
Alemania
Scholz pierde la moción de confianza y allana el camino para las elecciones anticipadas
Como estaba previsto, el Bundestag retira la confianza al canciller que convocará las urnas para el próximo 23 de febrero
Como era de esperar, el canciller Olaf Scholz perdió este lunes el voto de confianza del Bundestag lo que allana el camino para que Alemania celebre elecciones anticipadas el 23 de febrero. En la votación, 207 diputados votaron a favor del canciller y 394 en contra. Otros 116 se abstuvieron. Tras la consulta, Scholz se reunió con el presidente federal Frank-Walter Steinmeier en el Palacio Bellevue para pedirle la disolución del Parlamento. A partir de ahora se abre una etapa en la que el presidente cuenta con 21 días para decidir si está de acuerdo y en ese caso, convocar nuevas elecciones en un plazo de 60 días. Algo que se da por seguro a tenor del consenso lanzado por el Bundestag e incluso del beneplácito que ha dejado entrever Steinmeier estos días atrás.
Es la sexta vez en la historia de la República Federal que el Bundestag llama a un voto de confianza. Con el veredicto, se puede decir que Alemania pone en marcha su maquinaria electoral y de ahí la dureza que dominó el debate previo a la votación. De hecho, Scholz aprovechó su discurso para lanzar un duro ataque contra los liberales del FDP. Las "semanas de sabotaje" de los liberales bajo el liderazgo de Christian Lindner no solo perjudicaron al gobierno, sino a la democracia en su conjunto, aseguró el canciller que abordó brevemente la cuestión de la confianza durante un discurso de casi media hora en el que dejó en manos de sus conciudadanos el rumbo político que pueda tomar Alemania. En su réplica, el líder de la Unión Cristianademócrata (CDU), Friedrich Merz, calificó el ataque a Lindner de “pura insolencia” y acusó a Scholz de dejar al país con una de las mayores crisis económicas desde la posguerra y de fracasar a nivel de la Unión Europea. "Estás avergonzando a Alemania", le espetó. "Usted tuvo su oportunidad y no la aprovechó, no merece confianza", agregó el líder conservador que describió la jornada como un “día de alivio” para Alemania. También subió al podio el ex ministro de Finanzas Lindner que criticó la política económica de Scholz y le reprochó de ignorar el profundo problema de la falta de competitividad. En esa línea, el liberal citó como ejemplo la reciente propuesta del canciller de reducir el IVA sobre los alimentos y le acusó de no haber encontrado respuestas a las cuestiones económicas y de ahí, que perdiera el apoyo de la población. El ministro federal de Economía, Robert Habeck, advirtió por su parte que no se debe mirar con ingenuidad las nuevas elecciones y todo lo que venga después. "Todo el mundo actúa como si todo fuera a ir mejor" y recordó que no hay garantía de que Alemania tenga un gobierno rápido después de febrero.
Hasta que se pueda firmar un nuevo ejecutivo, Alemania está regida por un gobierno en funciones que, conformado por el Partido Socialdemócrata (SPD) y los Verdes, ya no cuenta con una mayoría en el Bundestag. Olaf Scholz gobernó como canciller durante 1.064 días al frente de la primera coalición semáforo. Poco después, Rusia atacó a Ucrania y para Scholz, la guerra en Europa fue un punto de inflexión; desde entonces, el canciller gobernó en modo de crisis permanente. Fue mediador en muchas disputas que empezaron a sucederse dentro de su gobierno mientras veía que empezaban a caer su índices de popularidad. No fue el único tropezón. Una sentencia del Tribunal Constitucional Federal anuló el presupuesto del gobierno de 2023. El veredicto dejó inequívocamente claro que la receta de la coalición no podía utilizarse para combatir la disputa y una serie de problemas cuya solución pasaba por invertir mucho dinero. Dinero, por ejemplo, para la reestructuración de la economía impulsada por los Verdes con vistas a la protección del clima o también para implementar el estado de bienestar que estaba supervisado principalmente por el SPD. El tono dentro de la coalición adquirió un tono más áspero. Mientras que los miembros del SPD y Los Verdes se mostraban abiertos a aliviar el freno de la deuda para poder invertir más dinero, los liberales del FDP -a la contra- presionaban por una mayor disciplina presupuestaria. El canciller tuvo que aceptar duras medidas de austeridad, al mismo tiempo que hacía cábalas para no dejar a nadie solo o descontento. Con esta artimaña, el gobierno alemán llegó a circular en varias direcciones durante los últimos meses. Algo que perjudicó a cada uno de los partidos involucrados en el ejecutivo que vieron cómo cayeron sus intenciones de voto en las encuestas, al mismo tiempo que -al unísono-, se anotaron el calificativo de ser el gobierno más impopular de las últimas legislaturas. Solo el canciller Scholz intentó transmitir algo de confianza. En un intento de mejorar la imagen de la alianza, intentó afrontar con humor las numerosas crisis, incluido el descontento de la población e incluso, a sabiendas de las muchas piedras que encontraba en el camino, intentó continuar la coalición a través de las distintas crisis. Finalmente, los datos económicos intensificaron las disputas dentro de la coalición y, como última gota, cada uno de los líderes de los partidos involucrados hicieron públicas sus propias sugerencias. El fin llegó con la destitución de Lindner y el consiguiente colapso del gobierno.
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