Tiroteo
La Policía alemana recibió un anónimo que advertía sobre la salud mental del testigo de Jehová de Hamburgo
Philipp F. un antiguo miembro de esta secta religiosa, llevaba 22 cargadores completos además de nueve cargadores con 135 cartuchos con los que mató a sus siete víctimas, entre ellas, una mujer embarazada de siete meses
Solo cuatro minutos después de las primeras llamadas de emergencia, una patrulla llegó al edificio que los Testigos de Jehová tienen Hamburgo y donde, en la noche del jueves, se cometió uno de de los peores crímenes en la historia reciente de esta ciudad. La masacre pudo ser mucho peor si las fuerzas de seguridad hubieran llegado más tarde pero con todo, Philipp F., un antiguo miembro de esa secta religiosa, mató a tiros a siete personas -cuatro hombres y dos mujeres, de entre 33 y 60 años-, así como a una criatura nonata de siete meses de gestación y dejó ocho heridos, cuatro de ellos de gravedad. El presunto autor de los disparos se suicidó tras el ataque. "Es muy probable que no haya más víctimas gracias a la rápida y decidida intervención de las fuerzas de seguridad”, indicó el ministro regional de Interior, Andy Grote.
Todo sucedió pasadas las nueve de la noche. Las personas que llamaron a la Policía informaron de disparos en el interior de la parroquia, del distrito de Alsterdorf, en el barrio de Groß Borstel, donde se llevó a cabo un oficio religioso, después del cual algunos de los participantes se quedaron a charlar. Según las primeras investigaciones, Philipp F. se acercó al edificio desde el lado norte y en el mismo estacionamiento disparó diez veces contra una mujer que estaba dentro de su coche y que pudo escapar con heridas leves. Después accedió al edificio “sin dejar de disparar”, según declaró Martin Tres, jefe de una empresa de seguridad. Por suerte, una patrulla policial se encontraba en las proximidades de la iglesia por lo que pocos minutos después, cerca de las 21:11 horas, llegaron los primeros agentes. Al verse acorralado, el atacante huyó al segundo piso donde se suicidó.Philipp F. llevaba 22 cargadores completos para su pistola en una mochila y en su cuerpo, además de nueve cargadores con 135 cartuchos que disparó anteriormente. De nacionalidad alemana, Philipp F. vivía en Hamburgo desde 2014 y no contaba con antecedentes penales de ningún tipo. Con permiso de armas como uso deportivo, usó una Heckler and Koch P30 semiautomática para cometer la masacre. Aunque en un primer momento se buscó a un segundo autor, finalmente la Policía concluyó que actuó solo.
Aparentemente, existían indicios de que Philipp F. pudiera tener problemas psicológicos. El pasado enero la Policía recibió una carta en la que un anónimo solicitó que se revisara el permiso de armas del atacante, además de advertir que Philipp F. sufría una enfermedad mental y que tenía especial animadversión hacia todo lo religioso, especialmente contra los Testigos de Jehová, a quienes dejó por su propia voluntad, aunque no en buenos términos. Aunque el hombre, de 35 años, tenía todos los permisos en regla para la posesión de armas, la policía decidió, tras recibir la carta y sin previo aviso, visitar su domicilio donde, según indican varios medios alemanes, no encontraron nada relevante que pudiera levantar sospechas entre los agentes. El arma estaba guardada dentro de una caja fuerte y Philipp F. mostró comprensión cuando los dos policías le advirtieron que no podría tener balas ni munición fuera de la caja. "Las opciones legales de los funcionarios estaban agotadas", informó el jefe de policía Ralf Martin Meyer. Con la base en los resultados de la inspección, no hubo razones para tomar más medidas en ese momento. "Tenemos que analizar críticamente si es necesario ajustar los poderes legales", añadió Meyer.
Los mensajes de condolencia se han reproducido por todo el país. El presidente federal, Frank-Walter Steinmeier, reaccionó "con gran horror" ante el crimen. "Mis pensamientos están con los muertos y sus familias, mi más sentido pésame en este día de dolor", dijo una portavoz en su nombre a través de Twitter. "Mis pensamientos están con las víctimas y sus familiares durante las horas difíciles" dijo, por su parte, el canciller Olaf Scholz. La ministra federal del Interior, Nancy Faeser, visitó la escena del crimen el viernes por la tarde, donde agradeció personalmente los esfuerzos de la policía y de los equipos de rescate. Los Testigos de Jehová quedaron "profundamente afectados por el terrible tiroteo". "Nuestro más sentido pésame para las familias de las víctimas y los testigos presenciales", transmitieron a través de un comunicado.
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