Rugby
Final del Mundial de rugby: Nueva Zelanda y Sudáfrica, los reyes del Sur
Sudáfrica y Nueva Zelanda, con tres títulos cada uno, pugnan en París por la corona del rugby mundial
La final de la décima Copa del Mundo de rugby que este sábado (21:00 horas, Movistar) se celebra en Saint-Denis proclamará campeona, por novena vez, a una selección del Hemisferio Sur. Sudáfrica y Nueza Zelanda, con tres entorchados cada una (dos posee Australia y uno Inglaterra, la excepción norteña), encabezan al alimón un palmarés en cuya cúspide hoy reinará en solitario la vencedora, aunque es cierto que los Springboks, vigentes campeones, se incorporaron al torneo en la tercera edición. En 1987 y 1991, no fueron invitados debido al aislamiento que mereció el régimen del Apartheid. Ya con Nelson Mandela en la presidencia, la nación arcoíris organizó el tercer Mundial en 1995… y ganó la única final que la ha enfrentado a los All Blacks.
Otro precedente, más reciente y menos contaminado por la geopolítica, permite señalar el favoritismo de los sudafricanos en la final de París: el humillante 35-7 que endosaron a los neozelandeses en la catedral londinense de Twickenham el pasado 25 de agosto, sólo dos semanas antes de la inauguración mundialista, en la que ha sido la derrota más abultada de la historia de los hombres de negro. En estos dos meses, han pasado muchas cosas que tienden a igualar los pronósticos. Por ejemplo, la insultante solvencia con la que los All Blacks despacharon a Argentina en su semifinal (44-6) frente a las fatiguitas que pasaron los Springboks para eliminar a Inglaterra (16-15).
Se puede considerar, en todo caso, que esa penúltima ronda disputada la semana pasada fue una transición tras las auténticas semifinales disputadas hace quince días, cuando el Sur salió airoso por partida doble de la titánica batalla de los hemisferios: los oceánicos pudieron con Irlanda (24-28), que en la primera fase había batido a Sudáfrica; y los sudafricanos eliminaron a Francia (28-29), verdugo de Nueva Zelanda en la fase de grupos. Fueron dos triunfos ajustadísimos, pero de ley, frente a dos equipos europeos legítimamente aspirantes al título.
Más allá de momentos, sin embargo, resulta indiscutible que esta final la disputan los dos países que dominan el rugby internacional desde los ancestrales años previos a la I Guerra Mundial. Son las selecciones con mayores porcentajes históricos de triunfos (76.89% para Nueva Zelanda y 63.03% Sudáfrica) y los Springboks son el único adversario que rivaliza con los All Blacks en los cara a cara, una larga serie de 105 enfrentamientos desde su primer test-match en 1921 que domina el helecho plateado con 62 victorias, 4 empates y 39 derrotas contra los del antílope. Frente a los demás equipos, la superioridad es abrumadora.
Ian Foster y Rassie Erasmus, los gurús al frente de los cuerpos técnicos de ambos finalistas, han anunciado sus alineaciones para hoy con pocos cambios y ninguna sorpresa. En Nueva Zelanda repiten los veintitrés convocados y sólo se operará un cambio en el quince inicial, del que sale Sam Whitelock –el plusmarquista mundial de internacionalidades con 152– para dejar paso a su compañero de tantas ocasiones, Brodie Retallick. El «Portaaviones» estará asociado en la segunda línea con Scott, el menor de los tres hermanos Barrett que coincidirán como titulares (los otros son el centro Jordie y el zaguero Bauden) por séptima vez. Sudáfrica ha optado por el denominado «Bomb Squad», una convocatoria explosiva que coloca a siete delanteros entre los ocho suplentes, frente a los cinco habituales, y anuncia por tanto una encarnizada batalla física. Faf de Klerk y Handré Pollard, la pareja de medios que hace cuatro levantó en Tokio la copa Webb Ellis, no empezarán en el banquillo, por lo que Cobus Reinach y Manie Libbok, los directores de juego en las dos eliminatorias previas, verán la final desde la grada.
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