Atentado en Barcelona
«Sigo paseando cada día por el lugar de los atentados»
Josep Maria Rovira, herido en Cambrils, a pesar de haber perdido la audición y el olfato por los golpes en la cabeza y los cortes que recibió, esta víctima de 78 años no ha variado ni un ápice su rutina.
Josep Maria Rovira, herido en Cambrils, a pesar de haber perdido la audición y el olfato por los golpes en la cabeza y los cortes que recibió, esta víctima de 78 años no ha variado ni un ápice su rutina.
Un año después de los atentados del 17 de agosto en Barcelona y Cambrils no quedan heridos ya en los hospitales. Sin embargo, algunas víctimas, como Josep Maria Rovira, deberán convivir en adelante con secuelas prácticamente irreversibles. Rovira, que tiene 78 años, se encontraba paseando por el paseo marítimo de Cambrils cuando inesperadamente se dio de bruces con los ataques terroristas. Uno de los atacantes recorrió el paseo abalanzándose con un cuchillo sobre la gente que encontraba a su paso: uno de ellos era Rovira, que recibió golpes y varios cortes.
«No me acuerdo muy bien, pero la mujer que estaba delante fue a la que degollaron. Yo, al agacharme conseguí salvarme a medias y recibí varios golpes y con el cuchillo me cortó en la cara», evoca en conversación con este diario. En Cambrils, los terroristas pretendían replicar la masacre que había tenido lugar horas antes en Las Ramblas de Barcelona: acceder al paseo y arrollar con un coche a todos los transeúntes. Sin embargo, el habitual dispositivo policial en la zona lo evitó: la entrada siempre se encuentra taponada por un coche de los Mossos d’Esquadra. Los terroristas impactaron violentamente contra el vehículo y volcaron. Una vez allí, uno de los agentes de la policía abatió a cuatro de los cinco ocupantes; el otro, logró escapar y perpetró los ataques con un arma blanca, hasta que también fue derribado unos metros más adelante. El atentado se saldó con una víctima mortal y seis heridos.
A Rovira le costó la rotura de la nariz, cortes en el labio y un hematoma cerebral, lo que ha acarreado la pérdida de olfato y audición, así como vértigo. No obtuvo el alta médica hasta el 12 de junio, cuando le hicieron la última intervención quirúrgica para reconstruirle la nariz. Le han hecho, en total, cuatro; aunque los médicos también le sugirieron hacer alguna operación más, él la ha rechazado: «Yo creo que ya tengo la nariz bien, no necesito que la perfeccionen», asegura. Asimismo, en paralelo ha tenido que estar sometido a un minucioso seguimiento, a base de Tacs, para comprobar la evolución de sus lesiones en el cerebro.
Si los ataques han dejado en Rovira una huella física prácticamente imborrable, a nivel psicológico no le ha pasado factura. Y eso es fruto de su carácter, según explica. «No he necesitado atención psicológica. Siempre he sido una persona fuerte, y pensé desde el primer momento que yo sería capaz de asumirlo», precisa. Esa fortaleza mental también la demuestra en que no ha cambiado ni un ápice su rutina. Sigue haciendo todas las noches el mismo paseo por el mismo recorrido que el día de los atentados. El único matiz, según puntualiza, es por razones biológicas: «Sigo caminando cada noche por el paseo, y anoche cené allí al lado. No he cambiado nada. Lo único es que si antes podía hacer cinco kilómetros, ahora ya solo hago tres porque me fatigo más». Es más, asegura que no debe cundir el pánico ante este tipo de atentados: «Es lo que buscan. Son unos animales y lo único que intentan es salir en las noticias».
Él vive en Sant Cugat del Vallès pero durante el periodo estival se escapa a Cambrils, donde tiene una vivienda y un barco. Allí, también reúne a hijos y nietos.
Ahora bien, lo que sí expresa es gratitud hacia las instituciones por el trato y el calor que le han dispensado. Explica que desde el día de los atentados, ha recibido muchas llamadas desde el Ministerio del Interior para interesarse por su estado y ayudarle a inscribirse como víctima del terrorismo; ha recibido la visita frecuente de agentes de los Mossos d’Esquadra tanto al Hospital Vall d’Hebron (donde ingresó) como a su casa; y, expresa constantemente su agradecimiento al trabajo de los médicos del hospital por la atención prestada.
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