Oriente Medio
Hizbulá deja de combatir en Líbano tras dos meses de bombardeos israelíes
El Ejército hebreo habría logrado destruir el 70% del arsenal de misiles y cohetes de la milicia proiraní
Lo dejó claro el nuevo ministro de Defensa, Israel Katz: las Fuerzas de Defensa de Israel solo decretarán el fin de las hostilidades en Líbano cuando se produzca la «capitulación» de Hizbulá. A juzgar por la ideología y la historia de la milicia chií libanesa, cuya razón de ser no es otra que la «resistencia» contra «la entidad sionista», no parece nada fácil que sus nuevos mandos –a la cabeza el veterano Naim Qassem después del asesinato de Hasan Nasrala– estén dispuestos a alzar la bandera blanca un mes y medio después de que las tropas israelíes comenzaran sus incursiones terrestres en el sur de Líbano. Sin embargo, más de ocho semanas de intensa ofensiva aérea en los feudos de Hizbulá en todo el país han hecho dura mella en el potencial militar de la organización proiraní.
No en vano, fuentes consultadas por LA RAZÓN aseguran que en estos momentos ya «no hay combates terrestres entre Hizbulá y las tropas israelíes en muchas localidades cercanas a la frontera». «Israel ha extendido su sistema antimisiles al sur de Líbano para proteger a los suyos y controla el territorio sin haber tenido que llevar a cabo una invasión terrestre», apunta la misma fuente. «Como evitan utilizar aparatos para la comunicación interna y teléfonos móviles para no ser detectados, muchos combatientes de Hizbulá combaten sin tener instrucciones de los mandos ni conocer los daños que están sufriendo», añade.
Mientras tanto, Israel ha intensificado en los últimos días sus bombardeos tanto en el Dahiyeh, el tradicional bastión de Hizbulá en el sur de Beirut, como en otros puntos del país con la esperanza de forzar la rendición de la organización apéndice de Irán en el país levantino. El objetivo inmediato de Israel es el regreso de las decenas de miles de personas que se han visto obligadas a abandonar sus hogares en el norte del país como consecuencia del fuego de Hizbulá, algo que, a juicio del Gobierno de Netanyahu, pasa no solo por la retirada de la milicia de la franja comprendida entre el río Litani y la línea azul, como establece la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU de 2006 a cambio de que Tel Aviv se abstenga de violar la soberanía libanesa, sino por el desmantelamiento de la milicia.
Lo cierto es que, transcurrido un mes y medio desde que Tel Aviv anunció oficialmente el inicio de las inicialmente definidas como «operaciones limitadas» en suelo libanés, no se ha producido el escenario apocalíptico para los intereses israelíes que algunos analistas auguraban. La explicación no es otra que el cambio de estrategia del Ejército israelí –con el defenestrado Yoav Gallant a la cabeza– en relación con la adoptada, por ejemplo, en el verano de 2006, cuando se produjo la última incursión terrestre del Tsahal en el país de los cedros. «Con mejor tecnología que hace 18 años están llevando a cabo una operación más prudente, con incursiones limitadas y tratando de reducir al máximo el número de víctimas», explica a este medio una politóloga que prefiere no ser identificada. La milicia chií ha podido perder el 70% de su arsenal de misiles y cohetes tras la ofensiva israelí. Responsables militares israelíes aseguran haber neutralizado ya la infraestructura de Hizbulá en el terreno para la producción de misiles. Por otra parte, hace ya varios días que las FDI han ampliado sus operaciones contra la milicia a suelo sirio –el régimen de Bachar al Assad es aliado de Teherán y de Hizbulá. Damasco es base de operaciones de líderes de la Guardia Revolucionaria iraní y la milicia libanesa. Y en el país vecino actúan otras milicias afiliadas a Irán y aliadas de Hizbulá que también están siendo golpeadas por las fuerzas israelíes.
La falta de información sobre la realidad en el terreno aconseja la prudencia a la hora de extraer conclusiones. «Hay desinformación por ambas partes. Es imposible saber qué está ocurriendo en la zona», asegura a LA RAZÓN el antiguo profesor de la Universidad de Oxford e investigador del «think tank» Chatham House Nadim Shehadi. «Aunque no soy un experto en temas militares, mi opinión es que si Israel ya hubiera alcanzado sus objetivos militares estaríamos viendo el comienzo del regreso de los habitantes de las localidades y asentamientos israelíes en el norte de Galilea. Y no es el caso», concluye.
A nadie se le escapa que, con una Hizbulá que ha sido completamente descabezada en tiempo récord, la decisión final de reconocer la derrota la habrá de adoptar el régimen iraní, del que depende directamente. Entretanto, la última vez que Naim Qassem se refirió a la situación fue el pasado 6 de noviembre, cuando el nuevo secretario general de Hizbulá condicionaba «el camino de las negociaciones» con Israel a que «el enemigo decida poner fin a la agresión».
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