Francia
A Le Pen se le escapó la victoria electoral por los «tics» racistas que aún perviven en el partido
El anuncio de Bardella de prohibir a los franceses con doble nacionalidad ocupar cargos sensibles de la Administración y las revelaciones del pasado neonazi y antisemita de algunos candidatos hicieron dudar del lavado de imagen de la ultraderecha
En la noche del pasado domingo 7 de julio, pocos minutos antes del cierre de los colegios electorales y los primeros resultados, no parecía haber ningún suspense. Los franceses esperaban la noticia del triunfo de la extrema derecha en la segunda vuelta de las elecciones legislativas, tal como habían pronosticado todos los sondeos. Algunos con miedo, otros con resignación, muchos con deseos de cambio. Pero a las ocho de la noche en punto, la sorpresa estalló ante los ojos de todo el país: el partido Reagrupamiento Nacional (RN, heredero del Frente Nacional) de Marine Le Pen no llegaba en primer lugar. La alianza de izquierdas, el Nuevo Frente Popular (insumisos, socialistas, verdes y comunistas), terminó a la cabeza del escrutinio.
¿Qué sucedió? ¿Qué cambió entre la primera y la segunda vuelta? LA RAZÓN conversa con el sociólogo francés Michel Wiewiorka para descifrar varias claves que explican por qué los sondeos no fueron capaces de anticipar el vuelco en la segunda vuelta.
En los pocos días de campaña y debate que siguieron a la primera vuelta de las legislativas del 30 de junio, el presidente de Reagrupación Nacional y rostro por excelencia de la nueva etapa de la extrema derecha, Jordan Bardella, cometió un error garrafal: declarar que los franceses con doble nacionalidad no podrían ocupar ciertos cargos importantes de la Administración pública, especialmente los relacionados con la defensa y la seguridad. Un baño de agua fría para unos 3,5 millones de franceses que poseen una segunda nacionalidad en el pasaporte y en el corazón.
Michel Wiewiorka describe el sentimiento que generó el discurso de Bardella entre los electores: «Se proyectó una imagen de peligro y discriminación, porque muchos franceses que tienen dos nacionalidades comenzaron a pensar ‘con este tipo yo no podré trabajar, ya no podré tener un buen empleo’». «Con sus palabras, Bardella creyó haber cometido un error pequeño que en realidad fue muy grave porque envió el mensaje de que, por más que se suavice, la extrema derecha sigue siendo eso: la extrema derecha», añade el sociólogo.
El proceso de edulcoración del partido emprendido por Marine Le Pen desde que se hizo con el liderazgo del FN en 2011 estaba dando resultado. Con el joven Bardella como líder y candidato a primer ministro, la idea general que estaba calando –especialmente en los nuevos votantes – era que Reagrupamiento Nacional había dejado su pasado negativo atrás. Los episodios antisemitas protagonizados por el viejo Jean-Marie Le Pen en los años ochenta y noventa parecían haber quedado en el olvido y una nueva generación ya no identificaba al partido con los conceptos de violencia o racismo.
Hasta que la prensa francesa comenzó a mirar con una lupa más grande. Así, las investigaciones periodísticas descubrieron, por ejemplo, a Ludivine Daoudi, candidata de RN en el departamento de Calvados, llevando una gorra nazi, perteneciente a un suboficial de la Luftwaffe, estampada con una cruz esvástica.
Una admiradora de Pétain
El periódico de izquierdas «Libération» también abrió una investigación contra la candidata Françoise Billaud, por declaraciones homofóbicas y racistas en su perfil de Facebook, así como por haber rendido homenaje al dictador del régimen colaboracionista de Vichy, el mariscal Pétain. France TV denunció igualmente a la candidata de RN de la localidad de Mayenne, Annie Bell, por haber cometido un secuestro en 1995 para cobrar un rescate.
Wiewiorka relata la decepción general entre los franceses: «Todos estábamos ya dispuestos a aceptar la idea que la extrema derecha llegara al poder porque ya eran considerados ‘gente normal’, digamos. Pero los medios empezaron a mostrar el verdadero rostro de los candidatos de ese partido: unos son claramente antisemitas, otros claramente racistas, están incluso los que hacen declaraciones de tipo neonazi. Y entonces, la «desdiabolización» de Marine Le Pen se vino abajo».
Al conocerse los resultados de la primera vuelta, tanto la alianza de izquierdas como el macronismo decidieron rápidamente aplicar una estrategia crucial: en las circunscripciones donde se habían calificado tres candidatos para la segunda vuelta, decidieron retirar a aquellos que estuvieran en peor posición para derrotar a Reagrupamiento Nacional. Un movimiento de cordón sanitario contra la ultraderecha que se conoce en Francia como «frente Republicano». Ya en 2002 frustró las esperanzas de Jean Marie Le Pen en llegar al Elíseo, así como de su hija en las presidenciales de 2017 y 2022 ante Emmanuel Macron.
En total, 224 candidatos se retiraron de la carrera, transfiriendo los votos de sus simpatizantes hacia los aspirantes que quedaron y cerrando filas para enfrentar a RN. De esta manera, lo que fue un gran triunfo para la extrema derecha en primera vuelta se convirtió en un descalabro en la segunda: solo ganaron 94 de las 353 circunscripciones que disputaron.
Ante todas estas razones que causaron el retroceso de Reagrupamiento Nacional, ¿podría decirse que se trata de una derrota para la extrema derecha? «No, no. Hay que tener cuidado de no decir eso», advierte Wiewiorka. «No es una derrota para la extrema derecha, es una derrota de Macron. Primero que nada, ha perdido decenas de diputados. Y también ha perdido esa filosofía política de ‘en même temps’ (al mismo tiempo), es decir, ser al mismo tiempo de centro, de derecha y de izquierda. Eso ya no le funciona más».
Y, ciertamente, la extrema derecha está alcanzando unos 50 diputados más de los que tenía antes. En las elecciones de 2022 logró 89 escaños (frente a los solo 8 de 2017) y hoy alcanza 143 (120 en solitario de RN y 20 de sus aliados). Además, se calcula que más de diez millones de personas votaron por la extrema derecha. De hecho, en números absolutos, son la fuerza política que recibió más votos en las elecciones legislativas convocadas por Maron tras su debacle en las europeas del 9 de junio, aunque eso no se traduzca en más asientos en la Asamblea Nacional. «Son más fuertes ahora que en 2022. Es un resultado bastante positivo para ellos. No es una derrota, es una decepción», remata el sociólogo Wiewiorka.
¿En el Elíseo en 2027?
Ahora bien, si el resultado ha sido fortalecedor para la extrema derecha, es inevitable hacerse una pregunta de cara a las elecciones presidenciales de 2027: ¿Marine Le Pen podría tener oportunidad de ganar y ser la primera presidente de la república de la derecha populista y nativista?
A priori, hay que separar ambas cosas. El crecimiento de Reagrupamiento Nacional es importante pero tiene un techo en el electorado francés. En opinión de Wiewiorka. «yo pienso que ella no puede lograr mucho más que el resultado de este domingo, es decir, más o menos un 30% o 35% de la población. Es muchísimo, pero no es suficiente. Y no creo que tenga las herramientas para ganar el 15% que le falta. No es una derrota para su partido, pero sí es una derrota personal para ella porque va a ser casi imposible que sea elegida presidenta de la República dentro de tres años».