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OPINIÓN: La santidad fuente de renovación
El domingo de Pentecostés, en el momento de la oración del Ángelus, el Papa Benedicto XVI anunció algo que debiéramos entender muy bien. Anunció que el próximo domingo 7 de octubre, día en que se abrirá la asamblea del Sínodo de los Obispos sobre «La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana», declarará dos nuevos doctores de la Iglesia, un hombre y una mujer: san Juan de Ávila y santa Hildegarda de Bingen.
¿Qué nos ha querido expresar el Santo Padre con esta decisión? Me parece que la respuesta es clara: nos quiere decir aquello que ya afirmó el Sínodo del año 1985 en su documento final: «Los santos y las santas han sido siempre fuente y origen de renovación en las circunstancias más difíciles de la historia de la Iglesia».
Poner el esfuerzo evangelizador de la Iglesia actual bajo el signo de la santidad es una opción llena de consecuencias. Y el Papa es muy consciente de ello. Como es también muy consciente de la fuerte crisis de fe y de práctica religiosa, sobre todo en las naciones de Europa. Así pudo afirmar en su discurso ante la Curia Romana del pasado 22 de diciembre, con motivo de las fiestas navideñas: «No sólo los fieles creyentes, sino también otros ajenos, observan con preocupación cómo los que van regularmente a la iglesia son cada vez más ancianos y su número disminuye continuamente; cómo hay un estancamiento de las vocaciones al sacerdocio; cómo crecen el escepticismo y la incredulidad».
Ante este diagnóstico tan realista, el Papa se preguntaba: «Ante tal situación, ¿qué debemos hacer? Hay infinidad de discusiones sobre lo que se debe de hacer para invertir la tendencia. Ciertamente, se deben hacer muchas cosas. Pero el hacer, por sí solo, no resuelve el problema. Como afirmé en Friburgo –añadió el Santo Padre- el núcleo de la crisis de la Iglesia en Europa es la crisis de fe. Si no hallamos una respuesta a ella, si la fe no adquiere nueva vitalidad, con una convicción profunda y una fuerza real gracias al encuentro con Jesucristo, todas las demás reformas serán ineficaces».
Aquí tenemos la explicación de la iniciativa de Benedicto XVI de convocar a partir del próximo 11 de octubre para toda la Iglesia un especial «Año de la Fe». Esto explica también la proclamación de estos dos nuevos doctores de la Iglesia –que son como los grandes maestros de la fe cristiana– coincidiendo con la apertura de los trabajos del Sínodo sobre la evangelización.
San Juan de Ávila, que vivió en el siglo XVI, es un eminente representante de la reforma católica en nuestro país; él unió santidad y evangelización. Estuvo en contacto con grandes reformadores católicos como santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz, y evangelizó sobre todo las tierras de Andalucía.
Santa Hildegarda de Bingen fue una monja benedictina de la época medieval. También ella, desde una profunda espiritualidad, inspirada en la Biblia, impulsó la reforma en su Renania natal. Su nombre se une a los nombres femeninos presentes entre los doctores de la Iglesia: Teresa de Jesús, Catalina de Siena y Teresa del Niño Jesús.
Ante la actual crisis de fe, debemos reafirmar que la auténtica renovación de la Iglesia nace de la santidad. Y su reforma, siempre necesaria, depende del enriquecimiento de la inteligencia de la fe, camino necesario para que el cristianismo responda a las necesidades de los hombres y mujeres de hoy.
Lluís Martínez- Sistach
Cardenal arzobispo de Barcelona
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