Educación

¿Sirve la inteligencia artificial para la educación?

Sobrevaloramos la inteligencia artificial. La inteligencia humana es capaz de captar los matices y de ubicar los hechos en un contexto, en el todo de la realidad

The Icons for the smartphone apps DeepSeek and ChatGPT are seen on a smartphone screen in Beijing, Tuesday, Jan. 28, 2025.
The Icons for the smartphone apps DeepSeek and ChatGPT are seen on a smartphone screen in Beijing, Tuesday, Jan. 28, 2025. Andy WongAP

El otro día, mientras echaba huesos al compostaje, mi hijo me pidió el Smartphone para interrogar a Don GPT. Efectivamente, tenía razón en dudar, echar huesos al compostaje puede elevar la temperatura del compost, lo que provoca olores tremendos y fomenta las plagas.

Hace unos días, Alberto Olmos decía en X: “Me informan de gente pasándole a Grok sus conversaciones de wasap y pidiendo análisis y consejo. Yo ya.”

¿Sirve la inteligencia artificial para la educación? ¿Sirve para ayudar a formular opiniones, para conocer hechos o realizar informes basados en ellos? ¿Por qué sí, por qué no?

La IA tiene sesgos inherentes. Y no entremos ahora en posibles sesgos de programación, sino a lo que refieren a su modo de operar, a la forma que tiene de alimentarse de los datos que luego le permiten proporcionar respuestas a nuestras preguntas.

Desde luego, no es momento idílico para meterse en el jardín de la política americana. Voy a utilizar un hecho reciente no partidista de la política americana para demostrar que la IA tiene sesgos inherentes. Como bien se sabe, la decisión del presidente Donald Trump de pausar 2 mil millones de dólares en ayudas de USAids a entidades internacionales ha sido declarada parcialmente inconstitucional ante un tribunal de primera instancia en los EEUU, que además ordenó unos días después el pago de dichas cantidades a los receptores de las ayudas. La administración americana recurrió la segunda orden ante el Tribunal Supremo. En resumen, 5 de los 9 jueces rechazaron la apelación del Gobierno americano por no haber apelado la orden inicial en el plazo legal. Los cuatro jueces disidentes se llevaron las manos a la cabeza, pues consideran que el juez de primera instancia se excedió en su jurisdicción y que el plazo dado para cumplir con la orden era demasiado corto. Resumiendo, en modo un poco simplista, los disidentes consideran que el juez de primera instancia se equivocó, mientras que la mayoría considera que el Gobierno se durmió saltándose los plazos para apelar y rechaza su recurso sin pronunciarse sobre el fondo.

Ahora bien, si preguntamos a Don GPT lo qué pasó con la Orden ejecutiva de Trump de pausar los fondos de USAid, responderá que, “en una decisión dividida de 5 a 4, el Tribunal Supremo rechazó la solicitud de la administración de pausar el pago de casi 2,000 millones de dólares en ayudas exteriores gestionados por USAid”.

A mí, que soy abogada e hija de un jurista en derecho constitucional, me sorprendió la falta de rigor de Don GPT a la hora de explicar el caso. Y más aún me sorprendió cuando me daba, sin que se le hubiese pedido, una lectura en clave política de la decisión: “los jueces conservadores discreparon de esa decisión”. Enseguida, me puse a releer la sentencia y cuál fue mi sorpresa al leer que uno de los 5 jueces de la de mayoría (el que inclinó el balance de la decisión contra la Administración americana), era la jueza Ema Coney Barrett. Si os acordáis, es la jueza que fue nombrada por Trump al final de su primer mandato. Os podéis imaginar la forma en que decenas de miles de matones ignorantes de la derecha fueron a por ella a gritos de “traidora”. La ignorancia fomenta la polarización y me temo que Don GPT no es parte de la solución. Me sorprendió también que Don GPT no especificara el alcance de esa sentencia: no se aplica a pagos futuros, ni crea precedente contra la administración (en ausencia de argumentación por la mayoría de los jueces sobre el fondo de la cuestión legal, la argumentación de 4 jueces disidentes tiene más peso que los motivos de una orden de un tribunal de primera instancia).

Todos estamos de acuerdo en que la separación de los poderes y la independencia judicial es parte de la salud democrática de un país; permite a sus ciudadanos vivir en confianza, quietud y sosiego. Cuando se insinúa cada 24 horas, venga de unos o de otros, un asalto a la separación de los poderes, más vale decirlo armado de hechos objetivos. En ese caso, Don GPT no tenía elementos objetivos para hacer una lectura política e insinuar la parcialidad del más alto tribunal de los EEUU. Es más, todo indica en ese caso que hay elementos del tribunal supremo que se empeñaron en aplicar la ley a rajatabla con tal de desobedecer al argumento del sesgo político.

Volvemos a Don GPT. ¿Por qué la explicación que me da es incompleta, poco rigurosa, y apunta a sesgos que no están respaldados por los hechos? Intento preguntarle por los motivos de la sentencia y por la jueza Bennett y me da finalmente lo que busco. Tengo que sacárselo con pinzas, pero cuando ve que mis preguntas están dirigidas, me da lo que pido para complacerme.

Ha quedado claro que Don GPT no es Catedrático en derecho constitucional. Tampoco es capaz de decirme que esa sentencia no crea precedente, o solo lo dirá si encuentra un artículo en redes que lo diga. Entonces ¿qué es exactamente? Don GPT, Grok y sus hermanos pequeños son unas profundas cajas negras que procesan información de la que se nutren para luego escupirla al que les interrogan. El quid está en los datos que entran en esas cajas. Miro las fuentes que me da Don GPT: cita agencias de prensa y grandes medios de información cuyos titulares son casi idénticos. Leo los artículos y ninguno de ellos habla de todos los matices que encontramos en las decisiones judiciales que dieron lugar a esas noticias.

La historia nos indica que cuando todos los titulares de los periódicos son idénticos, es señal de que lo que estamos leyendo no es noticia, sino publicidad o propaganda, dependiendo de quien la paga. Recordemos que los medios y las plataformas tecnológicas ya no están en el negocio de entregar contenido a sus usuarios, sino de entregar usuarios a los que patrocinan sus contenidos.

A fuerza de pensar, me fijo en un dato curioso: ni Don GPT, ni las noticias que leo sobre ese caso explican que la demanda fue interpelada por una coalición de periodistas y que una parte significativa de las ayudas que estaban pagadas por USAid estaban dirigidas no a ayudas humanitarias, sino a agencias y a medios de comunicación. Las que nutren a Don GPT, sea dicho de paso. Solo un periodista de investigación llegaría a esa información. Pero hoy el periodismo de investigación está sufriendo un destacable bajón, se le amenaza constantemente de una condición llamada teoría de la conspiración.

Sobrevaloramos la inteligencia artificial. ¿Por qué? Pienso que el mayor logro de la industria de la IA es haberse llamado a sí misma “inteligente”. La inteligencia humana es capaz de captar los matices y de ubicar los hechos en un contexto, en el todo de la realidad; el buscador y los algoritmos no son capaces de ello. No pueden llegar a la conclusión de que esa sentencia no marca precedente, si no fuese porque encuentran el rastro de un artículo que lo diga. Tampoco son capaces de saber cuáles son los sesgos y la autoridad de la persona que lo afirmaría. Por eso si pido a Don GPT que me enseñe un salmón nadando, puede que me exhiba un lomo rosado del supermercado bajando el río. La IA es un buscador de buscadores con un sesgo inherente: solo te da lo que Internet le da de comer. Y en Internet, las noticias que encontramos son las que las agencias de comunicación están pagadas para distribuir a los medios. Al usuario inculto que interroga esa caja negra, se le ahorra la educativa tarea de aprender a filtrar la información y analizarla en base a un criterio propio; en el caso de los verdaderos expertos, esa tarea es el fruto de décadas de estudios. De ese conocimiento profundo brota el verdadero espíritu crítico, no tanto en pasarse todo el día re-twiteando ideas ajenas. A los que no hemos crecido con Don GPT, hemos desarrollado el espíritu crítico, también y, sobre todo, en la hora de la cena en nuestros hogares. Ahora, muchos jóvenes abren la nevera en sus casas con la misma actitud con la que interrogan a Grok: “a ver qué pillo”. Decía Montessori que nunca hay que hacer para un alumno lo que éste puede hacer por sí solo. Cuando Don GPT se sustituye al alumno inmaduro, no lo empodera. Le anula. Interfiere con su crecimiento, le impide dedicarse a pensar, ponderar, cultivarse, buscar las razones, reflexionar… actividades profundas que caracterizan lo que significa ser humano.

¿Entonces Don GPT solamente es útil para averiguar si los huesos pueden echarse al contenedor de compostaje? En un entorno de sobreabundancia de información, la IA puede ser útil en tareas complejas cuando la usa una mente madura consciente de los sesgos inherentes a esa herramienta, y con conocimientos previos lo suficientemente profundos para poder llevarle a la contraria. La mente inmadura carece de todas esas cualidades, lo que explica perfectamente que algunos sean capaces de pasar el detalle de sus delicadas y complejas conversaciones románticas de WhatsApp a un buscador de buscadores, para obedecer a sus consejos acerca de cómo comportarse con otro ser humano.

* Catherine L’Ecuyer es Directora del Posgrado en Educación Clásica y Humanidades de la Fundación CLE