Sudáfrica se impone a la fuerza en el Mundial de rugby

Sudáfrica sabía que para ganar su cuarto Mundial de rugby tenía que imponerse por la fuerza de su delantera y la seguridad de sus lanzamientos a palos. Y eso hizo para derrotar a Nueva Zelanda en la final del Mundial.

El ensayo no se contemplaba en un juego en el que exprimía la contundencia de sus moles para que rematara Handre Pollard transformando los golpes de castigo. Cuatro patadas del medio apertura sudafricano le sirvieron para ganar la Copa del Mundo por un escuálido 11-12. Especialmente decisivo fue el que le sirvió para ponerse con una ventaja de 3-12 en el minuto 29 de partido. Desde ese momento, Nueva Zelanda jugó con 14 por la expulsión de su capitán, Sam Cane. La transformación de Pollard puso ese 12 en el marcador que resultó inalcanzable para los «All Blacks».

Fue demasiado para ellos jugar 50 minutos con uno menos. Pero lo intentaron a su estilo, llevando el balón a la mano que le permitiría convertir un ensayo que les acercara al título.

Lo hicieron poco a poco primero, con los lanzamientos a palos de Richie Mo’unga. Y estuvieron muy cerca de la victoria después del ensayo de Beauden Barret, su zaguero. Pero a Mo’unga esta vez se le escaparon los dos puntos añadidos en un lanzamiento a palos de mucha dificultad, demasiado esquinado.

Tuvieron otra oportunidad en un golpe de castigo que pidió lanzar a palos. Esta vez la dificultad estaba en la distancia a palos y el encargado de patear fue el hermano pequeño de los Barret, Jordie. Pero se le fue demasiado a la izquierda. Echaron de menos los All Blacks el ensayo anulado a Aaron Smith, su medio melé, por un «avant» previo. Sudáfrica sigue mandando en el rugby.