Opinión
La vida nos viste y nos desviste
Me ha hecho muy feliz que diez de mis vestidos se queden en el Museo del Traje y puedan contemplarse allí
A veces la vida nos sorprende y hace regalos que no esperamos, como el que he tenido esta semana, que me ha alegrado muchísimo. Hace unos meses decidí que poco a poco quería desprenderme de piezas de mi colección de Alta Costura, ya que en este momento de mi vida quiero ir más ligera de equipaje. La vida son etapas. Hay algunas en las que nos satisface rodearnos de piezas y vestidos preciosos de la misma forma que compramos arte y otras, como en la que estoy ahora, que me hace feliz que tengan una segunda vida –lo que ahora llaman moda sostenible– y otras personas puedan disfrutar de ellas. Que esas prendas vivan en otras manos a precios muy asequibles.
Me puse en contacto con Consuelo Durán y decidimos organizar una subasta. Yo pensababa una pequeña subasta para tantear, ya que en España no es muy habitual. A mí me gustaba más que se quedasen las piezas en mi país, aunque realmente se ha pujado mucho en plataformas internacionales. Mi gran sorpresa ha sido que el Ministerio de Cultura ha comprado diez vestidos preciosos, creo que de lo mejor de la colección. El Estado tiene derecho de tanteo. Eso quiere decir que, aunque otra persona haya pujado y esté adjudicado, ellos tienen un derecho preferente y pueden quedárselo por la última cantidad de la puja.
Lo siento mucho por la gran desilusión de algunas personas que ya se creían poseedoras de su vestido favorito. Pero me ha hecho muy feliz que diez de mis vestidos se queden en el Museo del Traje y puedan contemplarse allí, ya que se conservarán divinamente para siempre, dejando mi pequeño legado. Lo más importante es que Cultura dé el valor exacto y su lugar a piezas con el respeto que merecen por todo el trabajo y creatividad que hay detrás de cada una de ellas. Todas esas personas que han trabajado para crear una obra de arte, patronistas, cortadores, modistas y bordadores. Muchas veces he sentido que en España, al contrario que Francia, Italia o Inglaterra, no se le ha dado el valor que tienen, a pesar de los grandes creadores. Algunos, como Paco Rabane o Balenciaga, tuvieron que irse a Francia para triunfar.
La moda define, junto a la arquitectura, una pintura, una foto o una película, en qué momento histórico nos encontramos, el estatus social de quién la lleva. Es lo primero que hacemos al despertarnos. Vestirse es un ritual y una forma de embellecernos. Es también una tarjeta de presentación. La moda nos desviste y dice mucho de nosotros y de nuestra forma de ser y vivir.
Hablando de vivir y de reflexión, no se pierdan la película «Rita», escrita, dirigida e interpretada por Paz Vega. Una verdadera obra de arte en la que la cámara se recrea con mil detalles, describiendo un momento de España después de la Transición en Sevilla. Un cine de arte, poesía y sensibilidad que te emociona, con tres niños llenos de ternura y naturalidad.
Paz Vega demuestra su buen gusto para contarnos una historia en la que la violencia de género forma parte de una familia que, al menos a mí, me mantuvo en muchos momentos sin dejar de sonreír ante esa cotidianeidad tan bella y a veces tan dura, con un padre que ni él mismo se daba cuenta de su violencia. Le educaron para repetir conductas de una sociedad dominada por una extraña hombría. Enhorabuena, Paz, por este maravilloso trabajo.
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