Panafricanismo
Mali vota una nueva constitución en plena crisis yihadista
El nuevo proyecto propuesto por el coronel Assimi Goita relegará el francés a lengua de trabajo e institucionalizará a los líderes tradicionales, además de conceder mayores poderes al presidente de la nación
En agosto de 2020, el coronel Assimi Goita se hizo con el poder en Mali mediante un golpe de Estado respaldado por una mayoría de las Fuerzas Armadas. La nueva junta militar aseguró entonces que el Gobierno impuesto serviría como una transición hacia un nuevo proyecto democrático que pusiera fin a la hecatombe maliense: cinco golpes de Estado desde 1991 y una desoladora guerra contra el yihadismo iniciada en 2013, sumado esto al precario nivel de vida y al independentismo de Azawad en el norte del país, han situado a la nación africana como una de las más castigadas del continente.
Goita apareció con el uniforme abotonado hasta el cuello y un paquete de propuestas que despertaron la esperanza de millones de malienses. En su búsqueda de una independencia efectiva con respecto a Francia (antigua potencia colonizadora), expulsó a la operación de lucha antiterrorista Barkhane de su territorio, igual que inició una tensa ofensiva diplomática contra cualquier órgano vinculable a París, incluyendo la misión de Naciones Unidas en Mali (MINUSMA). Modernizó el Ejército con la compra de material militar a China y Rusia y anunció a bombo y platillo una reforma radical de la Constitución maliense.
Una mayoría de la población, cansada de guerras, intrigas palaciegas y miseria, acogió con supuesto agrado las nuevas medidas de la junta militar, pero es este 18 de junio cuando Goita se pondrá a prueba por primera vez en un proceso democrático. 8,4 millones de malienses votan hoy la nueva constitución, que traerá consigo importantes cambios en el funcionamiento de la estructura del Estado y que podría decirse que será la prueba de fuego para Goita, si desea presentarse en las próximas (aunque lejanas) elecciones presidenciales que tendrán lugar al término del periodo de transición.
Los independentistas de Azawad, excluidos de la votación
La nueva constitución no está exenta de polémica. Las divisiones internas que afectan a Mali quedan patentes, por ejemplo, en la nueva identificación del Estado como “una República independiente, soberana, unitaria, indivisible, democrática, laica y social”. Los términos “unitaria” e “indivisible” chocan de lleno con las aspiraciones secesionistas de los pobladores del norte del país, quienes se rebelaron en 2012 contra el Gobierno de Bamako para instaurar la República de Azawad y que todavía hoy persiguen el mismo objetivo. Goita expresa así su intención de combatir el independentismo de Azawad por cualquier medio a su alcance, mientras las autoridades han considerado que, debido a la difícil situación que vive el norte del país de la mano del yihadismo, no será posible que los ciudadanos con residencia en las zonas más boreales del país voten el nuevo referéndum de la constitución. Igualmente, queda descrita la laicidad del Estado, pese a tener más de un 90% de población musulmana, como forma de combatir al extremismo islámico que opera por casi todo el país.
Babacar es un desplazado interno de la etnia dogon y cuyo hogar, hoy inaccesible para él y su familia, se encuentra en la región de Mopti. Él tampoco podrá votar hoy. Se lamenta, suspira a través del teléfono, pero reconoce que “esta constitución para todos los malienses sólo la votarán algunos. Los demás sólo podremos obedecerla”. No lo dice con rabia, sino abandonado a lo que pueda pasar.
Francia vs. Tradición
Entre la mayoría de los malienses ha sido aplaudida otra medida cuya controversia sólo afecta a la antigua potencia colonizadora. La nueva constitución reconoce la diversidad lingüística de Mali y otorga el estatus oficial a todas las lenguas nacionales, mientras que relega el francés desde el estatus de lengua oficial al de lengua de trabajo. Irónicamente, la nueva constitución ha sido escrita en francés, pero esto no quita que la intención de completar la transición lingüística en Mali sea vista con buenos ojos por quienes votarán el “sí”.
Abdou es un mecánico de 36 años con residencia en Bamako y que votará a favor del referéndum, siendo el empujón al francés uno de los motivos que le animarán a hacerlo: “nadie o casi nadie en Bamako sabe hablar francés mejor que el bambara, entonces es lógico que empecemos a usar la lengua de nuestros padres”.
El proyecto incluso considera la realidad medioambiental que afecta a nuestra generación, al determinar que “debe asegurarse en cumplimiento de las normas de protección del medio ambiente y en interés de las generaciones presentes y futuras” en lo que respecta a la extracción de materias primas (Mali es el tercer exportador de oro del continente).
Otro aspecto rompedor de la nueva constitución ha sido el reconocimiento de los valores tradicionales desde un punto de vista institucional, al determinarse que las autoridades consuetudinarias serán consideradas a partir de ahora como “guardianes de los valores” de la sociedad maliense. Lo que parecería un paso atrás por conceder mayores poderes a los líderes tradicionales, cuyo mandato es hereditario, es en realidad un complejo e inteligente desarrollo de la actualidad social de Mali. La guerra y los continuos golpes de Estado han terminado por degenerar el papel del Gobierno en determinadas zonas rurales de difícil acceso, y han sido los líderes tradicionales y religiosos quienes han mantenido la paz y el orden en ausencia de una autoridad clara. En lugar de obviar esta dinámica, Goita y sus asesores han decidido institucionalizar la tradición e incorporarla a las estructuras del Estado para homogeneizar la autoridad en la medida de lo posible.
La inclusión de los líderes tradicionales en la Constitución también es motivo de alegría para Drissa, un agricultor de algodón del sur de Mali que asegura cómo “cada vez que tengo un problema con alguno de mis vecinos, que son los problemas que puede tener un hombre sencillo como yo, no creas que voy a la policía o a un juez. Voy a hablar con mi tío (forma coloquial para referirse al líder de su aldea) y le pido que interceda. Y confío en él, y si él dice que haga esto o aquello, yo le hago caso porque él sabe más que yo”.
Goita se blinda
También se pretende conceder una mayor capacidad de actuación a las Fuerzas Armadas, para que “cuenten en todo momento con las capacidades” necesarias para sus misiones. En lo referente a los golpes de Estado que sacuden el país de forma habitual, el nuevo proyecto los define como “un crimen imprescriptible”, aunque aclara que “los actos anteriores a la promulgación de la nueva Constitución amparados por las leyes de amnistía no pueden, en ningún caso, ser objeto de persecución”. De esta forma consigue Goita dificultar los atentados contra el Gobierno, a la vez que se cubre las espaldas por la vez que fue él quién lo atacó.
El presidente de Mali tendrá ahora poderes superiores hasta la fecha. Mientras la constitución anterior definía que el Gobierno debe dar cuentas ante la Asamblea Nacional, ahora lo hará ante el presidente, mientras que será el presidente, y no el Gobierno, quien determine de forma única la política de la nación. Lo que algunos expertos consideran como una transición de un gobierno semipresidencialista a uno presidencialista, es visto por otros como una facilidad para que los próximos dirigentes de Mali puedan pasearse más fácilmente que antes por la frontera del autoritarismo.
Con todo, para Cheikh, un expatriado maliense con residencia en Senegal y que no votará la nueva constitución por no encontrarse en su país, esta alternativa no le parece equivocada: “la corrupción en el gobierno y en la Asamblea siempre ha sido habitual en mi país. ¿No será más fácil juzgar un solo hombre en lugar de a veinte o a doscientos?”. A mayores poderes que obtenga el presidente, considera, “mayor responsabilidad le exigiremos”.