Fútbol
El Getafe entorpece y derrota al Madrid (1-0)
En la primera parte, Unal adelantó al equipo de Quique al aprovechar un regalo de Militao. Apretó el líder y Modric tiró al larguero. Resistió el Geta. Hazard y Marcelo entraron tras el descanso, sin éxito
En el minuto 65, el Madrid tuvo una falta a favor cerca del área del Getafe. Era una ocasión para un equipo que no andaba sobrado de ellas. Kroos podía tirar o pasar... No hizo ninguna de las dos cosas. No fue un tiro, pero tampoco fue exactamente un pase y la pelota se fue a ningún sitio.
Bueno, eso fue el Madrid en Getafe.
Perdió tras quince partidos contra un rival que aprovechó un error terrible de Militao y se defendió con orden y fiereza hasta agotar la paciencia de los de Ancelotti. Nunca encontraron el remedio contra esa defensa de cinco y ese equipo concienciado en defender su portería como un asunto de vida o muerte. Empezó el Getafe, además, dando fuerte a las piernas del líder, pese a que las amarillas las vieron los del Madrid, y acabó con la misma convicción defensiva, con los once futbolistas metidos en su área durante muchos minutos, sin permitir ni un rasguño y apenas un par de ocasiones en la primera mitad y un paradón de Soria a un tiro de Casemiro cuando se acercaba el final. No era un buen día para no tener la profundidad de Vinicius y bien que lo echó en falta el Madrid durante todo el partido.
Sin él, Ancelotti sorprendió porque no dio la tercera titularidad consecutiva a Hazard, sino que eligió a Asensio y a Rodrygo porque quería un equipo más abierto, pero no le valió para nada. Aunque el brasileño por la izquierda tuvo más presencia en los mejores minutos del Madrid en el primer tiempo, no fue resolutivo. Menos Asensio, sin hueco para correr y menos para tirar. Tras el descanso, Ancelotti le quitó para dar pasó a Hazard.
El problema del plan del entrenador italiano fue, principalmente, que pasó lo peor que podía pasar en el campo de un rival que había recibido un gol en los últimos cinco encuentros: que se pusiera por delante. Quique Sánchez Flores, que ha conseguido construir una fortaleza para dejar atrás las derrotas, celebró con locura el tanto de Unal porque sabía que le daba el choque que había soñado: cortar los circuitos del rival, defender y agotarse persiguiendo la pelota. Ni siquiera había necesitado una ocasión para hacer gol.
Porque no fue una ocasión el tanto del Getafe. O no se puede considerar así. Militao, que estaba protagonizando una temporada espectacular, volvió a su versión más dubitativa, la del central que no elige bien. Tenía una pelota controlada, con opciones para hacer cualquier cosa y eligió la más peligrosa para su portero. Se volvió, quiso proteger de cara a Courtois, pero Unal se adelantó, como si Militao fuera de papel. Casi ni pidió falta el brasileño, ese consuelo que buscan los que cometen un error de bulto. No había nada más que arrepentimiento y esa pregunta que nos hacemos todos cuando nos equivocamos: ¿quién me mandaría?
A partir de ahí, y era muy pronto, el partido fue una molestia constante para el líder de LaLiga, obligado a crear, sin poder correr y sin manera de encontrar espacios. Tuvo un cuarto de hora de esperanza, cuando salió la calidad y cambió el ritmo del ataque durante esos minutos. Por dentro, Benzema, Rodrygo y Modric dieron a los interruptores y hubo algo de luz para superar la dos líneas defensivas del rival. Pero no duró mucho y la cosecha fue un remate al larguero del croata. Exigía mucha precisión ese fútbol y, sobre todo, obtener algún resultado.
No lo logró y le costó recuperar ese ritmo a lo largo del partido. Ancelotti decidió que o lo ganaba la técnica o no lo ganaba nadie. Sacó a Hazard y Marcelo para jugar más en corto y en el pequeño espacio que dejaba el Getafe. Le costó a ambos encontrar el tono. Sabía el entrenador cómo iba a ser la segunda parte y por eso apostó por el brasileño: no iba a haber necesidad de correr para atrás. Marcelo está para ser extremo sin muchos recorridos. Y para un pequeño rato, puede servir. En el Coliseum un par de combinaciones con Benzema no fueron suficiente.
Atacó el Madrid ya con todo: con Mariano para tener otro delantero que cazase los balones que el resto de mortales considera imposibles, con Peter Federico para tener un extremo e Isco para intentarlo por dentro. Más o menos: echarlo todo, revolver y a ver qué sale.
No salió nada.