Río de Janeiro
Bolsonaro mira a Trump para trazar su revolución
El presidente electo de Brasil quiere estrechar lazos con EE UU y anuncia un plan de choque para privatizar empresas públicas y facilitar la tenencia de armas.
El presidente electo de Brasil quiere estrechar lazos con EE UU y anuncia un plan de choque para privatizar empresas públicas y facilitar la tenencia de armas.
Mientras medio mundo lamenta la victoria del ultraderechista Jair Bolsonaro, medio Brasil respira aliviado. «Hoy es un gran día. Hemos sufrido mucho en este país y a partir de ahora las cosas se van a enderezar». Respuestas como la de Marcio, un taxista de Sao Paulo, eran ayer moneda corriente en las calles. Los mercados saludaron con alzas el triunfo del ex capitán de paracaidistas, que asumirá en enero el poder tras vencer con el 55% al progresista Fernando Haddad, del PT.
El domingo también triunfaron candidatos cercanos al presidente electo en las elecciones de 14 de los 27 gobernaturas en juego. El bolsonarista Joao Doria se hizo con el estado de Sao Paulo, y el desconocido Wilson Witzel venció en Río de Janeiro.
El fenómeno Bolsonaro -hasta ahora un diputado por quien nadie daba un duro hace unos meses- comenzó a fraguarse después de las tumultuosas manifestaciones en 2013 durante el Gobierno de Rousseff. «Ya entonces se vieron allí grupos de gente pidiendo el regreso a la dictadura», explica a este periódico el diputado de centro Carlos Bezerra Jr.
Bolsonaro ofreció ayer su primera entrevista a Record TV, controlada por el poderoso obispo evangélico Edir Macedo (un apoyo clave en su victoria), y remarcó que combatirá la corrupción y acelerará las reformas económicas. En un tono distinto al utilizado hasta ahora, explicó después en otras entrevistas a otros canales que "la oposición es bienvenida"y que "la libertad de expresión es sagrada". También reconoció que "un partido o una persona no van a sacar a Brasil de esta situación"de crisis y que se necesita a "ayuda de todos".
El diario la «Folha de Sao Pau» desveló que la primera medida será la eliminación de diez ministerios en vez no de catorce como anunció en campaña. Al parecer, ha sucumbido a las presiones para mantener Energía, Transporte, Comercio y Medio Ambiente como carteras independientes.
Para demostrar a los mercados que su agenda reformista es creíble, quiere comenzar a privatizar activos estatales cuanto antes. El presidente electo ha planteado disminuir el gasto público y reducir la deuda externa, cercana al 80% del PIB, y para ello pretende sacar más de 4.000 millones de euros con la venta de empresas públicas.
También quiere impulsar la reforma del sistema público de pensiones (que amenaza con colapsar según los expertos), algo que el presidente saliente no logró aprobar por falta de apoyo en el Congreso. En este caso, y probablemente en otros, necesitará reformar la Constitución, lo que requiere el apoyo de 308 diputados de los 513 de la cámara baja, y 49 de 81 asientos del Senado.
Tras la elección al Congreso del 7 de octubre, las fuerzas conservadoras han ganado terreno. La llamada «bancada de las BBB» (buey, bala y Biblia), que representan los intereses del campo, la seguridad y los evangélicos, ha crecido, pero no son mayoría absoluta.
Bolsonaro prometió erradicar la compra de escaños, manejo muy habitual en el Congreso brasileño y origen del «caso Mensalao» que dañó al PT de Lula, sin embargo, el economista Alexandre Schwartsman cree que será «difícil que pueda tener ese apoyo sin recurrir a viejas prácticas».
En materia de seguridad, parece que el Congreso no esperará a que tomen posesión los nuevos diputados el próximo febrero para liquidar este mismo año el Estatuto del Desarme, aprobado en la etapa de Lula para reducir el arsenal de armas en manos de particulares. Esta medida permitirá liberar la compra y tenencia de pistolas a los particulares. En la misma agenda está la reducción de la edad penal de 18 a 16 años y la inmunidad a policías que maten a delincuentes, una medida que implicaría tocar la Carta Magna.
Tenencia de armas
En material cultural, desterrará de las aulas la educación sobre igualdad sexual, de género y raza y baraja nombrar a un militar al frente de esta cartera. En medioambiente se teme que restará protección a la Amazonía: «Brasil no soporta tener más del 5% del territorio limitado como reservas indígenas que obstaculizan el desarrollo», ha dicho en el pasado.
En el plano internacional, se alineará claramente con Washington. Ayer, el presidente de EE UU avanzó que ambos países estrecharán alianzas en terreno comercial y militar. El nuevo Brasil mantendrá una línea dura con la Venezuela de Maduro (un tema que abordó en su primera conversación telefónica con Mike Pompeo, secretario de Estado estadounidense) y subirá el tono ante Pekín: «China no está comprando en Brasil, sino que está comprando Brasil», afirmó en campaña sobre su estratégico socio comercial.
También flirteó con sacar al país del Acuerdo de París contra el cambio climático, aunque luego reculó, y no es descartable que pida el ingreso en la OTAN. Bolsonaro no se saldrá de Mercosur pero ha dicho que no quiere estar en bloques ideológicos sino sólo en los que beneficien al país. Paulo Guedes, el futuro ministro de Economia, había dicho la noche de las elecciones que Mercosur no es una prioridad para Brasil.
Sobre el que será su vicepresidente, el general en la reserva Hamilton Mourao, a quien apartó en la campaña por sus declaraciones provocadoras como que iba a quitar la paga extra, Bolsonaro expresó su idea de que éste debe mejorar la manera en que habla a la prensa: "No quiero un vicepresidente decorativo", dijo, y añadió que "no es que yo sea capitán y él sargento, aquí todos somos soldados".
Estas elecciones han supuesto el hundimiento de la derecha tradicional, con los partidos de Michel Temer (presidente saliente) y del ex presidente Henrique Cardoso hundidos por la corrupción y la sensación de la calle de que no saben gobernar para el pueblo. La izquierda sobrevive. Aunque el PT tiene a su fundador encarcelado y ha perdido las presidenciales, ganó cuatro gobernaturas y mantiene una base con al menos el 30%
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