Imputación
La Justicia de EEUU acorrala a Donald Trump
Tercera imputación. El expresidente, que critica a un país «en declive» y reconoce que nunca había tenido tanto apoyo, comparece hoy ante la juez
El expresidente de Estados Unidos Donald Trump amaneció ayer con una nueva imputación y agradeciendo el apoyo de sus seguidores. Fiel a su estilo, Trump utilizó su red social, Truth, para escribir con letras mayúsculas: «¡Gracias a todos! Nunca he tenido tanto apoyo en algo antes». El magnate agregó que la imputación «ha despertado» al mundo frente a lo que considera «la corrupción, el escándalo y el fracaso que han pasado en los últimos tres años en EE UU». Su país es «una nación en declive, pero la haremos más grande que nunca. ¡Les quiero a todos!», insistió.
Si los próximos meses ya iban a ser legalmente agitados para Trump, ahora todavía más. Un jurado investigadora acusó al expresidente de cuatro cargos federales por sus esfuerzos de intentar anular las elecciones presidenciales de 2020 que finalmente desembocaron en el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021. El magnate comparecerá hoy, en la ciudad de Washington, ante una jueza de la corte federal para la lectura de cargos.
Trump se enfrenta a un cargo de conspiración «mediante el uso de la deshonestidad, el fraude y el engaño para obstruir el proceso nacional de recopilación, recuento y certificación de los resultados de las elecciones presidenciales», que conlleva una sentencia máxima de cinco años de prisión. También, a una sentencia máxima de 20 años de cárcel por conspirar para impedir que el Congreso certifique los resultados recogidos por las urnas y a una sentencia de diez años por conspirar contra el derecho al voto. El cuarto cargo conlleva una sentencia de 20 años por intento de obstruir la certificación de las papeletas. El caso ha sido asignado a la jueza de distrito Tanya Chutkan, nombrada por el expresidente Barack Obama, y que es conocida por dar las sentencias más duras en los casos del asalto al Capitolio.
«Este no es sino otro capítulo corrupto en el patético intento de la familia criminal de Biden y su títere Departamento de Justicia para interferir en las elecciones presidenciales de 2024», reaccionó el equipo de su campaña electoral al conocer la imputación. En su escrito acusatorio, los fiscales federales aseguran que Trump «estaba decidido a permanecer en el poder», tras su derrota en las elecciones de 2020, y añaden que «durante más de dos meses después del día de las elecciones el 3 de noviembre de 2020, el acusado difundió mentiras de que hubo fraude», cuando todas las investigaciones hasta el momento han apuntado a lo contrario. «Estas afirmaciones eran falsas y el acusado lo sabía». Los investigadores además añaden que el exmandatario no actuó solo, y suman en esta causa otros «cómplices» que Trump «reclutó para ayudarle en sus esfuerzos criminales para anular los resultados legítimos». El primer presunto colaborador es el exabogado del magnate, Rudy Giuliani; le sigue John Eastman, también abogado (presuntamente difundió un documento con un plan para que el exvicepresidente Mike Pence anulara las elecciones de 2020 cuando estaba al frente de la certificación del Colegio Electoral el 6 de enero de 2021); el tercer cómplice es Sidney Powell, otra exabogada de Trump que fue quién presentó la demanda contra el gobernador de Georgia por «fraude electoral masivo». Además, el documento incluye a un exfuncionario de Justicia, Jeffrey Clark, que al parecer, trató de utilizar el Departamento para anular los comicios; un quinto cómplice también abogado y un sexto del que no se ha revelado la identidad, pero se trataría de «un consultor político que ayudó a implementar un plan para presentar listas fraudulentas de electores presidenciales con el fin de obstruir el procedimiento de certificación».
La decisión de Jack Smith, el fiscal especial al frente de la investigación, de presentar cargos contra el expresidente es un golpe sobre la mesa para recordarle a Trump que nadie está por encima de la ley, ni siquiera él.
A pesar de no ser la causa que recoge más cargos, si es la más importante. Muchos ven en la actuación de Trump ese fatídico 6 de enero una traición a sus deberes constitucionales, un atentado contra la representación más democrática de EE UU, su Capitolio. El edificio que alberga las dos cámaras del Congreso, el lugar donde se redactan las leyes que rigen la nación, el símbolo donde los presidentes juran «solemnemente que desempeñaré el cargo de presidente de EE UU y, en la medida de mis posibilidades, preservaré, protegeré, y defenderé la Constitución», reza el texto constitucional en su artículo II, Sección I.
Hay que recordar que Trump ya se libró de un juicio político relacionado con su presunto intento de anular los resultados de las elecciones, y que él siempre ha negado que fuera culpable. La misma inocencia que defiende en el resto de los litigios que tiene pendientes. EE UU se mueve en terreno desconocido, es el primer expresidente buscando la reelección con tres causas civiles y tres procesos penales en marcha. Todavía es pronto para saber cuándo tendrá lugar el juicio por esta causa, pero posiblemente Trump se siente en el banquillo de los acusados de Nueva York, Florida y la ciudad de Washington mientras intenta regresar a la Casa Blanca.
De momento, el proceso para juzgar el presunto mal manejo de los documentos clasificados en la mansión de Trump de Mar-a-Lago arrancará el 20 de mayo. El de Nueva York por 34 cargos criminales llegará a la Corte de Manhattan el 24 de marzo. Parece razonable suponer que esta nueva causa llegue a sala después de los anteriores y para entonces ya deberíamos conocer el nombre del candidato republicano para las elecciones presidenciales del 2024.
¿Cómo afectarán a Trump sus cruzadas judiciales en las primarias republicanas o en su reconquista de la Casa Blanca? La evidencia recogida hasta ahora nos dice que los problemas legales lastiman poco al expresidente y de hecho, lo empoderan ante sus seguidores. Después de cada acusación, Trump ha visto aumentar considerablemente las arcas de su campaña y las encuestas siempre lo han situado a la cabeza de sus competidores republicanos. El expresidente supera a su rival más cercano, Ron DeSantis, por 30 puntos en las encuestas nacionales.
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