Moscú

La «lista negra» de Penélope Cruz por Jesús MARIÑAS

No tuvo nada de entrañable el reencuentro de Penélope con la tierra que la vio nacer, hacerse actriz tras frustrarse como bailarina y ofrecernos una retahíla de noviazgos muy bien montados. No sé por qué pienso en Matt Damon, Nicolas Cage o Tom Cruise.

087nac21fot3
087nac21fot3larazon

Este último lo pasaba mejor con Eduardo Cruz y Miguel Ángel Muñoz. Se entendían compartiendo aficiones masculinas mientras el sexo débil quedaba bastante marginado, especialmente cuando esquiaban en Aspen (Colorado). La actriz de Alcobendas ha dado nueva muestra de su rechazo a las raíces patrias y recurrió a una imperdonable «lista negra» en su rueda de prensa para presentar «Piratas del Caribe». Es algo que aprendió de Almodóvar y que en Hollywood no superó. Pues bien, el encuentro con los medios en el hotel Villamagna no diría que fue masivo. Rosa Lagarrigue, la iracunda portavoz de Pe, discriminó o clasificó: «Nada de prensa del corazón», era la orden, como si la guapa y aún rolliza hija de Encarna Sánchez y el enamoradizo Eduardo –que en tiempos de «Tómbola» roneó con Lidia Lozano– fuese un Nobel de Química con fórmulas secretas para una nueva bomba. Pasmados se quedaron los fotógrafos de «Semana» y «Lecturas», revistas nada comprometidas en la vida privada, al ver coartado su deber profesional. Igual pasó con los «alcachoferos» de todas las teles pendientes de subrayar esta cuarta edición de «Piratas» que no hará época. Los palos han sido tremendos donde se ha estrenado. Resulta decepcionante porque, salvo en ambientación, en nada se parece a sus antecesoras, con un inefable Deep que mientras realzó el estreno de Moscú o París, aquí no se dejó ver. Una nueva afrenta a un público español muy aparejado al distanciamiento marcado por Penélope. Sus desaires son tan constantes como los de su marido Bardem, excelente intérprete de personajes con carácter como en «No es país para viejos», algo que no ha conseguido con la patética «Vicky Cristina Barcelona», donde Woody Allen empezó a declinar. Pues bien, Pe se asemeja a una renegada: tuvo al niño en Estados Unidos, allí habló pródigamente de tal maternidad y mostró generosa las primeras fotografías del crío; por donde va cuenta y no acaba. Pero aquí impone límites, condiciona y margina a medios que la han aupado y ayudado a llegar a donde está. Cabría preguntarse si el éxito emborracha o entontece a la que aspira a ser la nueva Sofía Loren. Pues no le queda nada.