Devaneos
Íñigo Onieva y la noche madrileña sin Tamara Falcó
Mientras la marquesa de Griñón vive su Cuaresma en recogimiento, el empresario disfruta de una velada distendida en la capital.

¿La noche madrileña confunde a Íñigo Onieva? Puede ser, lo que sí es cierto es que conoce a la perfección cómo divertirse en ella. Apenas unas horas después de su aparición con Tamara Falcó en la inauguración de ARCO, el empresario se dejó ver en una velada más distendida en compañía de un amigo y dos amigas. Mientras la marquesa de Griñón se retiraba a la salida de la feria, su esposo se entregaba a una noche de diversión que ha desatado miradas y rumores.

No es un secreto que Íñigo y Tamara han cultivado una relación marcada por la exposición mediática y un equilibrio delicado entre amor y polémica. Si bien la hija de Isabel Preysler y el fallecido marqués de Griñón ha demostrado una paciencia infinita ante los murmullos que rodean su matrimonio, las imágenes exclusivas que hoy, miércoles 12 de marzo, publica la revista "Diez Minutos" añaden un nuevo capítulo a la historia. Él, relajado y risueño, disfrutando de una cena en buena compañía; ella, ausente en la escena, pero inevitablemente ¿presente en la conversación?. En esta ocasión, la razón de su ausencia parece clara: Tamara Falcó se encuentra inmersa en la Cuaresma, un periodo de reflexión y recogimiento espiritual que prefiere vivir alejada de los planes nocturnos y el bullicio de la ciudad.
¿Qué significa esta escapada nocturna? Para algunos, una simple anécdota sin mayor trascendencia. Para otros, la prueba de que el glamour del día no siempre se traduce en una unión inquebrantable al caer la noche. La feria ARCO, que sirvió de escenario para su última aparición en pareja, dejó en el aire más preguntas que certezas. ¿Están escribiendo cada uno su propia historia dentro del mismo matrimonio? ¿O es simplemente la naturaleza de una relación moderna, en la que la independencia y la vida social juegan un papel tan importante como el amor mismo?
De momento, Tamara mantiene su sonrisa imperturbable, enfrentando con humor las especulaciones. Íñigo, por su parte, sigue navegando entre la discreción y la espontaneidad, moviéndose con soltura entre dos mundos que a veces parecen no tocarse.