Fútbol

Dortmund - Real Madrid: un camión, una portería que se cae y 78.000 pesetas en efectivo

Cándido Gómez condujo el camión que llevó la portería del partido contra el Dortmund en la Séptima. Fue un partido entre el Real Madrid y el Borussia, como la final de Champions de mañana

Champions League semi-finals 04/01/1998 Real Madrid - BVB Borussia Dortmund 2:0 goalfall Before the game, a goal collapsed and the stewards needed a long time to get a replacement goal.
Hubo que cambiar la portería del Real Madrid - Borussia DortmundFIROAFP

Cuenta Cándido que, a más de noventa kilómetros por hora, yendo con su camión por la mediana de la parte del Paseo de la Castellana que va del norte al Santiago Bernabéu, escoltado por varios coches de policía «más que el Presidente del Gobierno», le llamó su mujer: «Era un móvil de esos tipo ladrillo de la época». Lo cogió y a ningún policía que le escoltaba le importó la más mínimo. Era el 11 de abril de 1998 y quizá en esa época hablar por esos móviles prehistóricos mientras se conducía no era delito. O, en realidad, qué más daba.

Ella le contó que el Real Madrid - Borussia Dortmund, la ida de la semifinal de la Champions, no había empezado.

«Y hasta que no llegue yo, no empieza», dice ahora que le contestó él. «Mira», añadió, «oye las sirenas de la policía».

Hablaba por el móvil, conducía por el Paseo de la Castellana y en su camión Pegaso, el que utilizaba para trabajar en la empresa Royma, en la que aún sigue, llevaba una portería de la antigua Ciudad Deportiva, que había que transportar «volando» a un Santiago Bernabéu repleto, expectante y nervioso ante lo que había pasado poco antes: habían derribado la portería del fondo sur y hasta que no se reemplazase no se podía jugar el partido. Los rumores que corrían por la grada eran que se daría por perdido el encuentro al equipo blanco y la persecución de la Séptima, ese deseo acuciante que 32 años después parecía cerca, se desvanecía.

«Fui el revulsivo para que el Madrid ganase esa Copa de Europa y después llegasen todas las demás», cuenta ahora Cándido con un humor imbatible. La portería estaba atada a unas redes que se habían colocado en el fondo sur para que los ultras no pudiesen tirar objetos al campos, pero antes del encuentro se subieron a las redes, cedieron y al ceder, la portería se vino abajo. El desastre.

Herrerín, el mítico delegado, y Miguel Ángel, el también mítico portero fallecido hace poco y entonces encargado de la Ciudad Deportiva, tuvieron la idea de coger una portería de uno de sus campos. La Ciudad Deportiva estaba donde las Cuatro Torres de ahora. Pero llegaron «con una furgoneta pequeña, de reparto», cegados por la urgencia, sin pensar que ahí jamás hubiese entrada una portería.

Cándido los vio llegar. Estaba trabajando a esas horas porque a la mañana siguiente había un acto, cree recordar que de Siemens, y había que colocar un stand y todo el mobiliario. Junto a otro compañero sabían que el trabajo les iba a llevar gran parte de la noche. «Cuando vieron el camión se les hizo la luz», sigue recordando.

Entrevista con Cándido Gómez, el conductor del camión Pegaso que transportó la portería desde la vieja Ciudad
Entrevista con Cándido Gómez, el conductor del camión Pegaso que transportó la portería desde la vieja Ciudad Alberto R. RoldánFotógrafos

Ese camión de Cándido Gómez sí que les valía, pero se dieron cuenta de que no tenían la llave para abrir la portezuela que cerraba la entrada a los campos.

Así que la rompieron: Cándido se subió al camión, le dio marcha atrás y tiró la puerta, el candado y lo que hiciera falta. Cuando metieron la portería en el camión, sobresalía un poco, pero no importaba. El Bernabéu esperaba: «Síguenos, si hay disco rojo, tú detrás nuestra», le dijo la policía. «Era un camión y tampoco daba más de sí, iba a 100 por hora y bajando parecía que iba a 110», narra y recuerda el rally Castellana abajo, el túnel de Plaza Castilla, mediana, dirección contraria, sin parar, hasta el Bernabéu.

Metieron la portería por un córner, por donde antes se podía pasar, aunque no fue sencillo: las redes se enganchaban a los alambres y la policía y los guardias jurados se dejaban los dedos quitándolas. «Lo que me impresionó», dice Cándido, «fue el aplauso de la gente».

Vio cómo colocaban la portería y cuando todo acabó, Herrerín se acercó a él. «Toma, no tengo más», le dijo mientras le daba 78.000 pesetas que sacó del bolsillo, como si nada. Más que el sueldo mensual de Cándido.

Le invitaron a quedarse a ver el partido, pero dijo que podía. Tenía que terminar su trabajo.