Opinión
Mijaín López Núñez, el Gigante de Herradura
El luchador cubano se ha convertido en el primer deportista en ganar la medalla de oro en cinco Juegos Olímpicos consecutivos en una misma prueba
En según qué disciplinas, la acumulación de medallas se complica sobremanera. Hay atletas, la mayoría, que acuden a los Juegos a competir en una sola prueba que, en ocasiones como la escalada de velocidad, se pueden decidir en menos de cinco segundos. Los deportes de combate son el paradigma: ningún boxeador ni practicante de artes marciales contiende por más títulos olímpicos que el que se discierne en su peso, con la excepción de los judocas: Teddy Riner, el hombre que encendió el pebetero el pasado 26 de julio, acumula cinco oros olímpicos, tres individuales y dos en la espectacular prueba por equipos mixta que Francia le ganó a Japón aquí y hace tres años en Tokio.
El luchador cubano Mijaín López Núñez no ha tenido esa doble oportunidad. En París encadenó su quinta medalla de oro consecutiva en la categoría reina de la grecorromana, la reservada para colosos de más de 130 kilogramos de peso. Debutó en los Juegos en Pekín 2008, cuando Ratzinger era Papa y Zapatero acababa de ganar sus segundas elecciones legislativas, y le dedicó a Fidel Castro su primer título olímpico. Vendedor de fruta en su infancia, nunca deja de mostrar su apoyo al régimen comunista. Nadie es perfecto, como escribió Billy Wilder.
La invencibilidad en los Juegos durante más de tres lustros en una prueba individual es una hazaña inédita en la historia. Monstruos sagrados del deporte como Carl Lewis (longitud) o Michael Phelps (200 estilos) o Al Oerter (disco). Katie Ledecky, que todavía está en edad, ha ganado su cuarto 800 libres en París e intentará imitarlo en Los Ángeles. La víctima de Mijaín Núñez en la final fue otro cubano, Yasmani Acosta, que competía bajo bandera chilena. En su caso, el exilio no tenía como tantas veces motivaciones políticas o económicas: se fue de la isla para poder competir en los Juegos Olímpicos porque el Gigante de Herradura le cerraba el camino.
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