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«Casi», el éxito sin egos

En los últimos cinco años el Real Madrid sólo ha faltado una vez a la final de la Copa de Europa: el curso en el que no estuvo el brasileño en el equipo.

«Casi», el éxito sin egos larazon

En los últimos cinco años el Real Madrid sólo ha faltado una vez a la final de la Copa de Europa: el curso en el que no estuvo el brasileño en el equipo.

El rey, el único que gana Champions», le dijo Florentino a Casemiro en el vestuario de Cardiff, después de ganar la segunda Copa de Europa consecutiva, la tercera en cuatro años. «Ahí lo tienes, hombre talismán», añadía Lucas Vázquez. «Tres años, tres Champions», continuaba el presidente antes de dar un abrazo al centrocampista, según se ve en el documental «En el corazón de la duodécima». Los compañeros, entonces, le vacilan y, medio en broma, Casemiro les contesta: «Tres de tres, máquina».

El Real Madrid ha llegado a cuatro finales de Champions en los últimos cinco años, exactamente en los años en los que Casemiro ha estado en la plantilla. En un equipo lleno de estrellas, el trabajo del centrocampista brasileño se ha convertido en fundamental. «Sé cuál es mi trabajo y sé que no es hacer gol, aunque a veces marque. Sé que tengo que dar equilibrio al equipo», explicaba ayer el jugador en Valdebebas. Su rol fue fundamental cuando apenas jugaba con Ancelotti en 2014, pero tuvo que salir en Dortmund para calmar a un equipo sobrepasado y a un paso de la eliminación. Sin la jerarquía que tiene ahora, paró la fogosidad rival y dio estabilidad a los suyos.

La temporada siguiente, en busca de minutos, se fue al Oporto y el conjunto blanco fue eliminado por la Juve en las semifinales. Volvió con Benítez, pero quien se creyó definitivamente su papel fue Zidane. Es casi imposible imaginar un equipo en Kiev sin el 14 cubriendo las espaldas. Sin él planteó el entrenador francés el partido de vuelta de la semifinal contra el Bayern y estuvo muy cerca de arrepentirse toda la vida.

Ayer, en el día de atención a los medios del Real Madrid, los jugadores y Zidane explicaban que una de las claves del éxito constante de este equipo es la ausencia de egos, que todos piensan antes en el grupo que en sí mismos: «Aquí hemos vivido cosas únicas en las que el vestuario parecía dividido y era verdad. Ahora no hay un interés individual. Hemos metido en vereda al que quería desviarse. No hay egos», decía Sergio Ramos. El ejemplo perfecto de lo que contaba el capitán es Casemiro: «Mi trabajo es ayudar a los compañeros», explicó el centrocampista para contar su función en el equipo.

Es el que hace las ayudas cuando suben los laterales y es el que se esconde un poco cuando hay que sacar la pelota. Entiende que es el turno de Modric y Kroos, aunque si es necesario se acerca al área para meter gol. Lo hizo en Cardiff, contra la Juve, cuando el encuentro estaba empatado. Le llegó un rebote y le pegó con el alma para superar a Buffon. En París, esta temporada, hizo el tanto que confirmaba la superioridad del Real Madrid sobre el PSG, en el choque que cambió la mentalidad del equipo. A partir de esa eliminatoria, el equipo que dudaba en Liga se lanzó en Europa con la ambición de siempre. «Me quedé feliz tras el partido de París. También por mi gol, pero por todo el equipo. Ellos eran favoritos, se decía que iban a pasar. Ese partido fue muy especial para nosotros. Nos molestó, porque en el fútbol hay que jugar y luego ganar», explicaba ayer Casemiro. En Kiev le va a tocar trabajar: «El Madrid no es favorito ante el Liverpool, hay que respetar al rival. Sabemos que va a ser una rival muy difícil. Hay que tener cuidado con todos los jugadores, no sólo con los tres de ataque», avisaba.