Tenis
Un maravilloso disparate
Rafa Nadal levanta el título en Montecarlo y es el primer jugador de la historia que gana once veces un torneo. El primer capítulo camino de Roland Garros lo ha resuelto con una superioridad pasmosa
Rafa Nadal levanta el título en Montecarlo y es el primer jugador de la historia que gana once veces un torneo. El primer capítulo camino de Roland Garros lo ha resuelto con una superioridad pasmosa.
Si es primavera y está en juego el torneo de Montecarlo, Rafa Nadal termina levantando el trofeo. Así ha vuelto a ser en 2018, como lo fue por primera vez en 2005 y como ha sido en 11 ocasiones desde entonces. Sí, once veces se ha impuesto Rafa en el Masters 1.000 monegasco. Nadie ha hecho algo así en este tipo de torneos, como nadie ha ganado diez veces un «Grand Slam» como él en París y como nadie ha ganado diez veces un torneo 500 como ha hecho Rafa con el Godó. Las nueve victorias de Federer en Halle es lo más próximo a las hazañas de Nadal. Y lo más gordo es no se va a quedar aquí. Es una barbaridad, un disparate maravilloso que en esta edición tuvo como última víctima a Nishikori. El japonés no hizo ni cosquillas a Rafa: 6-3 y 6-2 en 93 minutos. La final fue el mejor resumen del torneo: Nadal en un lado de la pista y en el otro un rival superado por el mejor jugador de la historia sobre arcilla roja. Los números son aplastantes: 76 torneos ganados, 54 títulos sobre tierra batida, 31 Masters 1.000, roza el 89 por ciento de victorias en partidos sobre polvo de ladrillo, suma 36 sets seguidos...
El paso de Rafa por Montecarlo ha sido imponente. Carlos Moyá había advertido que si las lesiones le respetan la temporada sobre tierra batida iba a ser buena. Primer aviso. Sus compañeros de la Copa Davis, después de compartir una semana con él, ya habían advertido de que estaba en condiciones de ganar a Roland Garros... Segundo aviso. Pero ganar como lo ha hecho después de llevar seis meses sin completar un torneo, de haber sufrido un par de lesiones... Sólo Rafa es capaz de algo así. Los rivales han sido muñecos al otro lado de la red. Bedene, el pegador Kachanov y tres tipos que, en teoría, podían ponerle en alguna dificultad en estos dos meses –Thiem, Dimitrov y Nishikori– supusieron poco más que buenos entrenamientos. Contra Thiem en cuartos jugó el partido más consistente de la semana. La solidez le bastó para liquidar al resto. La prueba fue su inmediata reacción después de despachar a Dimitrov en la semifinal. Se dirigió a Moyá para decirle que debían ir a practicar el «drive» porque no lo había sentido bien en la pista. Tal cual.
«¡Qué viejo soy!»
«Sé que estas cosas no sucederán por siempre, así que mi intención es seguir jugando con la misma pasión tanto tiempo como pueda», confesó el número uno del mundo. «Ver las imágenes con mis victorias del pasado ha sido muy emocionante, ¡qué viejo soy! (risas) Es increíble pensar en la idea de poner un nuevo título de Montecarlo en mis vitrinas, el número 11», afirmó en un emotivo discurso antes de confesar su intención de regresar el año que viene.
Ahora llega Barcelona, el segundo capítulo de una gira que no ha podido empezar mejor. La Davis sirvió de rodaje. Montecarlo ha sido el despegue y en el que considera su club, Rafa puede volver a encontrarse con Dimitrov, Thiem, Djokovic, Nishikori, Goffin... Luego llegarán Madrid, Roma, París... Da vértigo sólo escribirlo.
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