Los intelectuales dan mucha risa

El Romea estrena «El filósofo declara», una mordaz sátira sobre el papel de los pensadores y la dificultad de vivir bajo sus principios que ha confirmado a Juan Villoro como autor teatral.

Cuando Juan Villoro, el gran escritor mexicano, era sólo un crío, tenía ciertas dificultades para hablar de su padre. En el colegio, sus amigos se llenaban la boca con que sus papás eran abogados, ingenieros, banqueros o lo que sea. Cuando le preguntaban a él, Villoro contestaba algo tímido, filósofo. «Pero a qué se dedica», le preguntaban después sin entender a lo que se refería. «A pensar», respondía él y viendo las caras de sus amigos, sabía que en lo que pensaban era en una especie de vagabundo parásito que no sirve para nada. Nada más lejos de la realidad, su padre era Luis Villoro, intelectual comprometido y reconocido en todo México.

La figura de su padre es la motivación primera de «El filósofo declara», su segunda obra y la que lo confirma también como gran autor teatral. El texto nos presenta el enfrentamiento entre dos pensadores, uno brillante, pero encerrado en sí mismo y sus propios prejuicios, y otro más gris intelectualmente, pero más seductor y que se lleva todos los flashes y reconocimientos. Su enfrentamiento se convertirá en un vodevil con la mujer del primero, que también tuvo en su momento una relación con el segundo, que hará que los dos lleven hasta el absurdo la ridícula lógica de sus celos y resentimientos. «Es una especie de western filosófico, en el que en lugar de balas hay argumentos, en el que caben desde la comedia a la tragedia pasando por el absurdo», comenta Antonio Castro, director del espectáculo.

Mario Gas es aquí el brillante y misógino filósofo, mientras Ricardo Moya es su rival y viejo amigo. Por su parte, Rosa Renom es aquí la mujer por la que pelearán ambos. El reparto lo completan Mertixell Calvo, que interpreta a la sobrina de Gas, una joven escritora, y Jordi Andújar, un chófer con ideas chocantes. «Es un texto fronterizo entre la reflexión, la comedia, la paradoja, el teatro del absurdo, el choque entre simulación y realidad y las contradicciones que encierran todos los seres humanos, incluso los más brillantes», dice Gas, que no dudó en aceptar este reto interpretativo.