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MET Gala: la cena de los 300.000 dólares por mesa
Así se desarrolla la fiesta más importante del mundo de la moda, que marca el quién es quien de las celebrities internacionales
Hace unos años, el documental «El primer lunes de mayo» nos enseñaba cómo se gesta la exposición de moda más importante del mundo, la que todos los años inaugura el Metropolitan Museum de Nueva York. Pero, curiosamente, esta «película» no se fija específicamente en la exhibición, sino que centra más su atención en la gala de inauguración, la famosa MET Gala que año tras años compite con los Oscars por ser la que más famosos congregue. El título del documental, de hecho, remarca eso, ya que la tradición es que el primer lunes de mayo se realice la famosa alfombra roja, sea cuando sea el día de apertura de la muestra. En esta ocasión, el próximo 5 de mayo será cuando el público en general pueda ver la muestra que rinde homenaje a Karl Lagerfeld.
La temática de la noche, eso sí, viene impuesta por la propia exposición. En este caso era un homenaje al maestro alemán de la moda. Y aquí es donde se observa el conocimiento (bastante escaso generalmente) sobre la materia del público que suele asistir. El lunes pasado llamaba la atención como la compañera del periodista Derek Blasberg en la retransmisión de la entrada a la alfombra roja, la cómica Chloe Fineman, aseguraba que desconocía cómo se pronunciaba correctamente Chanel, Patou y Balmain, tres de las casas en las que Lagerfeld desarrolló su trabajo. La propia Stella McCartney llegó a preguntarle durante su entrevista, medio en broma medio en serio, si lo que estaba haciendo era a propósito o resultaba ser una falta total de conocimiento acerca del tema.
Anna Wintour confesaba el lunes por la noche que había podido supervisar algunos de los looks de los invitados, que pagan una media de 50.000 dólares por un ticket a no ser que vayan invitados por las marcas de moda, que abonan, en ese caso, 300.000 dólares por una mesa. Ella suele emparejar marcas y famosos, que aprovecharon esta semana la alfombra roja para rendir su particular homenaje a uno de los mayores creadores del siglo XX. Eso sí, la mayoría apostaron por rendirlo a la etapa de Lagerfeld en Chanel, olvidando su trabajo en Patou, Balmain, Fendi o Chloé. El binomio blanco y negro, las perlas y el tweed se adueñó el lunes de una alfombra en tonos pastel protegida por más de 100.000 botellas de plástico recicladas, diseño del arquitecto Tadao Ando.
Por allí vimos a Nicole Kidman dando una lección de elegancia gracias al icónico vestido que lució en el anuncio que protagonizó de Chanel Nº 5, igual que Gisele, que recuperó un vestido que ya se había puesto en un editorial de moda. Las embajadoras de la firma Penélope Cruz (que también ejercía de anfitriona) y Margot Robbie recurrieron al archivo de la casa de la camelia, la primera con un vestido que llevó Inés de la Fressange en 1988, y la segunda con una creación que había lucido Cindy Crawford.
Una oda a la belleza
La popularidad de Lagerfeld, un verdadero icono pop, ayudó en parte a que los asistentes dieran en el clavo con el dress code. La belleza se impuso de manera general, como en el mix Versace-Chanel que lució Anne Hathaway, o la reinterpretación que hizo el español Manu Ríos, con un diseño de la firma (no del diseñador) Karl Lagerfeld. Pero también hubo quien se resistió a la discreción. Fue el caso de Rihanna, con una inmensa creación de Valentino, o Glenn Close, que, de la mano de la firma Erdem, también buscó su momento para la foto.
La marca que más méritos hizo esta vez para ocupar todos los titulares fue Thom Browne. Vistió, entre otros, a Janelle Monáe que nos dejó una de las anécdotas de la noche, al desnudarse en la alfombra roja. El actor Jeremy Pope también buscó su momento con una capa XXL con el rostro del diseñador, aunque quien se llevó «el gato al agua», fue Jared Letto. El actor apareció disfrazado de ese animal. Para los no iniciados, fue una excentricidad más, pero, para los que conocen el universo de Lagerfeld, lo cierto es que fue un bonito homenaje a Choupette, la mascota del káiser de la moda a la que incluso incluyó en su testamento.
La fortuna que se llevó el animal –las leyes alemanas permiten incluir a las mascotas en las últimas voluntades– le permitieron mantener su alto nivel de vida tras la muerte de su dueño. Cuidadores, latas de paté de pollo y caviar en platos de diseño o moverse en jet privado son algunos de los lujos con los que cuenta este felino.
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