EEUU

Comienzan los ajustes de cuentas dentro del Partido Demócrata tras la debacle frente a Trump

Pelosi echa la culpa a Joe Biden mientras que Bernie Sanders cree que el partido se ha olvidado de la clase obrera

EA4443. GREENSBORO (ESTADOS UNIDOS), 21/07/2024.- Fotografía de archivo de la vicepresidenta de Estados Unidos de Kamala Harris pdurante un evento, el 11 de julio de 2024, en Greensboro, Carolina del Norte (EE. UU). En la carrera demócrata para sustituir al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, después de que este anunciara que no se presentará a la reelección, nadie como su vicepresidenta, Kamala Harris, surge con más fuerza a la hora de asumir esa labor y sin embargo está más cuestionado...
Kamala HarrisERIK S. LESSERAgencia EFE

El ajuste de cuentas ha comenzado dentro del Partido Demócrata después de que el mapa político de Estados Unidos se pintara de rojo el pasado 5 de noviembre tras la aplastante victoria electoral de los republicanos, guiados por el impulso populista de Donald Trump, quien ha prometido misiones casi imposibles como lanzar un «masivo plan de deportación» de inmigrantes irregulares o terminar con las guerras en Ucrania y Gaza en un día.

El ex candidato vicepresidencial demócrata, Tim Walz, aseguró en las últimas horas no entender por qué las personas por las que «el partido tanto ha luchado no se acercaron a votar». La declaración ha sido tomada con recelo y se enmarca en una línea de mensajes de algunos estrategas demócratas que por estos días intentan hallar explicaciones matemáticas o de campaña a la derrota.

Muchos aseguran que si el presidente en funciones, Joe Biden, se hubiese retirado de la contienda en enero, bien sea por decisión suya o porque demócratas como el gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, lo retaran a una carrera por la nominación, quizás el partido habría tenido mayor tiempo de ajustar su mensaje de campaña para enfrentar a Trump. Esta tesis es compartida por la expresidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, considerada una de las arquitectas de la jugada de presión que terminó implosionando la salida de Biden.

Una candidata impopular

Otros culpan directamente a Kamala Harris por ser una candidata impopular desde el principio. Incluso las encuestas marcaban que sus números de aprobación eran menores a los del propio Biden, algo que ya era difícil de superar, y que en tres meses era una tarea imposible a pesar de la pomposa campaña que se realizó con el apoyo de celebridades y grandes donantes.

Los más alejados de la autocrítica miran hacia fuera y culpan directamente al clima de polarización política y desinformación que vive Estados Unidos, y que sin duda amplificó los mensajes más radicales que se lanzaban del lado republicano

Y es que a pesar de que la campaña del magnate neoyorquino estuvo abrazada de su calendario judicial por delitos graves, los demócratas no fueron capaces de identificar que su argumento de «Trump es un peligro para democracia» no estaba funcionando, lo que aceleró una pérdida de terreno para los demócratas en casi todas las minorías del país, dejando caer el mito de que los latinos o afroamericanos votan azul de manera automática.

Son muchos los factores que por estos días se explican los analistas como el motivo final de la derrota, pero ciertamente hay un solo tema que engloba la discusión: los demócratas llevan al menos diez años desconectados de las preocupaciones reales de los estadounidenses.

Los comicios presidenciales fueron el resultado de una tormenta perfecta que alineó, por un lado, el éxito de la retórica «trumpista» de que el expresidente era un perseguido político del Departamento de Justicia bajo las órdenes de Biden. Luego, esta idea de correr una campaña basada en el argumento de que un criminal convicto no podía llegar a la Casa Blanca, en lugar de enfocarse en lo que los sondeos estaban marcando como asuntos de mayor importancia para los votantes: la economía y la crisis migratoria. Y finalmente, el sentimiento generalizado de que estaban siendo condescendientes en la manera en que abordaban al elector.

Demócratas más hacia la derecha se han atrevido en las últimas horas a decir que el partido ha perdido la capacidad del sentido común. Por ejemplo, cuando se refieren a los votantes hispanos como Latinx, porque es políticamente correcto y evadiendo una realidad pragmática electoral. La comunidad hispana es mayormente conservadora. Otros han resaltado las posiciones tibias frente a las protestas universitarias por la guerra en Gaza, que de trasfondo tenían simplemente el miedo a perder a sus votantes más hacia la izquierda.

Hay analistas que se atreven a afirmar que los demócratas están tan preocupados por alienar a una u otra cohorte de su coalición que no saben exactamente a quien hablarle. En cambio, los republicanos parecen haber encontrado en este ciclo electoral la fórmula de potenciar sus mensajes más allá de la base más radical, que por supuesto existe.

Una renovación interna

Pero no se prevé consenso a la vista. Una de las voces consideradas más de izquierda en el partido, Bernie Sanders, dijo que la razón de la derrota era precisamente porque los demócratas se han olvidado de «la base fundacional del colectivo», en referencia al hombre trabajador de clase media que pertenece a los sindicatos.

El partido debe buscar una reinvención pronto porque en solo dos años vendrán las elecciones de mitad de mandato («mid term» y es una oportunidad para pintar un poco de azul un mapa que hoy es casi absolutamente rojo. Hoy no está claro cómo, más allá del desgaste tradicional de la presidencia, haya una estrategia para salir vencedores en la renovación de la Cámara de Representantes.

Por lo pronto, los derrotados inician el desalojo. El presidente Joe Biden intentará finalizar su mandato defendiendo el legado legislativo que deja, y no se sabe hasta ahora qué planes para el futuro tiene Harris, aunque los más arriesgados creen que podría intentar ir por la presidencia nuevamente, una idea que no tiene por lo pronto mucho apoyo entre las bases del partido.