Santiago de Chile
Kast: “Cuando la izquierda tiene un problema de corrupción recurre al salvavidas de siempre, Pinochet”
José Antonio Kast, fundador el Partido Republicano de Chile, se reúne con el líder de Vox. “El marxismo cultural crece en la medida que genera conflictos”, asegura el político
José Antonio Kast (Santiago de Chile, 1966) ha iniciado en España una gira por varios países europeos para conocer de cerca el crecimiento de partidos de lo que él llama la «derecha del sentido común», en la que incluye a líderes como Jair Bolsonaro, Viktor Orban y Santiago Abascal, con el que se reunió ayer en Madrid, donde también mantuvo un encuentro con Esperanza Aguirre.
Kast abandonó el partido conservador Unión Demócrata Independiente después de 16 años como diputado y en 2017 inscribió su candidatura independiente a la Presidencia de la República de Chile. Obtuvo un 8%. Hace una semana fundó el Partido Republicano -después de poner en marcha un centro de pensamiento y un movimiento social- con el que aspira a ganar las próximas presidenciales de Chile.
¿Qué vínculos tiene con otros movimientos y partidos políticos conservadores internacionales?
Nosotros ya teníamos relaciones con movimientos latinoamericanos. Existe un vínculo con el PSL del presidente de Brasil, con gente de Colombia, Paraguay, con argentinos, con cubanos en el exilio. Hemos ido generando una red para conocer cuáles son las similitudes de los fenómenos políticos latinoamericanos. Y al observar lo que estaba ocurriendo en España con Vox hemos visto que tiene algunas cosas similares a lo que estamos haciendo nosotros en hile, un conocimiento de los problemas reales y un avance en la calle virtual.
¿A qué se refiere con la calle virtual?
Hemos vivido una hegemonía de la izquierda en la calle física, en las manifestaciones, y también una hegemonía de la calle virtual, que son las redes sociales. En redes sociales tanto nosotros en Chile como Bolsonaro en Brasil, como Trump en Estados Unidos y Vox en España hemos ido marcando una tendencia. Las redes sociales fueron tomadas por la izquierda más ideologizada que empezó a silenciar a las personas que planteábamos temas de sentido común: defensa de la familia, de la propiedad privada, la legítima defensa en caso de asalto, la defensa de la vida. Fuimos generando un espacio que antes no estaba. Ante estas similitudes queríamos ver lo que está pasando en Europa, por eso vamos a visitar también Bélgica e Italia. Hay un fenómeno mundial que va desnudando a esa izquierda que planteaba que todas las soluciones tenían que venir del Estado y que ha creado nuevos temas basados en conflictos tras la caída del muro de Berlín. Conflictos hombre-mujer, heterosexual-homosexual, negros y blancos... Ellos crecen en la medida que generan conflicto. Y nosotros buscamos desenmascarar eso y decirle a las personas que la sociedad no tiene por qué vivir en conflicto.
¿Qué impresión le ha transmitido Santiago Abascal?
No lo conocía. Es un líder carismático, que enfrenta la política como lo estamos haciendo nosotros en Chile, directo a los ojos y diciendo las cosas por su nombre y generando un nuevo eje en la derecha basada en el sentido común. Al igual que a nosotros en Chile, aquí se les señala como un partido que está más a la derecha. Queremos romper el esquema antiguo con el que se califica desde la izquierda de “extremos” a aquellos que están situados desde el centro hasta la derecha. Al final, la izquierda que ha tomado posiciones en las redes sociales y en los medios de comunicación es la que va diciendo quién es quién. Cuando me pregunta un periodista si somos la extrema derecha le pregunto al periodista quién es la extrema izquierda. En Chile, como veo que pasa en España, nadie habla de la extrema izquierda. Y es tan real que las agresiones verbales y físicas que uno ve vienen de la extrema izquierda.
¿Le molesta cuando le dicen que es de extrema derecha?
Lo tomo según de quién viene. Y viene, generalmente, de alguien que tiene una concepción de la política determinada. A mí lo que me interesa es que las personas, que muchas veces no son activas en la política, reconozcan en nosotros a alguien que plantea cosas de sentido común.
¿Qué problemas de Chile son los que le preocupan?
-Problemas derivados de tener un Estado muy grande. Problemas graves de atención de salud a la gente más humilde. Hemos pasado por años de gobiernos de izquierda y la desigualdad sigue igual. El país no ha crecido ni ha mejorado los índices de desarrollo humano durante esos gobiernos. Cuanto más altos son los impuestos menos crece la economía.
¿Por qué es usted crítico con el Gobierno conservador de Sebastián Piñera?
Le criticamos porque no ha cumplido su programa de gobierno. Si hay algo que cansa a la ciudadanía son dos cosas: las promesas incumplidas y los abusos. Un Estado grande solo genera más abusos. Piñera no bajó los impuestos, no resguardó el sistema de pensiones chileno -que es junto con el noruego y el danés uno de los más exitosos a nivel mundial- y legisló a favor de la identidad de género. Son tres temas que no estaban en el programa de Piñera y sí en el programa del candidato Alejandro Guillier, que es el representante de la izquierda en Chile. En temas como educación, salud y migración sí hemos respaldado las políticas de Sebastián Piñera porque se ha ceñido al programa.
¿Cuáles son los grandes problemas de América Latina?
En América Latina hay tres fenómenos muy fuertes. Uno es la violencia, que puede estar asociada a la delincuencia, al narcotráfico y al terrorismo. Hay un país como Venezuela que reúne las tres características. Para nosotros es una narcodictadura. El segundo es la corrupción desatada y el tercero, la pobreza. Los países con mayores grados de pobreza son los que han sido gobernados por esa izquierda corrupta que ha creado un estado asistencialista donde la gente acaba siendo esclavizada por el Estado. Y ahí es donde tenemos un espacio enorme para revertir la instalación del marxismo cultural. El comunismo, tras la caída del muro de Berlín, ha evolucionado. Ya no plantea un conflicto entre ricos y pobres sino entre padres e hijos, blancos y negros, heterosexuales y homosexuales... El marxismo cultural crece en la medida que genera conflictos. Sin embargo, no tiene en cuenta las urgencias sociales. El ciudadano está preocupado por vivir en una sociedad libre y segura, por enviar a sus hijos a una escuela donde les enseñen, y que no les adoctrinen.
¿Cree que la figura de Trump ha sido clave a la hora de inspirar a líderes y partidos nacionalistas en muchos países?
-Lo que ha logrado Trump es instalar a EE UU como una potencia económica, bajando los impuestos. También ha señalado el doble discurso de la izquierda, que critica a EE UU pero no los fondos que aporta a las organizaciones internacionales. Trump ha dicho que no va a financiar a alguien que le critica todo el día. Esos organismos dictan normas jurídicas que atentan contra la soberanía internacional. Yo sí creo en la identidad nacional, pero dentro de un contexto global. Entiendo y respaldo relaciones comerciales y culturales entre países pero respetando la identidad nacional. Nos están tratando de colonizar desde los organismos internacionales y eso requiere una manifestación fuerte y clara a nivel nacional. No es que uno se convierta en un nacionalista que quiera cerrar las fronteras, sino que queremos que se resguarde nuestra soberanía.
¿Cómo se podría avanzar hacia una solución en la grave crisis de Venezuela?
El socialismo logró quebrar al país más rico de Latinoamérica. Que el país se quedara sin insumos médicos, sin electricidad durante muchos días y sin abastecimiento era algo inimaginable hace tiempo que lo logró el socialismo de Chávez y la dictadura de Maduro. Con sus recursos, influyeron directamente en movimientos de izquierda en distintos países de la región. Hoy ya no tienen esa cantidad de recursos. El peligro ahora es que esos recursos vengan del narcotráfico. Tendría que haber una reacción del mundo mucho más fuerte.
¿Defiende una intervención exterior en Venezuela?
Lo que hay que hacer es exigir a organismos como la ONU y la OEA que sancionen a Venezuela y que la aíslen diplomáticamente. Eso requiere una voluntad clara y expresa de los partidos de izquierdas, que no han sido tajantes con la violación de derechos humanos.
¿Cómo se aborda desde la sociedad en Chile la dictadura de Pinochet?
Lamentablemente sigue siendo un tema 46 años después del golpe militar. Hay un sector político que siempre mira hacia el pasado a pesar de que en Chile hay varias leyes de reparación a las víctimas de los derechos humanos, y de que hay más de 120 personas cumpliendo condena por violar los derechos humanos. Es un tema que la sociedad abordó, pero para la izquierda internacional parece que no se ha hecho nada. Hay que mirar hacia el futuro, pero cada vez que la izquierda tiene un problema de corrupción recurre al salvavidas de siempre, Pinochet.
-¿Qué perspectiva tiene de cara a las elecciones presidenciales en Chile?
-Creo que las va a volver a ganar la derecha porque la izquierda no ha podido explicar el desastre en que dejó al país. No tiene líderes ni una cohesión interna que les permita levantar una alternativa presidencial. El gran debate se va a dar sobre la mayoría parlamentaria. No podemos repetir el escenario de tener un Gobierno de derecha y un parlamento de izquierda, obstruccionista. Eso es muy duro para un país porque en los proyectos de ley no se refleja lo que la gente manifestó en la elección presidencial.
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