EE UU

Mar-a-Lago, el fortín y punto neurálgico del mundo de Trump

El valor del cuartel de invierno del expresidente radica en su capacidad para que su voz siga siendo escuchada en las altas esferas del poder

El pintor Demian Stuckqua ha viajado a Mar-a-Lago para que Trump firme su retrato
El pintor Demian Stuckqua ha viajado a Mar-a-Lago para que Trump firme su retratoAmador Guallar

Hace pocas horas que la policía ha reabierto el puente sobre la isla Bingham, el cual va a dar a la puerta del complejo de lujo privado de Mar-a-Lago en West Palm Beach, Florida, donde se encuentra la residencia oficial de Donald Trump desde que dejó la presidencia en enero de 2021. Este club exclusivo para multimillonarios no solo es una propiedad icónica con un enorme valor histórico y económico, sino también el lugar que sigue jugando un importante papel en la vida política del expresidente. En sus instalaciones celebró eventos políticos y reuniones con líderes mundiales mientras estaba en el cargo, transformando el complejo en una especie de “Casa Blanca de invierno”, según lo definió el propio candidato republicano.

Sin embargo, desde que decidió abandonar Nueva York y establecerse en West Palm Beach, el exageradamente opulento club ha sido objeto de controversia. En agosto de 2022, el FBI llevó a cabo un registro donde recuperó numerosos documentos confidenciales que, según el Departamento de Justicia, Trump habría sacado de la Casa Blanca sin seguir los procedimientos adecuados y vulnerando la seguridad nacional. Por otro lado, esto no ha afectado a su vida en Mar-a-Lago, que sigue siendo el centro logístico de los desafíos políticos y judiciales a los que Trump todavía se enfrenta, así como un punto de encuentro clave para muchos miembros del Partido Republicano.

La presencia del Servicio Secreto es visible por todas partes. Los vehículos negros con los vidrios tintados de la agencia se mezclan con una decena de unidades de la policía de Palm Beach que patrullan regularmente las áreas circundantes. “Cada vez que Trump está en casa el lugar se convierte en una zona de seguridad nacional”, comenta uno de los agentes que vigilan los terrenos dominados por varias torres de vigilancia que sobresalen por encima de las vallas que rodean el club. Sólo los miembros de este, sus invitados y el personal autorizado pueden entrar, no sin antes pasar por exhaustivos controles de seguridad que incluyen la verificación de identidad y registros similares a los de los aeropuertos.

Los miembros de Mar-a-Lago son una mezcla de empresarios y figuras públicas que disfrutan de las instalaciones sus exclusivas como el campo de golf, las piscinas y los restaurantes. No obstante, el verdadero valor del complejo para ricos no está en sus lujos, sino en su capacidad para mantener a Trump en el centro de la política estadounidense, ya que desde aquí asegura que su voz siga siendo escuchada en las altas esferas del poder.

Los curiosos y seguidores del candidato republicano se arremolinan en el mirador del puente que transcurre a través del Boulevard Southern. Uno de ellos es Demian Stuck, un pintor que ha llegado desde Tampa, a unos 330 kilómetros, con su esposa Britney y su hijo pequeño. “Hemos venido para que Trump nos firme este cuadro”, explica, enseñando su obra. “Para mí es muy importante obtener su rúbrica. Llevo cuatro horas esperando y todavía no he tenido suerte. En la entrada le he pedido a los guardias si era posible, pero dicen que se ha marchado a Michigan para continuar con la campaña”, explica frente al recinto super protegido.

Demian no siempre ha apoyado a Trump. “Soy artista y hasta hace un par de años los temas políticos me daban bastante igual, pero, poco a poco, las políticas demócratas me han empujado a convertirme en su seguidor. Yo vivo de mi arte y cuando empecé a hacer pública la predilección que siento por Trump todas las galerías en las que exponía y vendía mi obra se negaron a seguir haciéndolo. Me dijeron: coge tu arte y márchate. Fue muy duro porque tengo que darle de comer a mi familia”.

Para este “artista autodidacta”, según se define él mismo, la gota que colmó su vaso son “las políticas demócratas para beneficiar a la comunidad LGTBI+ y el movimiento woke”, el cual busca promover la justicia social, los derechos humanos y la equidad en las estructuras de poder. Demian considera que este ha causado en el país un exceso de falsa corrección política que ha derivado “en una cultura de la cancelación”.

“Yo no estoy de acuerdo con los predican las tesis LGTBI+, y no los quiero alrededor de mi hijo. Trump piensa de la misma manera y tiene mis mismos valores, por eso lo apoyo. Hasta el intento de asesinato en Pennsylvania solía ir con cuidado con mis opiniones”, admite. Sin embargo, al ver que el expresidente “está dispuesto a recibir una bala por este país, dejé de tener miedo a expresar lo que pienso. Al diablo con eso. Además, desde que empecé a pintar cuadros sobre Trump mi número de ventas y seguidores ha aumentado”, indica. “Finalmente tenemos a un artista que pinta algo en lo que creemos, me han dicho muchos de ellos”, concluye, antes de marcharse y prometer que “volveré y no me detendré hasta conseguir su firma”.

Unos metros más allá Gorgine, de unos sesenta años, descansa apoyada sobre la valla metálica del mirador del puente desde donde se ve la parte exterior de Mar-a-Lago, donde clava la mirada con una mezcla de admiración y pena “por los últimos acontecimientos”, cuenta, sobre el segundo intento de asesinato del expresidente en menos de dos meses a manos de Ryan Wesley Roth, quien, a través de un agujero que practicó en la valla del Trump International Golf Club, situado a unos 10 minutos en coche, intentó disparar, aunque no lo llegó a hacer, al expresidente mientras este jugaba al golf. No obstante, fue sorprendido por un agente del Servicio Secreto que le hizo huir a base de disparos tras ver cómo el cañón de su arma asomaba por entre los arbustos donde había estado escondido durante 12 horas. Poco tiempo después fue detenido en la autopista I-95 gracias a la colaboración ciudadana.

¿Cree usted que alguien lo volverá a intentar? “No lo sé, ya van dos veces y eso es demasiado, ¿no? ¿Cómo sabía el tirador que Trump iba a estar en el club de golf en ese momento? Hay algo que no encaja en todo esto”, explica Gorgine, quien siempre ha vivido en Palm Beach, pero nunca ha entrado en el club porque no la admiten. “Tengo amigos que sí lo ha visto por dentro, pero a mí nunca me han dejado entrar”, asegura. Gorgine viste de manera humilde y jamás podrá vivir en las mansiones que rodean el lugar. Sin embargo, su apoyo por el expresidente multimillonario es inquebrantable. “Le votaré, pase lo que pase”, dice, sin titubear, refiriéndose a la posibilidad de que pueda volver a producirse un episodio de violencia política.

Esta es una preocupación significativa, especialmente a menos de 50 días de las elecciones presidenciales. Factores como la polarización extrema, las noticias falsas, la retórica incendiaria y la actividad de grupos extremistas siguen aumentando las tensiones entre los campos políticos. El fantasma del asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 sigue muy presente.

Los grupos extremistas como los Proud Boys continúan demostrado su disposición a usar la violencia en eventos relacionados con las elecciones, especialmente en lugares como los centros de votación y las convenciones políticas. Mientras, Donald Trump sigue echando leña al fuego de los que creen que los comicios de 2020 le fueron robados. El FBI y el Departamento de Seguridad Nacional creen que la posibilidad de un conflicto civil a gran escala es baja, pero algunos de los trumpistas no lo ven así.

“Si Kamala gana mucha gente estará descontenta. ¿Qué tenemos que hacer si vuelven a robarnos las elecciones?”, se pregunta J.D, uno de los seguidores de Trump que se pasea frente a la entrada del club de golf donde Routh pretendió asesinar al candidato republicano. “Es muy posible que, como pasó en 2020, mucha gente no acepte la situación. Los demócratas hablan, pero no predican con el ejemplo”, concluye, sobre las declaraciones tanto del presidente del país, Joe Biden, como de la candidata demócrata, Kamala Harris, los cuales han dicho públicamente que “la violencia no tiene cabida en la política” norteamericana, reiterando así la importancia de la unidad nacional para mantener la integridad de su sistema democrático.