Nueva York
EE UU da el primer paso para evitar la bancarrota
Los republicanos ofrecen a Obama ampliar el techo de deuda seis semanas si abre una negociación. La Casa Blanca responde «que es una señal alentadora», pero insiste en que no tocará la ley sanitaria
El presidente Barack Obama anoche la propuesta de los republicanos para aumentar el techo de deuda durante seis semanas. Aún así, desde ambos partidos se reconoció que esta reunión es un paso adelante en el camino de las negociaciones para llegar a un pacto fiscal. Poco después desde la Casa Blanca, se emitió un comunicado en el que se reconoció que «el presidente ha tenido una buena reunión con los líderes de la Cámara de Representantes durante aproximadamente una hora. Después de una discusión sobre posibles caminos, no se ha tomado ninguna decisión», se pudo leer en la nota oficial de la Casa Blanca.
El líder republicano encargado de convencer a los legisladores que voten leyes que convengan al partido, Eric Cantor, indicó que «ha sido una conversación útil. Habrá más conversaciones esta noche [por ayer]», adelantó a la salida de la reunión entre Obama y veinte legisladores republicanos de la Cámara Baja.
El tiempo corre y los republicanos saben que en esta ocasión las encuestas se ponen en su contra. Estados Unidos no sólo tiene que abordar el asunto del «apagón» de Washington –por el cierre temporal del Gobierno–, sino también la cuestión del aumento de su deuda. Oficialmente, el 17 de octubre es el día en que se quedará sin dinero para pagar las facturas el Departamento del Tesoro, cuyo secretario, Jack Lew, se reunió ayer con Obama.
Horas antes de su cita con Obama, los republicanos anunciaron la propuesta tratada para extender durante seis semanas el techo de la deuda. Este plan «nos dará tiempo para negociar», dijo la congresista republicana, Cathy McMorris Rodgers, al anunciar la propuesta tras una reunión del grupo parlamentario.
Esta reunión tuvo lugar cuando Wall Street había cerrado ya su sesión, que experimentó un repunte al darse a conocer el plan de los republicanos ayer por la mañana. Así, terminó la jornada en Nueva York con su mejor día del año.
Sin embargo, esta iniciativa no hubiese termiando con el «cierre» de Washington, que cumplió ayer su décimo día. A cambio de ofrecer esta pequeña tregua, los republicanos dijeron que quieren que el presidente norteamericano se comprometa a negociar un plan presupuestario a largo plazo sobre la reforma de las pensiones públicas y la sanidad. El presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, indicó ayer que «tenemos la esperanza de que el presidente mire esto como una oportunidad y un acto de buena fe para mover a nuestro partido y colocarse a medio camino de lo que ha pedido».
Mientras, el líder de la mayoría del Senado, el demócrata Harry Reid, anunció que convocará una votación mañana para aumentar el techo de deuda, lo que permitiría al Departamento del Tesoro contar con dinero hasta finales de 2014 y evitar que el país caiga en una suspensión de pagos. Al cierre de esta edición, se desconocía si Reid cuenta con los votos suficientes para aprobar esta ley. El portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, afirmó que la propuesta es «una señal alentadora», pero añadió que Obama prefiere solución a más largo plazo «a estas crisis fabricadas». Carney insistió en que «el presidente no pagará rescates», en clara referencia a que se niega a aceptar las condiciones de los republicanos para reabrir el Gobierno, que no es otra cosa que retrasar la entrada en vigor de la ley sanitaria conocida como «Obamacare».
Desde la Casa Blanca se dijo que una vez resuelta esta crisis política, Obama «estará dispuesto a negociar un acuerdo presupuestario más amplio para crear empleos, hacer crecer la economía y poner en regla las finanzas» del país. El intercambio de golpes entre republicanos y la presidencia continuó a pesar del anuncio de una posible solución. Boehner volvió a culpar a los demócratas de la crisis fiscal, mientras que el portavoz de la Casa Blanca recordó que Estados Unidos asiste a esta situación porque el movimiento Tea Party insistió en eliminar los fondos para la aplicación de la reforma sanitaria de 2010 o demorar su puesta en marcha.
La crisis presupuestaria estadounidense llegó ayer a los foros de las reuniones de otoño del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional que se celebran estos días en Washington. La gerente del FMI, Christine Lagarde, destacó en un debate de la CNN sobre economía mundial que la situación en Estados Unidos afecta a dicho país y a la economía internacional. El presidente del Consejo Económico, Jason Furman, reconoció que «tiene que aumentarse el techo de deuda». Y el vicegobernador del Banco Popular de China –cuyo país es el primer acreedor de EE UU–, Yi Gang, apuntó que «la incertidumbre es mala». La propuesta republicana, negociada a puerta cerrada, podría ser sometida a votación en el Comité de Reglas, pero debe ser votada en el pleno de la Cámara Baja. Aun así, los demócratas del Congreso se mostraron escépticos de que pudiese aprobarse ante la negativa del Tea Party.
Mientras, los republicanos continuaron con las divisiones dentro de su propio partido y está por ver si todas las facciones del partido conservador se pondrán de acuerdo. Los más radicales consideraron que esta propuesta de aumentar el techo de deuda durante seis semanas es una capitulación. Boehner, que se encuentra en una situación muy delicada dentro de su propio partido, espera que la propuesta logre el apoyo dentro de las filas conservadoras.
La administración menos transparente desde nixon
El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) publicó ayer un informe en el que denuncia poca transparencia del Gobierno de EE UU, sus esfuerzos por controlar la información y una persecución sin precedentes de los responsables de filtraciones. El informe, de 30 páginas, es obra de Leonard Downie Jr., anteriormente editor ejecutivo de «The Washington Post». La actual Administración es la «más cerrada y obsesionada por controlar la información que yo haya cubierto jamás», señaló David Sanger, veterano corresponsal del «New York Times» en Washington y uno de los 30 periodistas a los que entrevistó Downie. A pesar de las «repetidas promesas» de Obama de convertir a su Administración en la de «mayor apertura y transparencia de la historia», los periodistas y activistas «afirman estar decepcionados».
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