Política
Austria aplica el cordón sanitario a la ultraderecha y ahuyenta el miedo a un gobierno prorruso en el corazón de Europa
El presidente encarga al canciller y líder del conservador ÖVP la formación de un nuevo gobierno con la oposición socialdemócrata tras constatar que nadie está dispuesto a aliarse con el partido ultra
El canciller saliente y jefe del partido conservador austríaco ÖVP, Karl Nehammer, ha aceptado este martes el encargo de que negocie con los socialdemócratas una coalición de Gobierno de la que, en principio, quedará fuera el ultraderechista FPÖ, ganador de las elecciones del pasado día 29.
El líder del Partido Popular austríaco (ÖVP) indicó que aspira a incluir a una tercera formación en la coalición y que quiere un Gobierno estable con una amplia mayoría en el Parlamento.
Conservadores y socialdemócratas suman una ajustada mayoría de 92 de los 183 diputados. El tercer socio sería el liberal Neos (18) o Los Verdes (16).
Nehammer adelantó que los ejes de su Gobierno serán mejorar la competitividad del país, la sanidad y, en concreto, la atención a la dependencia, así como la inmigración, el tema que centra el debate político en Austria impulsado por los ultranacionalistas del FPÖ.
El canciller (primer ministro) saliente aceptó así el encargo formulado por el presidente de Austria, Alexander van der Bellen, tras constatar que ninguna de las otras cuatro fuerzas parlamentarias está dispuesta a pactar con los ultras, que ganaron por primera vez una elecciones generales, con el 28,8% de los votos.
El Partido Popular (ÖVP) quedó segundo con el 26,3%, el socialdemócrata SPÖ sumó el 21,1%, el liberal Neos el 9% y Los Verdes el 8%.
Van der Bellen explicó que ese ha sido el motivo por el que no ha seguido la tradición de encargar al líder del partido más votado la formación de Gobierno. "Austria necesita un gobierno íntegro, estable, que sea capaz de actuar", subrayó el jefe del Estado, que se ha reunido con los líderes de todas las fuerzas parlamentarias antes de tomar esta decisión.
Estos, afirmó, le han comunicado su negativa a pactar con el FPÖ, dirigido por Herbert Kickl, por los riesgos que un Gobierno de ese partido podrían suponer para el Estado de derecho, la democracia liberal, así como por su escaso europeísmo o su proximidad con el Gobierno ruso.
Según el presidente, tanto los conservadores como los socialdemócratas temen que "las enormes preocupaciones de seguridad por parte de los servicios de inteligencia extranjeros restringirían enormemente la cooperación con Austria si Kickl participa en el Gobierno".
El dirigente ultra, por su parte, calificó de "bofetada en la cara" a los electores que no se le haya encargado a él la tarea de intentar formar Ejecutivo. "Pero se lo prometo: Aún no se ha dicho la última palabra. Hoy no es el final de la historia", afirmó el líder del partido xenófobo y ultranacionalista.
También afirmó que si se respetara la voluntad de los electores, la única opción sería un Ejecutivo dirigido por el FPÖ. El FPÖ se refirió a Kickl durante la campaña electoral con el término "Volkskanzler", canciller del pueblo, en alemán, usado por los nazis para denominar al dictador alemán Adolf Hitler.
En su mensaje, Kickl afirmó que la voluntad de los votantes puede ralentizarse pero "no puede impedirse ni detenerse".
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