30 años del asesinato de Ordóñez

"Es muy importante darles a los políticos del PP", la consigna de ETA tras Bidart

Tras la caída de su cúpula en la localidad francesa en 1992, la estrategia de ETA puso a los representantes públicos en la diana

Homenaje a Gregorio Ordóñez frente al bar "La Cepa" de San Sebastián, donde fue asesinado a tiros en 1995
Una comitiva parte desde el Ayuntamiento de San Sebastián, atraviesa la Calle Mayor y se dirige a la Calle 31 de agosto hasta llegar a la altura del bar La Cepa, en el que se cometió el atentado en el que ETA asesinó al político del PP Gregorio Ordóñez. Una vez allí, el Ayuntamiento descubre una placa. En San Sebastián (Euskadi/España) a 25 de enero de 2020.Unanue Europa Press

El asesinato de Gregorio Ordóñez no fue uno más. Significó para ETA el paradigma de un cambio de rumbo tras la desarticulación de su dirección en Bidart (Francia) en 1992. Dos integrantes de la banda criminal –«Mikel Antza» e «Iñaki de Rentería»– fueron, según la Guardia Civil, los encargados de «sacar a la organización terrorista de su letargo». Con un objetivo claro: situar a los políticos en la diana para forzar al Gobierno a negociar. La «socialización del sufrimiento», lo llamaron.

Esa estrategia criminal se evidenciaba ya en julio de 1993, apenas año y medio antes del asesinato de Ordóñez, en un boletín interno intervenido a ETA. El documento es revelador de las intenciones de la renovada cúpula etarra. «El día que vayan al funeral de un compañero de partido –arengaba la dirección a sus «comandos»–, cuando vuelvan a casa quizás piensen que es hora de encontrar soluciones o quizás le toque estar en el lugar que estaba el otro (o sea en una caja de pino y con los pies por delante)».

Estas instrucciones están incorporadas a un informe de la Guardia Civil de 2015 en el que atribuye la responsabilidad del asesinato del concejal del PP en San Sebastián a la entonces dirección etarra. Ese análisis policial también hace referencia a dos cartas manuscritas atribuidas a José Javier Arizcuren Ruiz, «Kantauri» (uno de los cinco exjefes de ETA investigados actualmente por el atentado), que aunque fechadas dos años después del asesinato de Ordóñez resultan indicativas de esa estrategia de la banda criminal de situar a los políticos entre sus objetivos.

Las misivas fueron intervenidas en 1997 al «comando Vizcaya» (un informe pericial atribuyó su redacción a «Kantauri»). «Es muy importante darles a los políticos del PP», se ordenaba a los «liberados» (fichados por las Fuerzas de Seguridad) del «comando». «Cualquier político del PP es objetivo», reiteraba, pese a que apostaba «sobre todo» por el «secuestro de concejales».

La segunda carta incide en la misma dirección, pero planteando ya alternativas al secuestro : «Si no podéis hacer un secuestro, darle en toda la cabeza. Pero tener en cuenta que es el secuestro lo que crea inestabilidad y contradicciones mayores por su dureza».

Ambas cartas, como se ha apuntado, están fechadas con posterioridad al atentado que costó la vida a Ordóñez –una en mayo de 1997, dos meses antes del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, y la otra en septiembre de ese mismo año, tres meses antes de que ETA asesinara en Irún al concejal del PP José Luis Caso–. Pero para la Guardia Civil constituyen un sólido indicio de que «Kantauri», como integrante de la cúpula etarra, daba «órdenes e instrucciones a miembros “liberados” de ETA integrantes de “comandos” armados establecidos en el interior de España», con el propósito de que «hiciesen un esfuerzo para atentar contra miembros de partidos políticos, especialmente los pertenecientes al Partido Popular».

Porque para el Instituto Armado, la cúpula etarra se encargaba de «controlar y dirigir toda la actividad» de ETA y de «transmitir sus directrices» a través de sus enlaces. Y fue, por tanto, la que ordenó asesinar a Ordóñez.