30 años de su muerte
Don Juan, el Conde que llegó al trono en el Panteón de Reyes
El hijo de Alfonso XIII intentó ejercer sus derechos dinásticos, pero fue apartado por Franco en favor de Don Juan Carlos, ante el que renunció en 1977
El 1 de abril de 1993 falleció Don Juan de Borbón en la Clínica de la Universidad de Navarra dos meses antes de su 80 cumpleaños a consecuencia del cáncer de laringe que le habían diagnosticado en 1988.
Hijo y padre de rey, aunque nunca llegó a ostentar la Corona, fue voluntad de su hijo, Juan Carlos I, que tuviera un funeral con categoría de Monarca. El actual Rey emérito decidió darle ese estatus y el presidente del Gobierno de aquel momento, el socialista Felipe González, dio vía libre a un gesto simbólico. Del entierro de Don Juan, que tuvo lugar el Miércoles Santo –7 de abril– quedó en el recuerdo la imagen del Rey Juan Carlos llorando en el momento en que los restos de su padre fueron entregados al abad del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, mientras Doña Sofía intentaba consolarle.
También por deseo expreso de su hijo se le adjudicó una tumba en el Panteón de Reyes con la inscripción «Ioannes III, comes Barcinonae», en lugar del «Hispanaie Rex» que le hubiera correspondido junto al «Juan III» que hubiera ostentado como Rey, pero Don Juan Carlos, que frustró sus esperanzas de llegar al trono, le hizo pasar a la posteridad como Monarca. Así, el Conde de Barcelona y su esposa, María de las Mercedes de Borbón y Orleans, ocupan los dos últimos sarcófagos que quedaban libres en el Panteón escurialense.
Don Juan, nacido el 20 de junio de 1913 en el Palacio de la Granja de San Ildefonso, fue el heredero de los derechos dinásticos de la Casa de Borbón por la renuncia de sus hermanos Alfonso y Jaime y la abdicación de su padre, Alfonso XIII. Basándose en su posición, ya en 1943 envió a Franco un telegrama en el que reclamaba que le entregara el poder. Posteriormente publicó en 1945, desde Lausana, y en 1947, desde Estoril, un manifiesto en el que instaba a la restauración de la Monarquía borbónica y rechazaba la ley de Sucesión.
El régimen de Franco le mantuvo apartado de los círculos de poder hasta que fue reconocido como sucesor en la jefatura del Estado su hijo Don Juan Carlos, un nombramiento que supuso un distanciamiento temporal entre ambos.
Tras la muerte de Franco, anunció la renuncia a todos sus derechos dinásticos. Fue el 14 de mayo de 1977, considerando instaurada y consolidada la Monarquía en la persona de Don Juan Carlos, cuando hizo efectiva esa renuncia en el Palacio de la Zarzuela en una sencilla ceremonia que concluyó de forma emotiva: hizo una profunda inclinación de cabeza ante su hijo, dio un sonoro taconazo y, con palabras entrecortadas por la emoción, afirmó: «Majestad, por España, todo por España ¡Viva España, viva el Rey!».
En 1978 Don Juan Carlos le nombró Almirante Honorario de la Armada, y el 4 de diciembre de 1988 recibió el título honorífico, por parte del Gobierno, de Capitán General de la Armada. Don Juan vivió sus últimos años con el orgullo de ver a su hijo llevar a cabo la misión que él siempre había deseado. Pero la Historia fue inflexible con su destino.
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