Valentín Paredes
Preparan una película sobre Rocío Dúrcal
Difícil lo tiene José María Cámara, que entre otros musicales hizo el inolvidable «Hoy no me puedo levantar», que se mantuvo en escena durante cuatro temporadas. Lo nostálgico siempre resulta, con «El último cuplé» de máximo ejemplo si está bien hecho. La segunda versión no funcionó tan notablemente, ya en otras manos menos expertas. Cámara dedicó ayer y hoy a un «casting» entre cuarenta niños para elegir a los 15 que necesita en «Billy», a estrenar dentro de un año. Aún resiste en la cartelera londinense, y eso que vi su estreno hace una decena de años.
Mientras, la Panto y su descarado bótox desbordan lo estrictamente musical. Incluso el hecho inusitado –y parece que atentado contra las buenas costumbres– de que, mientras estaba alojada en el Palace a cargo de la manipulada discográfica, pidiera unas hamburguesas para comer en la habitación. Comparto su cómodo gusto y el de Kiko y Chabelita, parece que nuevamente enmarañados, aunque el mediodía del sábado se presentaron en el hotel donde Isabel seguía durmiendo entre cuestionados laureles. Su actuación fue breve, pero molida a palos hasta en los tres volantes del vestido sin firma (con lo bien que la viste la sevillana Lina, creadora de una elegancia manifestada en color salmón en la boda de su pequeño del alma, hoy de tamaño descomunal). En Aranjuez, el de los jardines rusiñuelanos, sólo provocó críticas, tan sólo superadas por la «lista negra» tan habitual en ella, típica folclórica de otro tiempo. Ya comenté que los dos años encarcelada no le rebajaron los humos ni la soberbia.
Juan Gabriel no le hizo un traje a la medida y el disco, salvo cuatro novedades, recupera éxitos que el mexicano cantó hace 20 años. Adquiere modernidad retro incluso en la canción escrita para Rocío Dúrcal, amor sincero del cantautor (porque su afecto por la andaluza creció a la vera de su entonces juncal hermano, Agustín). En un tiempo las enfrentaron, aunque Isabel nunca logró en Hispanoamérica lo que Marieta. Los aztecas la siguen llamando «La señora», muestra de un respeto increíble en un país que sólo dio tratamiento parecido a su máxima estrella cinematográfica, María Félix.
Sobre la Dúrcal preparan una película. Me lo cuenta Valentín Paredes, todavía no rebajado el dolor tras desaparecer Agustín Trialasos. Nos lo comentó en la Peña Cuarto Poder ante los estrellados; él no los llama rotos, tal sus imitadores. Cuestión de huevos. Aunque no quedan atrás los boquerones en vinagre que vuelven más loca a Esperanza Aguirre. «Supondrá el debut de un director extremeño llamado Rodríguez Rivas. Y mira...», dice, y me enseña el móvil con imágenes de Belén López, la intérprete elegida, entonando «Más bonita que ninguna», uno de los primeros éxitos de Rocío, entonces encauzada por el mánager Luis Sanz, al que encarnará Paredes. La hizo protagonista de «Las leandras» fílmicas, recuperando a su mítica Celia Gámez. Su hermana Susana de las Heras dará vida a su madre. Carmen Morales haría como nadie a Rocío, carne de su carne, pero se retiró y sigue enamorada del Luis Guerra creador de los Holiday Gym. Podría parecer demasiado pronto para llevar al cine su vida de niña de Chamberí a los grandes escenarios internacionales. Incluso se afincó en México y tiene un impagable disco de rancheras, nada que ver con lo luego compuesto por Juan Gabriel.
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