"La crisis económica que se está viviendo, y de la que se ha hablado en la reunión del G20, debe ser considerada con seriedad", inició el Papa su discurso, en el que pidió "una revisión profunda del modelo de desarrollo económico global".

El Papa criticó además "la tentación"de los países más ricos a "recurrir a alianzas ventajosas"que "pueden resultar dañinas para otros Estados más pobres, prolongando situaciones de pobreza extrema de masas de hombres y mujeres y acabando con los recursos naturales de la Tierra".

Ante "el perdurar del desequilibrio entre riqueza y pobreza, el escándalo del hambre, la emergencia ecológica y, el problema del desempleo", Benedicto XVI consideró que es "decisivo un relanzamiento estratégico de la agricultura".

"Me parece un buen momento para hacer un llamamiento para que se vuelva a valorar la agricultura, no en sentido nostálgico, sino como un recurso indispensable para el futuro", subrayó.

El Papa explicó que muchos jóvenes, entre ellos muchos con carreras universitarias, "han elegido dedicarse a la empresa agrícola, "respondiendo así a la necesidades personales y familiares, a una señal de los tiempos, y demostrando una sensibilidad concreta para el bien común".

Joseph Ratzinger también criticó a los países donde, "a pesar de la crisis, se incentivan estilos de vida que invitan a un consumo insostenible, que resulta dañoso para el ambiente y para los pobres".

"Hay que apuntar, entonces, a un nuevo equilibrio entre agricultura, industria y servicios, para que el desarrollo sea sostenible y a nadie falte el pan y el trabajo, el aire, el agua y el resto de recursos que sean preservadas como bienes universales", añadió.