En Turquía
EE UU y Rusia callan sobre su encuentro
Se reunieron durante seis horas en Turquía por segunda vez desde la llegada de Trump
A juzgar por la duración del encuentro de ayer, se podría decir que Estados Unidos y Rusia se han echado de menos durante esa guerra fría que ambos han mantenido durante los últimos años.
Las seis horas y media de reunión en la residencia del cónsul general norteamericano en Estambul (Turquía) han debido ser productivas, aunque ninguno de los equipos quiso comentar nada al terminar el encuentro a la prensa allí congregada. Esta segunda ronda de negociaciones bilaterales, celebrada a puerta cerrada, se ha centrado en normalizar las relaciones diplomáticas entre Washington y Moscú, tras esa primera toma de contacto que tuvo lugar en Riad (Arabia Saudí), el pasado 18 de febrero.
En esta ocasión, las delegaciones han estado comandadas por Sonata Coulter, subsecretaria de Estado adjunta, por parte norteamericana y Alexánder Dárchiev, jefe del Departamento para el Atlántico Norte en la comitiva rusa, que podría convertirse en el futuro embajador de Rusia en Estados Unidos.
Poco después de terminar la reunión de ayer, el presidente ruso, Vladimir Putin, se mostraba optimista, declarando desde Moscú que los primeros contactos con los estadounidenses ofrecen cierta esperanza. «Ustedes ven, todos vemos cómo la situación en el mundo está cambiando rápidamente. En este sentido, observo que los primeros contactos con la nueva administración estadounidense infunden cierta esperanza», afirmaba el líder ruso, que también confesó su teoría de que no todos en Occidente están satisfechos con la reanudación del diálogo entre Estados Unidos y Rusia. «Una parte de las élites occidentales todavía están decididas a mantener la inestabilidad en el mundo. Y estas fuerzas intentarán interrumpir o comprometer el diálogo iniciado», apostillaba el «premier» ruso. Ambas partes ya habían señalado que las conversaciones de ayer en Turquía tenían como único punto las relaciones diplomáticas entre los dos países, sin incluir a Ucrania, aclarando que si la relación bilateral se puede arreglar el siguiente paso sería el comienzo de una colaboración seria para poner fin a la guerra.
Fue el propio ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, quien anunció un día antes la reunión entre las delegaciones, durante su visita oficial a Doha (Qatar). El máximo representante de la diplmacia rusa informó de que diplomáticos de alto rango y expertos de EE UU y Rusia necesitaban analizar los problemas acumulados como «consecuencia de actividades ilegales de la administración anterior (estadounidense) para crear obstáculos artificiales a las actividades de la embajada rusa», afirmando que tras la reunión mantenida en Riad hace diez días la parte rusa había entregado a sus homólogos estadounidenses una lista de problemas que el Kremlin quiere resolver como paso previo al normal funcionamiento de las embajadas. «Esto es tanto la financiación como los intentos de limitar el movimiento, el número de diplomáticos. Esto y los intentos de limitar la duración de la estancia de cada diplomático, lo que no está previsto en ninguna convención internacional y relaciones diplomáticas», aclaraba el ministro.
De fondo, sigue la guerra en Ucrania que espera una solución consensuada por todas las partes, aunque de momento, no parecen mostrar puntos de vista en común. Este miércoles, Donald Trump declaraba ante la prensa que Rusia tendría que hacer «concesiones» territoriales para llegar a un acuerdo con Ucrania, palabras respondidas casi de inmediato por el portavoz presidencial ruso, Dimitri Peskov, que reiteró la postura de su país afirmando que las provincias ucranianas de Lugansk, Donetsk, Jersón y Zaporiyia son parte de Rusia desde que se declarara oficialmente su anexión al gigante euroasiático en septiembre de 2022, algo que se ha incluido en la Constitución rusa y que el Kremlin considera innegociable.