Polémica
La ejemplar respuesta, con una cita bíblica, del hermano de Dorado a los atléticos que no respetaron el minuto de silencio
Fue la mancha del Real Madrid - Atlético de la Champions. Aficionados rojiblancos aprovecharon el minuto de silencio del ex futbolista para insultar
El martes, en el derbi de Champions entre el Real Madrid y el Atlético, el estadio Santiago Bernabéu se preparó para rendir homenaje a Javier Dorado, exfutbolista del Real Madridfallecido a los 48 años. Antes del partido de ida de los octavos de final de la Champions League se guardó un minuto de silencio en su memoria. Sin embargo, lo que debía ser un momento de respeto y recogimiento se vio empañado por un sector de la afición rojiblanca, que decidió pitar e insultar durante el homenaje, rompiendo la solemnidad del acto. Este gesto, ampliamente criticado, provocó una respuesta inmediata del público madridista, que transformó los silbidos en una ovación para honrar a Javier. Pero más allá del ruido del estadio, quien alzó la voz con una elegancia y profundidad conmovedoras fue José Antonio Dorado, hermano del fallecido, quien recurrió a las Escrituras para enviar un mensaje cargado de perdón y esperanza.
Evangelio según San Lucas
José Antonio, a través de su cuenta de X, compartió un vídeo donde se escuchaban claramente los pitidos y cánticos ofensivos de algunos aficionados del Atlético, acompañándolo con estas palabras: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. Lucas (23, 34). A todos los que no han respetado el minuto de silencio, os deseo una vida eterna”. Esta cita, extraída del Evangelio según San Lucas, hace referencia a las palabras de Jesús en la cruz, cuando, en medio de su sufrimiento, pidió clemencia por aquellos que lo crucificaban. Con este mensaje, José Antonio no solo condenó la falta de respeto hacia la memoria de su hermano, sino que lo hizo desde un lugar de compasión y altura moral, elevándose por encima del rencor que el incidente podría haber generado.
Una actitud incívica
Javier Dorado, canterano del Real Madrid y campeón de la Champions League en el año 2000, dejó un legado futbolístico que abarcó clubes como el Salamanca, el Sporting de Gijón, el Rayo Vallecano y el Mallorca. Su muerte, tras años enfrentándose a una enfermedad devastadora, merecía un reconocimiento digno, y así lo entendieron la mayoría de los presentes en el Bernabéu, incluidos los jugadores y el entrenador del Atlético, Diego Simeone, quien se sumó al aplauso. Sin embargo, el comportamiento de una minoría de ultras rojiblancos manchó el momento. Estos actos, lejos de ser simples muestras de rivalidad, reflejan una falta de empatía que contrasta con los valores que el deporte debería promover.
La respuesta de José Antonio, sin embargo, trasciende el incidente. Al citar a Lucas 23:34, no solo ofrece perdón, sino que invita a la reflexión. En un mundo donde las pasiones futbolísticas a menudo desbordan los límites del respeto, su mensaje es un recordatorio de la humanidad que debería prevalecer, incluso en la adversidad. “Os deseo una vida eterna” no es una frase vacía; es un anhelo de redención para quienes, en un momento de inconsciencia, olvidaron que el fútbol, en esencia, es un juego que une, no que divide. Su actitud contrasta con las críticas airadas de periodistas y aficionados, que, aunque justificadas, no alcanzan la profundidad de su gesto.