
Naturaleza
Así es el impresionante bosque de gigantes de Galicia declarado Monumento Natural
Alberga uno de los árboles con mayor envergadura de Europa, el ‘Avó’ (abuelo), con más de 145 años, 67 metros de altura y 10,5 de diámetro

A unos seis kilómetros de Viveiro, por la carretera que conduce a Mondoñedo (LU-540), se aparta un pequeño sendero en medio de la parroquia de Chavín. Todo ello en la misma provincia de Lugo, en la que la lluvia, el sol y la humedad han dado vida, con el paso del tiempo y de las décadas, a uno de esos paisajes de Galicia tan inesperados como impresionantes: el Souto da Retorta.
Una especie de bosque de gigantes que dimensiona la humanidad del invitado, cualquiera que por allí se adentre, y que camine, despacio, entre árboles eternos que llegaron de fuera y que se mezclan con especies autóctonas, más verdes, más humanas, menos grandes.
Nos estamos refiriendo a los eucaliptos, que, lejos de lo que algunos puedan pensar, no son ni por asomo tan gallegos como el carballo o los castaños. Introducidos en el siglo XIX por un religioso gallego que trajo sus semillas de tierras australianas, hoy los ejemplares, adaptados al clima de Galicia, se suceden aquí y allá resultando, muchas veces, causa y consecuencia de la voracidad de los incendios forestales.
Pero más allá de ese mal augurio propiciado por las llamas, lo cierto es que esos mismos eucaliptos pueden ofrecer, también, un espectáculo fascinante. Muestra de ello es este soto, poblado con 600 ejemplares que se elevan buscando el cielo de un modo casi eterno.

El abuelo
Y en medio de todos ellos, uno llama especialmente la atención: el ‘Avó’, abuelo en gallego, que está allí, en el Souto da Retorta desde 1880. Tiempo suficiente para crecer, para expandirse, para estirar tronco y ramas en busca de lo infinito.
Hoy el abuelo, uno de los árboles con mayor envergadura de Europa, suma más de 67 metros de altura y unos 10,5 m de perímetro. Se trata de una de esas visiones inauditas que, en medio del paseo por el bosque, invita al visitante a admirar sus colosales dimensiones -las suyas, y las de los muchos otros ejemplares que lo acompañan- y jugar a abrazar sus troncos tratando, sin lograrlo, de formar una cadena con los brazos.
Ante esta visión no resulta extraño que el Souto, conocido también como el Eucaliptal de Chavín, sea Monumento Natural, distinción que ostenta desde el año 2000. Allí el paseo resulta fácil, casi obligado, serpenteando el camino entre el río Landro y el canal de desagüe de la presa situada aguas arriba.
En apenas un kilómetro de fácil caminata, uno puede descubrir a los abuelos de todos esos eucaliptos que hoy se expanden por la franja costera de Galicia, y que fueron plantados en este espacio para para ayudar en el drenaje de los terrenos bajos encharcados por los arroyos del propio Landro.
El itinerario arranca en el lugar de Calvoso y finaliza, por supuesto, a la sombra del ‘Avó’. Hasta allí, las riberas del Landro muestran parte de la historia natural de Galicia. Esa que vio llegar a los eucaliptos hace más de siglo y medio y que, como suele ser habitual en los gallegos, logró integrarlos hasta hacerlos casi suyos. O sin casi.
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