Fútbol
Sevilla, 1-Atlético, 0. Sonríe Isaac Romero y llora Morata
El joven atacante sevillista prolonga su estado de gracia y un gol suyo derrota al Atlético
El tercer duelo entre Quique Flores y Diego Simeone en apenas seis semanas se saldó con el mismo marcador que los dos anteriores: 1-0. Con la sustancial diferencia de que esta vez, al contrario que en el partido aplazado de la cuarta jornada y en el cuarto de final de Copa del Rey, el local era un Sevilla que toma seis puntos de distancia sobre la zona de descenso a costa del Atlético, incapaz lejos del Metropolitano, al que hoy podría arrebatarle el Athletic Club provisionalmente la plaza de Champions. Todo, por obra y gracia de Isaac Romero, joven delantero lebrijano cuya irrupción ha alegrado al cadavérico club del Ramón Sánchez-Pizjuán.
La primera parte de Isaac Romero fue para que, justo eso pasó, el realizador alternase la repetición de sus jugadas con primeros planos de Luis de la Fuente y el comentarista recordase que, ojo, su cláusula de rescisión es de solo 15 millones de euros (uno menos de lo que costó Rafa Mir, si me permiten la broma). El lebrijano se arriesgó a estamparse contra el poste para remachar el córner peinado por Ocampos al cuarto de hora, cuando Oblak ya había detenido dos tiros peligrosos de Jesús Navas y Acuña, pero ni mucho menos fue el gol lo más destacable que hizo en 45 minutos de primor. Falló, eso sí, el 2-0 al confiarse en un remate a bocajarro a centro de Óliver Torres y también le devolvió la asistencia en un contragolpe al extremeño, que la malogró con un tiro flojo. Se topó con la cruceta en otra jugada de ariete de instinto, tras comerle la tostada a Marcos Llorente y, ya en la segunda parte, galopó hasta el borde del área para largar un zurdazo que, de haber entrado, habría puesto bocabajo al estadio. Vaya irrupción.
En el primer tiempo, el Atlético solo ofreció prueba de vida en ataque muy al final, cuando Hermoso dejó a Morata solo ante Nyland. Aguantó firme el portero para conjurar el peligro y enseguida se lesionó (léase el despiece) el goleador colchonero, que marchó hacia el banquillo llorando de dolor y rabia. Lo suplió Memphis Depay, quien ganó un balón a Badé nada más reanudarse el encuentro y abrió para Molina, cuyo centro raso remató Griezmann desde cerca, salvó Jesús Navas a portero batido y el despeje rebotó en el tacón del neerlandés, que estaba a un metro de la línea, pero la pelota se fue fuera. Un «flipper» increíble que favoreció al Sevilla.
Dominaban los visitantes, que cercaban el área sevillista con remates desviados de Hermoso y Griezmann, pero amenazaban los locales a la contra, gracias a la inspiración de Óliver Torres en la salida y a las potentes cabalgadas de Isaac, que volvió a exigir a Oblak con un disparo desde el borde del área (min. 59). A Quique Flores no le convenía el correcalles en el que se había convertido el partido, de modo que movió el banquillo para dotar a su equipo de piernas para defender, con Juanlu, y sobre todo de la pausa que le imprimió Suso, cuya salida fue fundamental para dormir el tramo final. Aunque los rojiblancos siguieron diluviando centros sobre Nyland, el portero noruego, bien secundado por los centrales Sergio Ramos y Badé, espléndido en la anticipación, manejó sin apuros la situación hasta permitir la explosión de júbilo con el que el Sánchez-Pizjuán recibió los tres silbidos finales de Iglesias Villanueva, deseando concluir la contienda para que los sevillistas no le reprochasen su ceguera ante el clamoroso penalti de Molina a Isaac.
La semana ha sido funesta para Simeone, dos derrotas, y salvífica para Quique Flores, dos triunfos.
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