Ahora Madrid
Vuelve el «glamour» por Luis Fernández
La Gran Vía madrileña siempre ha sido el corazón glamuroso de la España moderna. Fue un hachazo modernizador que convirtió la vieja ciudad en un foco de atracción turístico, ciudadano y comercial, similar a los grandes bulevares parisienses. Y también, el eje dinamizador de una gran ciudad, a la altura de las grandes capitales europeas.
Tanto antes como después de la guerra, la Gran Vía vivió los más importantes acontecimientos políticos y culturales, sin variar su fisonomía establecida a comienzos de siglo. Durante la Guerra Civil llegó a llamarse la Avenida de la Unión Soviética y en 1939 Gran Vía de José Antonio. Pero no sería hasta 1981 cuando se llamó Gran Vía.
Todavía se recuerdan los trazos que fueron dejando a su paso famosos escritores, toreros, políticos y estrellas como Ernest Hemingway, Luis Miguel Dominguín, Frank Sinatra, Ava Gardner, Cary Grant y Orson Welles, saliendo de Chicote para entrar en el Pasapoga.
Fue fundamentalmente el cine de los años 50 y 60 el que convirtió la Gran Vía en el centro de promoción de las películas y las estrellas más rutilantes que ha dado el cine español.
No hubo acontecimiento cinematográfico que no tuviera su reflejo glamuroso en los noticieros del No-Do. Grandes estrenos, hermosas estrellas de cine y cantantes pop saliendo de Haigas, espectaculares, saludando a los numerosos fans que se apretaban en las aceras para ver de cerca a Carmen Sevilla, Sara Montiel o Marisol. Hasta no hace mucho, de cada una de aquellas espectaculares salas de cine colgaban inmensos cartelones pintados para anunciar los estrenos. Un derroche que hoy puede antojarse de una excentricidad extemporánea.
Porque el derroche y el «glamour» han ido indisociablemente ligados a la espectacular Gran Vía de aquellos años, cuando productores como Samuel Bronston o Cesáreo González eran tan importantes como los intérpretes de sus grandes producciones. Películas que se estrenaban en cines míticos como el Rex, Capitol, Avenida, Callao, Palacio de la Prensa y Palacio de la Música, muchos años antes de se convirtieran en multisalas y algunos, en tiendas de marcas juveniles.
Hoy, con las inmensas pantallas LED de alta definición que se han instalado en la fachada del cine Callao y las tres recién inauguradas en el Palacio de la Prensa, la Gran Vía volverá a brillar con el aire futurista de «Blade Runner», anunciando de nuevo la ciudad del futuro.
Luis Fernández
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