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Avalancha

Estados Unidos hace frente a una de sus peores crisis migratorias en la frontera con México

Cerca de 150.000 inmigrantes latinoamericanos esperan el fin del Título 42, mientras la Administración Biden ha cambiado el Título 42 por el Título 8 para reservarse el derecho de expulsión de los irregulares

El perfil del inmigrante ha cambiado, ya nos son hombres solos sino familias enteras ASSOCIATED PRESSAP

El instinto de supervivencia es un impulso innato en el ser humano que nos empuja a hacer lo que haga falta cuando nuestra vida está en peligro. Con eso claro, hablemos de los 150.000 inmigrantes que anoche esperaban el fin del Título 42 (una norma sanitaria impuesta por Donald Trump durante la pandemia que permitía la rápida expulsión de inmigrantes en vez de permitirles quedarse en el país esperando su cita en la corte) en las ciudades fronterizas al norte de México. El falso rumor de que cuando se levantara esta medida entrar en EE UU sería coser y cantar, ha sido motivo suficiente para que miles de personas hayan dejado atrás todolo que tenían en los últimos meses para poner rumbo hacia el sueño americano.

No se trata de un viaje de placer, huyen de la dura realidad de sus países de origen, de dictaduras, crimen y hambruna. Venezolanos que ya vivían una de las peores crisis económicas antes de la pandemia y tras ella aún se encuentran en peor situación. Colombianos que enfrentan hambre y un desempleo que ha alcanzado tras la pandemia su tasa más amplia, allí los trabajadores cada vez tienen menos protección. Brasileños que consiguieron el trágico récord mundial de muertes por Covid-19. Tampoco ayuda la violencia de las pandillas en países como Ecuador o el brote de cólera y la hambruna que ha sufrido Haití. Esa es la realidad detrás de las miles de personas que aguardan a las puertas de EE UU.

Las imágenes en la frontera sur son desgarradoras, igual que los testimonios de los que llevan varios días allí esperando bajo el sol, sin comida ni agua, con niños que no entienden porque sus padres los condenan a este largo viaje aun cuando es con la esperanza de ofrecerles una vida mejor que la que tenían. Si en los años 80 el perfil del migrante era el de un hombre solo, joven, que viajaba a EE UU en busca de trabajo, ahora la estampa es una fiel descripción de la cruda realidad que atraviesa gran parte de Latino América. Se ven padres jóvenes con bebés, menores que llegan solos porque en su familia solo había dinero para un viaje. Familias que han empeñado todo lo que tenían para poder pagar el precio del billete de un viaje en el que se juegan la vida, una larga travesía a pie que puede durar meses. Ahora no pueden dar marcha atrás. No es una opción regresar allí ya no les quedan nada más que deudas. Como decía el presentador de Univisión Jorge Ramos desde uno de los campamentos de inmigrantes, ¨han quemado todas las naves y no pueden volver¨.

Medidas draconianas

Es el drama en la frontera que amenaza con agravarse aún más. La Administración de Joe Biden ha puesto en marcha una serie de medidas de control sin precedentes y eso está llevando al caos y la confusión. Muchos ayer ya no sabían si era mejor pasar antes o después de las 11:59 pm del jueves. ¨Es ahora o nunca¨, les decía frente a las cámaras locales un padre de familia a sus hijos para que se apresuraran a cruzar el peligroso río. Antes de la medianoche de ayer, muchos inmigrantes trataban de acceder al país por temor a que a partir del viernes las nuevas normas fueran más duras. Y hoy otros miles tratarán de hacerlo también sin saber muy bien que EE UU ya está preparado.

El Título 42 ha sido sustituido por el número 8 que tiene años de antigüedad y por el que según el Departamento de Seguridad Nacional de EE UU (DHS, por sus siglas en inglés) ¨una persona que es expulsada está sujeta a una prohibición de admisión a EE UU de al menos 5 años y puede enfrentar un proceso penal por cualquier intento posterior de cruzar la frontera ilegalmente¨, es decir, podrán ser arrestados y procesados también para una deportación rápida.

Pero está no es la única medida que se ha puesto en marcha. La Administración de Biden se ha propuesto llevar un estricto control de los inmigrantes que entren al país, pidan asilo y califiquen. No se les va a detener, pero tampoco estarán completamente libres porque se les va a colocar un grillete electrónico con GPS en el tobillo para controlarlos en todo momento, y se les impondrá un toque de queda en cuatro ciudades mientras las autoridades estudian sus casos – ya el año pasado se puso a prueba un programa similar en Baltimore y Houston con toque de queda desde el anochecer hasta el amanecer-, así lo ha confirmado el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés). Las familias que no sean aceptadas tras presentarse en la entrevista en la Corte serán deportadas en un plazo de 30 días.

ICE quiere que se corra la voz de las nuevas reglas, porque sus peores enemigos, los llamados ¨coyotes¨ (traficantes que cobran altas sumas de dinero por facilitar el viaje hasta EE UU) aprovechan cualquier cambio o circunstancia en la frontera para alentar a sus clientes con información errónea de que ¨ahora es el momento para entrar¨. ¨Las familias no deben creer las mentiras de los traficantes. Al igual que los adultos solteros, los no ciudadanos que viajen con sus hijos y no tengan un motivo legal para permanecer en EE UU serán expulsados rápidamente¨, dijo en su comunicado el ICE. Ahora habrá que ver hasta qué punto estas advertencias y nuevas medidas son suficientes para enfrentar la desesperación humana.