Tenis
Nadal, mejor imposible para liquidar a Djokovic
Rafa derrotó en un partido memorable en los cuartos de Roland Garros al número uno del mundo por 6-2, 4-6, 6-2 y 7-6. Se medirá en semifinales a Alexander Zverev
Goran Ivanisevic, el entrenador de Djokovic, tenía razón. “Va a ser el mejor cuarto de final de la historia”, dijo. Y tanto. Lo de final anticipadísima se queda muy corto ante la salvajada de partido que se marcaron Nadal y el serbio. Rafa derrotó al número uno del mundo por 6-2, 4-6, 6-2 y 7-6 y se medirá en semifinales con Alexander Zverev, el verdugo de Carlos Alcaraz.
Nadal decidió rebelarse contra todo a tres días de cumplir 36 años. Contra las sensaciones, contra la percepción general, contra los números más recientes, contra el turno de noche, contra el Djokovic más amenazante... el serbio llegaba a cuartos con nueve victorias seguidas, con el título de Roma, sin haber cedido un solo set y ofreciendo una frescura física apabullante. ¿La respuesta? El Rafa más agresivo, ambicioso y dominador en mucho tiempo para empezar. Ya sólo el primer juego tuvo más tenis que muchos sets de cualquier otro partido. Fueron diez minutos sin tregua, un intercambio de 22 golpes para decidir el segundo punto y un break de Rafa como resumen. El español quería dominar y dominaba. Lo hacía con un tenis impoluto. La derecha volaba, el revés paralelo hacía mucho daño, también el cruzado. Nadal era una roca y cuando el serbio apretó en el cuarto juego para intentar recuperar la rotura no fue capaz. Esa fortaleza alimentó a Rafa para lograr otro break y encarrilar el set. Se jugaba a lo que quería el zurdo, que movía de un lado a otro al número uno del mundo en una labor de desgaste encomiable. Sin una fisura, Nadal se apuntó la primera manga.
El arranque del segundo set dejó en un juego de niños el comienzo del partido. El saque con el que Nole abrió el parcial fue un drama. Otro. Casi un cuarto de hora, siete bolas de break para Rafa y a la séptima llegó el premio. Fue sobre un segundo saque del serbio lo que revela la disciplina en el juego del español. Resto profundísimo y de inmediato búsqueda del golpe ganador y a resolver en la red. El primer paso estaba dado y confirmado con el servicio. Ante un Rafa imperial cabía empezar a preguntarse si incluso Djokovic caería en la desesperación. El zurdo alimentó ese sentimiento. En el tercer juego volvió a ganarse una oportunidad de ruptura con un error impropio de Nole con la derecha. Y lo aprovechó a la primera llegando sobrado a una dejada. El 3-0 era la recompensa más que merecida a 75 minutos de un tenis inmaculado.
Pero el número uno del mundo empezó a asomar la raqueta. Ante un Nadal que no contemporizaba y que iba a por el partido a dentelladas, Nole tomó el mismo camino. El de Belgrado se soltó, aceleró su derecha, empezó a sonreír y Rafa dejó de dominar. El sexto juego resumió el espíritu del partido: empezó a las 22:31 y terminó a las 22:50. ¡19 minutos de combate! En el camino, cinco bolas de break para Djokovic y Rafa obligado a agarrarse al partido como fuera ante lo que se avecinaba. La ambición del serbio le llevó a ponerse por primera vez por delante mediado el segundo parcial con cuatro juegos seguidos. No se quedó ahí pese a que Rafa logró quebrar la racha e igualar a cuatro. Lo hizo en realidad porque Nole levantó un instante el pie. Tomó aire, volvió a la carga y en el décimo juego logró otro break para igualar la final después de 85 minutos de una pelea salvaje.
Rafa, como en otros muchos aspectos, es un maestro a la hora de resetearse. Después de sufrir al Djokovic más robótico volvió al partido como si nada hubiera sucedido. Sumó un break en blanco para reivindicarse y para certificar que seguía ahí por si alguien lo dudaba. El serbio no era el del segundo tramo del set anterior. Dejó de gobernar el partido, ya no era el Novak mandón y el zurdo siguió a lo suyo. Salvó una bola de ruptura que significaba el empate a dos y logró un nuevo break para situarse en un escenario similar al del segundo parcial. Djokovic dejó de teledirigir la pelota empujado por la consistencia de Rafa. El sobreesfuerzo del segundo set incluso a él le afectó. Nadal fue más sólido, más regular y volvió a situarse por delante cuando ya se habían superado las tres horas de partido.
A Djokovic, como al español, hay que rematarlo muchas veces para que no pueda incorporarse. El balcánico retomó los golpes planos y agresivos con los que remontó el segundo set. El juego directo le dio resultado y se situó con 3-0 en busca cuanto antes de alcanzar el quinto parcial. El break sufrido no desanimó a Rafa. Se trataba de mantenerse en el partido a toda costa por si Nole flaqueaba. Y lo hizo en el noveno juego cuando servía para llegar al quinto set. Tembló lo justo para que el zurdo se reenganchara, igualara la manga a cinco y prolongara la pelea hasta el tie break. El serbio llegaba al desempate con el partido cuesta arriba y Rafa estaba tan sólido como en la mejor de sus versiones. Se adelantó 4-1 y Djokovic ya estaba al límite, en el alambre. El revés de Nole ya no funcionaba, Nadal aumentaba la presión y se ganó cinco bolas de partido. A Djokovic no le quedó otra que rendirse. Rafa, a semifinales.
Un cuadro descompensado
«Pero, ¿qué broma es ésta?», fue la primera reacción en el entorno de Nadal después del sorteo del cuadro masculino de Roland Garros. La impresión en el equipo de Alcaraz fue exactamente la misma. Por la parte alta figuraban los dos españoles, el número uno del mundo, Zverev... en el otro lado, en teoría, había vía libre para Tsitsipas. El griego ya está fuera del torneo, no sobrevivió a la primera semana. En los cuartos por esa zona aparecen Ruud, Rublev, Cilic y Rune. En las quinielas a estas alturas aparecía el primero, quizá el ruso, pero nadie contaba con el croata ni con el danés de 19 años. Rune se medirá con Ruud, otro escandinavo y que ocupa el octavo puesto en el ránking. Es el único especialista en arcilla de los cuatro. Rublev, 7 del mundo, es favorito ante Cilic.
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