Elecciones

El proyecto nacionalista de Modi gana las elecciones en India pero recibe un toque de atención

La victoria ajustada de la coalición del primer ministro apunta a un electorado más diverso y desafiante

Bharatiya Janata Party (BJP) supporters dance inside the party office after hearing of a candidate's victory during the counting in India's national election, in New Delhi, India, Tuesday, June 4, 2024. Prime Minister Narendra Modi's Hindu nationalist party showed a comfortable lead Tuesday, according to early figures reported by India's Election Commission, but was facing a stronger challenge from the opposition than had been expected. (AP Photo/Manish Swarup)
Recuento de votos tras las elecciones en la IndiaASSOCIATED PRESSAgencia AP

Las elecciones generales de India han resultado en una victoria para el primer ministro Narendra Modi y su partido Bharatiya Janata (BJP), pero con un margen menos amplio de lo esperado. Tras una década en el cargo, los primeros resultados de las votaciones a la Lok Sabha revelados el martes, apuntan a que no ha logrado la mayoría abrumadora que muchos habían pronosticado. La alianza de oposición, agrupada bajo el acrónimo INDIA, ha superado todas las expectativas. Esto indica que, si bien Modi sigue siendo una figura dominante, su liderazgo político enfrenta retos y deberá navegar en un entorno más competitivo durante su próximo mandato.

Esto representa un revés parcial para Modi, quien buscaba una victoria contundente que le permitiera consolidar aún más su poder político. Si bien mantiene la mayoría, la reducción de su bloque parlamentario puede complicar la aplicación de su agenda reformista. A pesar del desgaste de poderío, parece haber logrado convertirse en el segundo líder en la historia reciente del país en servir tres mandatos consecutivos, después del legendario político independentista Jawaharlal Nehru.

En estas intensas elecciones generales, consideradas el mayor ejercicio democrático del mundo, cerca de 642 millones de ciudadanos ejercieron su derecho a voto. Unos comicios que se han visto como un referéndum sobre la gestión de Modi. Se llevaron a cabo a lo largo de siete fases durante un período de seis semanas, comenzando el 19 de abril. En ellas se disputaban 543 escaños en la cámara baja del Parlamento, y el partido o coalición que lograra obtener al menos 272 de esos votos sería el encargado de formar el nuevo Ejecutivo.

Según los primeros datos difundidos, el BJP y sus aliados han logrado 290 escaños, suficientes para formar gobierno. No obstante, esta cifra representa una caída cercana a los 70 escaños en comparación con los comicios de 2019. La alianza opositora ha logrado superar las expectativas al obtener 234 escaños en conjunto.

Con todo, parece que Modi ha logrado mantener el respaldo electoral suficiente para continuar al frente del Gobierno, aprovechando su capital político y movilizando diferentes palancas de poder. La primera línea de su plan fue proyectar el país como potencia global en la cumbre del G20 celebrada en Nueva Delhi en septiembre de 2023, un escaparate para posicionarse como un líder influyente y reforzar su imagen de estadista. En paralelo, apeló al componente identitario y religioso, con la solemne inauguración en enero del reclamado templo del Dios Ram en Ayodhya –en el emplazamiento de una mezquita arrasada–, un gesto simbólico para complacer al electorado hindú, que representa alrededor del 80% de la población india. La tercera pata de su maquinaria fue mantener una política social activa, con medidas de bienestar dirigidas a los sectores más desfavorecidos, lo que le ha permitido preservar un importante apoyo, especialmente en las zonas rurales.

En estos comicios, la división religiosa ha sido un tema candente, al igual que el desempleo. El Gobierno de Modi ha sido testigo de ataques flagrantes, acusado de estigmatizar a los musulmanes y avivar las tensiones interreligiosas. Según sus críticos, la democracia india se tambalea, y la línea que separa la religión del Estado es cada vez más difusa.

El mito del modesto comerciante de té, un hombre autodidacta de la humilde subcasta de los Ghanchi, y sus promesas de desarrollo, aseguraron en 2014 su ascenso al poder frente a la dinastía Nehru-Gandhi. Desbancó a esta familia privilegiada que se había visto debilitada por el desgaste de años de poder, los escándalos de corrupción y el nepotismo. Desde entonces, se ha forjado un arraigado culto a la personalidad, avalado por dos victorias aplastantes, en gran medida gracias a su fuerte apoyo entre el electorado hindú.

En vísperas de oficializarse los resultados, no dudó en expresar optimismo por alcanzar el triplete, afirmando que el pueblo había votado en cifras récord gracias a los cambios favorables implementados por su administración. Por otra parte, criticó a la Alianza INDIA –un grupo de más de veinte organizaciones políticas que aspiraban a desbancar al Gobierno–, a los que acusó de «ser oportunistas», así como de estar conformada por «castistas, comunistas y corruptos» cuyo objetivo es proteger a «un puñado de dinastías» en lugar de presentar una visión de futuro para la nación.

Bajo esta década de mandato presidencial, India ha experimentado un fuerte crecimiento económico y una increíble mejora de su reputación mundial. Con una población de 1.400 millones de habitantes, se trata de una de las economías de mayor rápido crecimiento del mundo, con una expansión del 7,2% en el año fiscal 2022-2023, la segunda tasa más alta entre los países del G20. El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que su crecimiento será del 6,8% en 2024 y del 6,5% en 2025.

Cuando Modi asumió el mando en 2014, el país ocupaba el décimo lugar entre las mayores economías. Pero el primer ministro ha impulsado los resultados macroeconómicos, la estrategia de desarrollo de infraestructuras y la prudencia fiscal, lo que ha llevado a la nación a convertirse en la quinta economía del mundo. En el manifiesto del BJP para esta próxima legislatura, Modi prometió lanzar al país hasta convertirlo en una de las tres principales economías hacia 2047, y que lucharía enérgicamente contra la pobreza, abriría nuevas vías de crecimiento y combatiría la corrupción.

El ascenso internacional de la nación bajo el mandato de Modi caló hondo en gran parte de la sociedad, que ve en su líder la encarnación del sueño de convertir a su país en una superpotencia del siglo XXI. Su retórica de «India primero», sus avances en política exterior, y su pragmatismo a la hora de cultivar alianzas le han granjeado un amplio respaldo popular, a pesar de las críticas de sus detractores.

Lejos de seguir una línea ideológica rígida, ha demostrado una notable flexibilidad a la hora de adaptar sus movimientos a las cambiantes circunstancias geopolíticas. Ha sabido cultivar relaciones tanto con Occidente como con Rusia o China, priorizando siempre los intereses y la proyección global del país. Esta pragmática «doctrina Modi» le ha permitido sacar rédito de crisis como la guerra de Ucrania, consolidándose como un actor clave en el tablero mundial. Su habilidad para navegar entre bloques y mantener un delicado equilibrio ha descolocado a la comunidad internacional, que ven difícil anticipar los próximos pasos de la diplomacia india.

Pocos líderes políticos en la historia reciente del país han participado en tantas cumbres y reuniones multilaterales durante sus primeros años al frente del Gobierno. Este intenso calendario de diplomacia de alto nivel parece ser una prioridad clave para el actual Ejecutivo indio, que ha invertido un considerable capital político y tiempo en un esfuerzo por proyectar la influencia y el liderazgo en asuntos globales. Sin embargo, esta predilección no ha pasado desapercibida para sus detractores, quienes argumentan que deja poco espacio para centrarse en los acuciantes problemas domésticos que definirán finalmente su legado.

A través de una diplomacia pragmática y de alto nivel, ha logrado recomponer los puentes con la Casa Blanca. Ha sabido cultivar una relación personal con sucesivos presidentes estadounidenses, demostrando su habilidad para navegar la complejidad geopolítica. Asimismo, ha apostado por una mayor cooperación en ámbitos clave como la seguridad, la tecnología y el comercio. Esto ha permitido desbloquear iniciativas como el Diálogo Cuadrilateral de Seguridad (Quad), que sitúa a India como socio fundamental en el Indo-Pacífico especialmente frente a la creciente influencia y hostilidad de dos poderes nucleares de la región (China y Pakistán), con quienes mantiene graves disputas territoriales.

A pesar de no haber logrado contener los persistentes ataques terroristas procedentes de Pakistán ni frenar las cada vez más desafiantes incursiones militares chinas a través de la disputada frontera himalaya, ha llevado la cooperación bilateral con Estados Unidos a un nuevo nivel de compromiso.