de orejas» a Barbero y asegura que, si algo ha aprendido en los 40 años que lleva de servicio y que ha transmitido a policías realizando sus funciones y como profesor de la Academia de Madrid y profesor de la Academia Regional, ha sido siempre que «los conflictos ciudadanos hay que encorsetarlos en su medida» y que una intervención policial «nunca se debe aumentar el conflicto».
El funcionario asegura que ese día «estaba todo previsto para que la concentración finalizase sin ninguna incidencia más». Sin embargo, «la acción de salir las personas contra las que se dirigía la concentración por el medio de los concentrados hizo que la intervención policial se agrandara». De esta manera, según el experimentado policía, «se puso en riesgo la seguridad de los policías que ahí estábamos, la seguridad de los policías que escoltaban a las autoridades y la seguridad de los ciudadanos que allí se encontraban». Por si fuera poco rapapolvo contra la actitud de Barbero de aquel día, el responsable de la seguridad de estos edificios municipales, calificó de «acto incongruente e irresponsable el pasar por entre los concentrados». Y añade que lo fue, «sobre todo cuando no era necesario y cuando estaba previsto por los policías de servicio hacerse de otra forma». Su declaración finaliza diciendo que «el conflicto social que tuvo como responsables a las personas –autoridades en este caso– que pasaron entre los concentrados, los policías no deberíamos haber permitido que esto fuera así».
Finalmente, fueron seis los agentes encartados y propuestos para sanción por el escrache al considerar que habían incurrido en «desconsideración con sus superiores». Aunque la investigación (Asuntos Internos primero y Gestión Disciplinaria después) propuso hasta en cuatro ocasiones el archivo de los expedientes incoados al no apreciar ninguna falta por parte de los policías manifestantes, (Barbero ordenó su reapertura hasta en tres ocasiones a pesar de los informes negativos) finalmente, lograron aplicar a dos de ellos una de las faltas. Uno fue por «propinar un manotazo» al vehículo oficial que recogió a las personalidades. Le fue notificado el pasado 21 de octubre y el agente ya ha cumplido los 15 días de suspensión de empleo y suelo. No obstante, al apreciar sus abogados «numerosas irregularidades» en el procedimiento, lo van a recurrir ante el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo y va a solicitar la «nulidad del expediente».
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