Concluida la campaña electoral, mañana, domingo, Galicia decide un nuevo Parlamento, de donde saldrá la persona que deberá estar al mando de la Comunidad durante los próximos cuatros años. Un escenario complejo en el que conviene tener en cuenta algunas cifras.

38 escaños

Es el número de escaños que dividen el triunfo de la derrota. La última barrera, la cifra que marca la mayoría absoluta. Quien alcance ese guarismo, en solitario o con alianzas, tendrá garantizado el próximo gobierno de la Xunta.

Todo hace indicar, no obstante, que el Partido Popular necesitará obtener esos 38 diputados por sí mismo, excepción hecha de lo que pueda suceder con Democracia Ourensana, la formación del controvertido alcalde de Ourense al que algunas encuestas le otorgan la posibilidad de obtener representación parlamentaria.

4 provincias

Ahí reside, precisamente, una de las grandes incógnitas del domingo: concretar la certeza de los sondeos en relación a una provincia que ha sido, de modo tradicional, uno de los grandes caladeros de voto del PP.

Ourense reparte 14 de los 75 escaños en juego. En las autonómicas de 2020, el PP obtuvo 8 de esos diputados, cifra que aspiran a repetir este domingo. Para ello, tiene un factor a favor -parten del 53% de los votos obtenidos entonces- y una incógnita: por primera vez en la historia de la democracia un Baltar no preside la Diputación provincial.

En este escenario, y teniendo en cuenta el ‘factor Jácome’- las encuestas en las municipales no le daban ninguna opción de alcanzar una Alcaldía a la que al final volvió aupado como la fuerza más votado-, el panorama se abre pudiendo, incluso, llegar a ser decisiva Democracia Ourensana si el PP, por lo que fuese, bajase hasta los 37 escaños.

No obstante, la incertidumbre de Ourense es extrapolable al resto de provincias, en mayor o menor medida, atendiendo siempre a los últimos escaños repartidos. Esos que permitieron, en 2020, a Núñez Feijóo alcanzar los 42 diputados. El último, ese 42, llegó a través de la diáspora, por un puñado de votos en la provincia de Pontevedra.

Allí, en la tierra de Alfonso Rueda, los populares sumaron su escaño número 11 pese a haber sufrido entonces un descenso de casi un punto porcentual en relación a 2016, probablemente fruto del desgaste continuo provocado por la fricción con el alcalde de Vigo, Abel Caballero.

En ese 2020, el BNG se situaba ya como segunda fuerza en Pontevedra, con 6 diputados, 4 más que en las elecciones de 2016, relegando al PSOE al tercer lugar con 5 diputados.

El escenario más pesimista, el del CIS, concede esta vez al PP 9 escaños, si bien la mayoría de las encuestas lo aúpan hasta los 10, igualando, sin contar la diáspora, el número de los comicios de hace 4 años.

Situación similar a la de Lugo, provincia que tiene en sus manos elegir a 14 diputados, como en el caso de Ourense, y en la que el PP obtuvo en 2020 9 escaños, resultado histórico y, por lo tanto, difícil de repetir. Para alcanzar esta cifra, los populares se dispararon por encima del 54% de los sufragios.

De la importancia de este último escaño lugués hablan dos factores. El primero, atiende al PSOE, cuyo candidato, Gómez Besteiro, incorporó a las listas a la recién elegida alcaldesa, Lara Méndez, como número dos por la provincia. El segundo, el propio desarrollo de la campaña, donde los tres partidos con representación se han volcado como nunca en la provincia. De hecho, Rueda y Besteiro eligieron la capital lucense para dar el pistoletazo de salida a la carrera hacia las urnas.

Y quedaría A Coruña, provincia donde el Partido Popular alcanzó también un techo histórico en 2020, con más del 49% de los votos y hasta 14 diputados de los 25 en juego.

Este número parece imposible de repetir, asumiendo los populares una pequeña pérdida que podría derivan en los 13 escaños que ya obtuvieron en ocasiones anteriores. A la caza de ese y otro diputado se sitúan el resto de partidos, con el BNG como segunda fuerza ahora mismo con 7 escaños de 2020, y el PSdeG como tercera, con los otros 4.

45% de los votos

En cualquier caso, lo que sí que parece claro es que, vengan de donde vengan, esos 38 escaños supondrán alrededor de un 45% de los votos que se emitan este domingo. Si un partido es capaz de alcanzar este porcentaje, casi con total seguridad tendrá garantizada la mayoría absoluta.