Polémica
Luka Doncic o lo que no se cuenta de la Villa: orgías y alcohol en los Juegos Olímpicos
“Lo que sucede en la Villa se queda en la Villa”, dicen los deportistas. Las imágenes de Doncic, que ha ganado a España, fumando y bebiendo en Tokio 2020 son de los más suave de lo que pasa por las noches en las habitaciones... o en sitios públicos
“A la mañana siguiente, juro por Dios que todo el equipo femenino de relevos 4x100 de algún país de aspecto escandinavo salió de la casa, seguido por los chicos de nuestro lado. Y yo me dije: ‘Mierda, habíamos visto correr a estas chicas el día anterior’”.
Esa es la narración que hizo el estadounidense Josh Lakatos de su estancia en los Juegos Olímpicos en Sydney. Había acabado su competición de tiro con rifle y desde el Comité estadounidense le dijeron que tenía que volver. Pero él había estado en Atlanta cuatro años antes y no estaba dispuesto a perderse lo mejor de los Juegos: la fiesta. “Diría que entre el 70 y el 75 por ciento de los olímpicos tienen sexo”,aseguraba en el mismo reportaje de la Espn el nadador Ryan Lochte. Aunque puede que el reportaje que de verdad merezca la pena, entonces, sea ese 25 por ciento que se vuelve a casa.
Doncic, que también ha ganado a España (87-95), ya ha sido protagonista por sus dos primeros partidos y por sus imágenes fumando cachimba y bebiendo vodka, que circularon por las redes como si fuera nuevas o no habituales. Colgadas en la red por una jugadora española de baloncesto sacaron a la luz lo que se vive en las noches de la ciudad de los deportistas. Jóvenes y en un estado físico envidiable, es como un Erasmus, pero concentrado en unos pocos kilómetros y en apenas quince días. Lo que haya que hacer, hay que hacerlo rápido. “Lo que sucede en la villa, se queda en la villa”, contaba en el mismo reportaje la nadadora Summer Sanders, parafraseando la frase con la que se hace referencia a Las Vegas. Allí está todo permitido, con la condición de que cuando se termina el viaje, ni se hacen preguntas ni se permiten confesiones. El problema es que las redes sociales y las ganas de publicar en ellas todo lo que estamos haciendo han empezado a descorrer las cortinas que tapaban los secretos.
“Es como el primer día de universidad. Estás nervioso, súper emocionado. Todo el mundo está conociendo gente e intentando ligar con alguien”, contaba en el reportaje Tony Azevedo, jugador de waterpolo brasileño.
Volvamos a Lakatos. Vio una casa deshabitado y forzó la cerradura. “No has visto nada”, le dijo a la vecina que le estaba viendo. Era una casa de dos pisos y Lakatos se quedó arriba. Los cuartos suelen ser compartidos así que encontrar uno propio es un premio. Lakatos se quedó arriba y la noticia de que había cuartos libres se hizo viral por la villa de Sydney en el año 2000. Viral antes que existiese la viralidad. Era la casa de los tiradores. Por ella pasaban muchos deportistas aprovechando una bolsa de preservativos que había en la entrada. “¡Estoy dirigiendo un maldito burdel en la Villa Olímpica! Nunca he presenciado tanto libertinaje en toda mi vida”, decía Lakatos en el reportaje.
Lo que sucede en la villa es mejor que se quede en la villa: “Cuando entré por primera vez en Atlanta”, dice la jugadora de fútbol femenino Brandi Chastain, “hubo fuertes vítores. Había dos jugadores de balonmano franceses vestidos sólo con calcetines, zapatos, corbatas, sombreros y suspensorios (calzoncillos que cubren los genitales) encima de una mesa de comedor, dándose de comer el uno al otro. Nos quedamos pensando: ‘Madre mía, ¿qué es este sitio? Muchos lo comparan con la cafetería de un instituto”. Lo de ir en calzoncillo es habitual: “Los italianos dejan las puertas abiertas, así que miras dentro y ves a tíos en tanga corriendo en círculos”, contaba la ciclista Jill Kintner.
Ligar es relativamente sencillo: ni siquiera hace falta hablar del tiempo. Es tan fácil sacar el asunto del deporte que practicas que en un segundo eres íntimo de un deportista que antes no conocías. Claro que dentro de la Villa también hay clases: “En cuanto a los mejores cuerpos, son los nadadores y los jugadores de waterpolo”, decían en el reportaje.
Pero también hay que competir. “Llegaba a casa de los clubes a las 6 o 7 de la mañana, y me sentía mal por los chicos de atletismo. Ellos se suben a un autobús y nosotros estamos intoxicados, con una pinta horrible”, relataba en Espn otro deportista. Uno de los trabajos de los entrenadores es buscar el punto medio: que sus atletas se diviertan, pero también que no pierdan la competitividad. Para llegar a los Juegos han pasado muchos días de soledad y entrenamiento, madrugones, rutinas, sufrimiento. La competición y la Villa es la forma de escapar de todo lo anterior. En algunas villas, se veía sexo al aire libre, entre edificios, en el césped. Todo llevado al extremo. “Algunos alemanes, canadienses y austriacos se reunieron en una casa a las afueras del pueblo de Whistler”, contaba Espn de los Juegos de invierno de Vancouver “Fue una fiesta nocturna que se convirtió en una orgía en la piscina de hidromasaje”.
El problema de Tokio es el coronavirus. En un momento se planteó no vender alcohol, como sucede en el resto de la ciudad, pero después se cambió de planes. Con los preservativos se decidió que en vez de darlos al principio de la competición, se darían al final, como recuerdo y como si eso fuese a evitar los contactos. Como si los Juegos no fuesen una experiencia para todos los sentidos: “Puedes ganar una medalla de oro y acostarte con un tío muy bueno”, decía Carrie Sheinberg, esquiadora alpina, sobre la Villa de los Juegos de invierno.
Según se acerca el final y hay menos pruebas, peor. Esto es, mejor: ha habido Villas Olímpicas en las que se han encendido hogueras con los muebles de las casas y lo que se ve en televisión de la ceremonia de clausura es sólo la parte recomendada a los menores de 18 años. Tampoco se cuenta los famosos que se han colado en la villa olímpica con medallistas, porque una medalla, dicen los atletas, es el pasaporte para todo. “Mi error”, dice un atleta en el reportaje de Espn, “fue ir a los Juegos con novia”.
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