Guerra en Ucrania
La falta de munición amenaza la contraofensiva
Crece la preocupación ante una guerra larga en Ucrania. Reino Unido exige a los aliados de la OTAN que gasten, como mínimo, «el 2% de su PIB en Defensa»
En los frentes de batalla de Ucrania, el sonido de los cañones del Ejército de Kyiv disparando contra las posiciones rusas es tan constante que parecen los latidos del corazón de una guerra que ya se alarga más de veinte meses. Sin esta barrera de fuego, las tropas ucranianas no podrían sostener sus posiciones, ni lanzarse a la contraofensiva para recuperar los territorios invadidos por Rusia. Sin embargo, ¿es sostenible la altísima cadencia de tiro? ¿Por cuánto tiempo? ¿Se está quedando la OTAN sin reservas de armas y municiones, poniendo en riesgo su propia seguridad ante la futura, y según diversos expertos, creíble amenaza del Kremlin en otras zonas del continente europeo?
En opinión del almirante Rob Bauer, jefe del Comité Militar de la OTAN, las reservas de la organización cuyo sino es la defensa de los Estados miembros, está en un estado crítico. «El fondo del barril ahora es visible», informó ayer durante un debate en el Foro de Seguridad de Varsovia, refiriéndose a la escasez en el arsenal europeo. Más aún, esta semana, una fuente militar británica indicó que «Gran Bretaña se ha quedado sin armas que puede transferir a Ucrania sin correr riesgos», según informó The Telegraph. A esto hay que sumarle el contubernio político en el Congreso de Estados Unidos, donde el presupuesto provisional excluía el muy necesario paquete de ayuda militar a Kyiv, el cual, de momento, ha quedado pospuesto.
Sin sus proyectiles, la línea del frente ucraniano podría derrumbarse. En la salvaje guerra de atricción que sucede en el Este y el Sur, donde se están produciendo las batallas más cruentas, la artillería es el arma principal de combate de ambos bandos. En este sentido, las necesidades de Ucrania no dejan de aumentar, y recuerdan al infierno de los bombardeos vividos durante la Segunda Guerra Mundial. El Pentágono asegura que las tropas lideradas por el presidente, Volodimir Zelenski, disparan entre 2.000 y 3.000 obuses al día, según indicó en un informe datado en julio, en el que también aseguraban que Estados Unidos ya ha entregado más de 2 millones de proyectiles. A este ritmo, si la guerra sigue alargándose, las cosas no pintan bien para las fuerzas ucranianas.
En palabras del portavoz del Pentágono, Michael McCord: «La incapacidad de garantizar adquisiciones y entregas podría socavar las operaciones esenciales para reconquistar territorio, o defenderse de futuras ofensivas rusas. Sin financiación adicional ahora, tendríamos que retrasar o reducir la asistencia para satisfacer las necesidades urgentes de Ucrania, incluyendo las aéreas defensa y municiones que son críticas y muy urgentes», según escribió el viernes en una carta dirigida al Congreso estadounidense.
En agosto, las cifras de la OTAN mostraron que la UE y Noruega habían enviado, al menos, 223.800 proyectiles de artillería de febrero a mayo. Esto supone, aproximadamente, una cuarta parte de lo que se necesita, con un coste de 1.100 millones de dólares. «No sé de dónde sacaremos los proyectiles», según afirmó durante una entrevista del pasado septiembre al New York Times, el director ejecutivo de la empresa noruega Nammo, Morten Brandtzaeg, la cual produce alrededor del 25% de las municiones de Europa. De momento, indicaba, «la capacidad de la industria no está ahí. No es que no sea factible, pero, no sé cómo se puede llevar a cabo». Por ello, Bauer insistió en Varsovia que «los gobiernos y los fabricantes de defensa tienen que aumentar la producción a un ritmo mucho mayor». Asimismo, el jefe del Comité Militar aseguró que esto se debe a «décadas de inversión insuficiente», por lo que, cuando la OTAN se lanzó a apoyar a Ucrania, les «regalamos sistemas de armas, lo cual es fantástico, y municiones, pero no con los almacenes llenos. Necesitamos grandes volúmenes», indicó, y no dudó en culpar a «las economías liberales, que están bien para muchas cosas, pero no para nutrir a las Fuerzas Armadas cuando hay una guerra en curso».
Por su parte, el ministro de Defensa de Reino Unido, James Heappey, exigió a los aliados de la OTAN gastar, como mínimo, «el 2% de su producto interior bruto en Defensa, como se habían comprometido a hacer», según dijo en el foro. «Si ahora no es el momento, ¿cuándo será?». Para Heappey el modelo actual, que describió como «justo a tiempo», o, lo que es lo mismo, improvisado, «definitivamente no funciona cuando hay que estar preparado para la pelea de mañana. Tenemos que mantener a Ucrania en la lucha esta noche, y mañana, y pasado y pasado. Hay que seguir dando, día tras día, y reconstruir nuestras propias reservas», si se quiere detener al presidente ruso, Vladimir Putin.
De momento, diversos países de la OTAN y de la UE ya han trazado planes para acordar contratos conjuntos con fabricantes de armamento, «porque ahora estamos hurgando en nuestros bolsillos», según dijo el ministro de Defensa sueco, Pol Jonson, motivo por el que este estimó es «vital que Europa ponga en forma su base industrial de Defensa». Además, aseguró que, «a largo plazo, creo que es fundamental que los ucranianos puedan adquirir material europeo».
El primer paso para paliar la futura escasez de armamento ya se ha dado, pero está lejos de ser suficiente para las necesidades ucranianas. El viernes, Kyiv fue el escenario de un gran foro de la industria armamentística que reunió a más de 250 empresas de 30 países. Allí, Zelenski anunció a bombo y platillo la creación de «una Alianza de Industrias de Defensa», la cual confía detenga el que, sin duda, supone el mayor peligro para la contraofensiva de su Ejército. En la misma reunión, el ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, se mostró eufórico al anunciar «una nueva era» para su industria. Sin embargo, la cuestión sigue sobre la mesa: ¿llegarán los proyectiles a tiempo? Nadie lo sabe con seguridad. Y eso, contra Rusia, puede hacer pender la guerra de un hilo muy fino.
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