Etiopía
La milicia fano se amotina en Etiopía y deja a 18 españoles atrapados en un hotel
Un breve repaso a la milicia que ha capturado el aeropuerto de Lalibela por una disputa con el gobierno central etíope
La milicia fano de la región de Amhara (Etiopía) entra en la categoría de los grupos armados que sólo sirven para molestar a los gobiernos, hasta que aparece alguien interesado en darles el armamento adecuado y consiguen los medios para hacer algo más. Algo que aún no ha ocurrido. La milicia fano, armada con sus AK-47 y lanzacohetes RPG del siglo pasado, convencida por unos ideales que acumulan lo político y lo étnico, por el momento se limita a molestar al gobierno etíope. Lo malo de todo esto, lo grave y urgente, es que un grupo armado molesta a los gobiernos matando a ciudadanos, incendiando viviendas y cargando su ira sobre los pequeños inocentes.
Una breve introducción a la milicia fano indicaría que se trata de un grupo armado creado en exclusiva por sujetos de la etnia amhara, que es la segunda etnia más numerosa de Etiopía con 27.5 millones de personas poblando el noroeste del país. La tradición especifica que los reyes amhara (y los amhara en su conjunto, de alguna manera) descienden de la línea que engendraron el rey Salomón y la reina de Saba, una regente que vivía en al norte de Etiopía sobre el siglo X antes de Cristo, y esto permitiría adivinar que la historia que rastrea los orígenes de la etnia amhara es rica y orgullosa, marcada de los matices que la hacen hermosa.
Los amhara combatieron contra las yihad musulmanas que vinieron desde la península arábiga y se mezclaron con ellas irremediablemente a lo largo de siglos, los amhara son la gente de la lejana Etiopía adonde viajó Pedro Páez en 1563, los amhara pueblan la tierra de Preste Juan… Hubo incluso un rey aragonés, Alfonso V, que intentó casar a su hermana con uno de los reyes abisinios (que es como se conocía desde Europa a los habitantes de la zona).
Su extensa historia se vuelve pesada, y se encuentra en la línea de frontera de cada región de Etiopía con las etnias vecinas, igualmente ricas en términos culturales y de tradición, linajes, religión…
Los etíopes lucharon en 1868 contra los ingleses, en 1875 contra los egipcios, contra los italianos en 1896, 1935 y 1936, entre ellos mismos entre 1974 y 1991 y de vuelta entre 2020 y 2022, por decir algunos ejemplos; los etíopes, lo creamos o no, ahorrando en buenismos, habitan un país donde las armas se utilizan en la línea de diálogo si los apoyos lo permiten. Ya sea culpa de unos o de nadie, pueblos como los amhara se sienten instigados por el entorno a formar grupos que les distingan y que en ocasiones, como ocurre con la milicia fano, se sirven de ese arsenal de verbos y adjetivos que radicalizan y llevan a las armas.
La resaca de Tigray
Aparecen el movimiento Qeerroo entre los oromo, o los citados fano en Amhara. En Tigray combate el TPLF. Y hace menos de un año desde que los rebeldes tigranios y el gobierno Etíope firmaron la paz en Pretoria (Sudáfrica), pero las heridas de una guerra que segó la vida de 600.000 personas no se han curado. Sobre todo porque 5.4 millones de tigranios siguen viviendo necesitados de ayuda alimentaria, según informe del 14 de junio de Naciones Unidas. La guerra de Sudán al oeste tampoco hace por facilitar la supervivencia en el norte de Etiopía. Y la vida es difícil, se crean disputas.
Cuando Tigray se rebeló contra el gobierno etíope en 2020, los fano colaboraron gratamente con el ejército federal para derrotar a sus vecinos del norte, igual que hicieron previamente en 2010. No sirven de mucho, los fano, nada más que se utilizan como se valía César de los galos. Mal armados, indisciplinados, sirven de carnaza en la ofensiva y tras la invasión ocupan puestos de control en las carreteras. El 29 de septiembre de 2019, la milicia asesinó y quemó a una familia de Azezo para cobrarse una venganza. Los asesinatos entre unos y otros duraron varios días.
Un sorbo de agua puede dar más sed al sediento, hasta que la delicada colaboración entre el gobierno etíope y los fano ha devenido en que la milicia capturó el dos de agosto el aeropuerto de Lalibela e inició una disputa a tiros con las tropas federales, parece ser que debido a unas discrepancias en cuanto a la división que se haría de la región de Tigray tras la guerra. Los amhara consideran que extensiones de tierra del sur y el sudoeste de Tigray les pertenecen a ellos. Y tampoco les faltaría tanta razón, si se considerase que la zona de Welkait y la de Raya pertenecían de histórico a los amhara cuando Etiopía adoptó el sistema federal, momento en que aquellos terrenos cayeron del lado tigranio, siendo como son terrenos fértiles y bien valorados por quienes viven en la zona.
Para más inri, quien adoptó el sistema federal para todo el país y decidió la división de las regiones era un presidente tigranio. Y ya van varias veces que se escuchan los ecos de los disparos en la ciudad sagrada de Lalibela, ahora disparan los amhara, sabrá Dios por qué nueva disputa, dicen que es por una cuestión de tierras. Indisciplinados. Molestos. Han cortado la carretera que lleva al aeropuerto y dieciocho españoles se encuentran ahora atrapados en un hotel tras la recomendación del ministerio de Exteriores de que permanezcan en su interior hasta que se relaje el asunto. Teniendo en cuenta que la lucha de la milicia fano es contra otros etíopes, no contra España, cabe esperar que los turistas no corran ningún peligro si siguen las instrucciones recibidas y se mantienen a resguardo. Son los galos quienes tienen la ilusión de amotinarse.
Con todo, y pese a la relativa influencia que tienen los fano en comparación con grupos como el TPLF, otro estallido de violencia en Etiopía es lo último que necesita el país, y sobre todo su presidente, Abiy Ahmed. Hablando con un amigo amhara, Bamlak, preguntándole si estaba bien, contestaba angustiado tras haber salido de Lalibela por vía terrestre que “es una guerra entre el Gobierno y Amhara, justo como ocurrió con Tigray”. Está asustado. Teme que la guerra de guerrillas se instale en la zona. Que la mosca fano se convierta en avispa a fuerza de chupar la miel del panal. El tiempo lo dirá.
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