Presupuestos
La pugna por el presupuesto de Trump amenaza con cerrar el Gobierno de EE UU y evidencia el poder de Elon Musk
La Cámara Baja no consigue sacar adelante el plan para prolongar los presupuestos con acusaciones cruzadas entre los dos partidos
Entre una lluvia de llamadas telefónicas y mensajes en X se ha dinamitado la más reciente oportunidad para evitar el cierre temporal del Gobierno, en una lucha de poderes tradicional y más o menos simbólica. Esa batalla gana en esta oportunidad un tinte diferente porque involucra la pugna de poderes entre el presidente electo, Donald Trump, contra un Partido Demócrata que necesita mostrarse fuerte, un grupillo de republicanos moderados que aún dicen no sucumbir a la “irresponsabilidad fiscal”, y Elon Musk, el hombre más rico del mundo que se cree que ha comprado a Estados Unidos.
Para evitar el cierre del gobierno, el Congreso debe aprobar un proyecto de ley de gastos que sea ratificado tanto por la Cámara de Representantes como por el Senado y luego firmado por el presidente Joe Biden antes del plazo límite, que tras el fracaso del jueves vence, ahora, el sábado a la medianoche.
El riesgo del cierre surge justo cuando los legisladores tenían previsto entrar en su receso navideño y amenaza a miles de empleados federales clasificados como no esenciales que se verían obligados a dejar de trabajar temporalmente. Además se verían impactados la Seguridad Social, beneficios para los veteranos, la emisión de pasaportes y visas, los parques nacionales y museos, entre otras dependencias.
En esta oportunidad, el foco central de la disputa tiene que ver con la capacidad de Trump para poder financiar su plan de Gobierno, que incluye fondos para poner un marcha la “deportación masiva más grande en la historia de EE UU”, así como otros proyectos que requerirán de alto gasto público.
Para ello, Trump defiende la idea de que un acuerdo sobre el presupuesto debe agregar un nuevo elemento: eliminar el techo de deuda o extenderlo más allá de su presidencia hasta 2029.
Este concepto, que limita cuánto puede pedir prestado el gobierno para pagar sus cuentas, está suspendido hasta el primer trimestre del próximo año, y el presidente electo dijo que preferiría forzar al actual mandatario Joe Biden a aprobar el aumento del techo de deuda para no tener que hacerlo él.
Tras rechazar un acuerdo bipartidista, es decir entre demócratas y republicanos, y que no incluía esa extensión del Techo de deuda, los ‘trumpistas’ de la Cámara intentaron y fracasaron el jueves por la noche en acelerar una medida para mantener al gobierno financiado mediante una maniobra que requería una mayoría de dos tercios.
Decenas de republicanos votaron en contra de la medida, mientras que solo dos demócratas votaron a favor. El conteo final fue de 174 a favor, 235 en contra y uno presente.
Luego, como si de limpiar su imagen de tratase, el presidente de la Cámara, Mike Johnson, dijo en el Capitolio que "esperamos votaciones esta mañana, así que estén atentos, tenemos un plan".
Por ahora no está claro lo que va a pasar a la larga, aunque la historia del fracaso del primer plan da luces. Ese proyecto de ley que fracasó habría extendido el financiamiento gubernamental por tres meses, suspendido el límite de deuda hasta enero de 2027 y proporcionado 110.000 millones en ayuda por desastres.
También incluía extensiones de políticas de salud, financiamiento para la reconstrucción del puente Francis Scott Key de Baltimore y una renovación de la ley agrícola por un año. Sin embargo, la Cámara descendió al caos el miércoles cuando una revuelta del Partido Republicano, impulsada por Trump y Elon Musk, quien financió parte de la campaña del republicano, hundió el acuerdo original que Johnson había alcanzado con los demócratas. Esto hizo que los republicanos se reunieran en el Capitolio para idear un nuevo camino a seguir, sin la participación de los demócratas.
Sin embargo, la gran mayoría de los demócratas lo rechazó. El líder de la minoría de la Cámara, Hakeem Jeffries, dijo que la propuesta era "ridícula".
La tormenta política creció porque el rechazo de los republicanos a ese plan vino luego de que Musk, cuya presión equivale a sus 450.000 millones de dólares en activos, cifra superior al PIB de 160 países, lo dinamitó con una seguidilla de tuits falsos sobre el contenido y mencionando congresistas por nombre y apellidos.
La presión es mucha porque, además de la campaña de Trump, Musk también ha invertido en las legislativas y una nueva batalla por el Congreso se dará en dos años. Nadie lo quiere de enemigo. Incluso Mike Johnson tuvo que llamarlo para que dejase de mencionar el acuerdo, pero como se vio en el resultado, su esfuerzo fue inútil.
El problema que surge de todo esto es de óptica. El viernes la prensa estadounidense analizaba si es Musk un presidente en las sombras. Y como es bien sabido, no hay nada que moleste más a Trump que no tener los reflectores sobre él. Aún no ha comenzado su Gobierno y ya están midiendo fuerzas en una hermandad que no está muy claro que resista cuatro años.
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