La historia de la exclusiva joya inspirada en el Palacio de Liria que Eugenia Martínez de Irujo ha regalado a Amaia Montero

Las dos fueron pareja de Gonzalo Miró, pero en contra de lo que manda el cliché, Amaia Montero y Eugenia Martínez de Irujo mantienen una estrecha amistad a la que no afecta en absoluto su compartido romance con el televisivo. De hecho, la hija de la duquesa de Alba no dudó en apoyar públicamente a la cantante cuando el pasado verano regresó a los escenarios tras un tiempo alejada de la mano de Karol G.

“Es una bellísima persona, aparte de una grandísima artista de este país. Se merece todo lo bueno que le pase, yo la quiero muchísimo, está muy feliz y estamos todos muy felices por ello”, dijo la aristócrata, dejando claro lo unidas que están.

Un cariño y afecto colosales que en esta ocasión se han visto reflejados con el regalo que Eugenia Martínez de Irujo ha hecho llegar a Amaia Montero. Se trata de una de las joyas que ella misma diseñó en el marco de su colección cápsula con Tous, una imponente cruz dorada inspirada en la que aparece en el cuadro de María Estuardo que cuelga sobre una de las paredes del Palacio de Liria. Una “joya con historia” que ahora está en manos de la intérprete de “Rosas”, entre otros temas que han pasado a la historia del pop en español.

“Gracias queridísima Eugenia. Tú sabías que me encantaba esta cruz maravillosa creada por ti, ¡eres una verdadera artista! Gracias por este regalo que guardaré como un tesoro. Te quiero infinito, amiga”, ha expresado Amaia Montero.

La pieza en cuestión es una cruz dorada con una gran piedra preciosa engarzada en el centro, una joya exclusiva de la colección de Eugenia Martínez de Irujo para Tous que solo está disponible en las boutiques de la firma de joyería.

Un cuadro anónimo

La obra de María Estuardo en la que Eugenia Martínez de Irujo se inspiró no tiene autor conocido y parece datar del año 1577. Reina de Escocia entre 1542 y 1567, su vida no fue precisamente fácil. Enviudó hasta tres veces y su falta de determinación le impidió ejercer el poder que le correspondía como monarca.

Su reinado no terminó de la mejor manera, puesto que fue prisionera durante 18 años acusada de conspirar contra el trono de la vecina Inglaterra. Finalmente, la Reina Isabel I mandó a decapitar a María Estuardo en febrero de 1587 en el castillo de Fotheringhay, donde fue ejecutada y pasó a la historia como mártir católica.