Ha muerto Paco Dorado, el apoderado que rompió esquemas
Figura clave del toreo en las últimas décadas, gestionó plazas y lanzó carreras con su particular estilo y visión empresarial.
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El empresario y apoderado taurino Paco Dorado ha fallecido este martes 4 de febrero en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla a los 76 años, tras una complicación en su estado de salud. Conocido como "El Comandante", fue un personaje clave en la Fiesta durante décadas, tanto por su labor al frente de importantes plazas como Córdoba, Jaén, Antequera o Algeciras, como por su papel en la carrera de toreros que marcaron época.
Dorado irrumpió en el mundo taurino con un estilo distinto, sin provenir de los círculos tradicionales. Nacido en Los Molares (Sevilla) en 1948, comenzó vendiendo leche y terminó gestionando ferias de primer nivel. Su entrada en los toros fue casi accidental: mientras hacía el servicio militar, coincidió con Paquirri y quedó atrapado por la tauromaquia. Más tarde, su encuentro con Tomás Campuzano marcó el inicio de su faceta como apoderado. Lo llevó en su propia furgoneta a una novillada y, sin planearlo, terminó convirtiéndose en su mentor.
Su mayor hito como apoderado llegó con Manuel Díaz "El Cordobés", a quien impulsó con una estrategia tan mediática como efectiva, en tiempos en los que su padre, Manuel Benítez, evitaba reconocerlo públicamente. Dorado ideó una promoción revolucionaria, con la figura del "Comandante" como símbolo de una supuesta cruzada por devolver el toreo al pueblo. Su impacto fue inmediato y logró que el joven tomara la alternativa un Domingo de Resurrección en Sevilla, algo impensable hasta entonces.
Pero su lista de toreros representados fue mucho más extensa: llevó las carreras de José María Manzanares, Rafael de Paula, José Luis Parada, Curro Durán, Javier Conde, José Luis Moreno, Chamaco y hasta Julio Benítez "El Cordobés", cerrando el círculo con la segunda generación de la saga. También probó suerte como productor de espectáculos teatrales vinculados al toreo, como "Don Juan en los Ruedos" y "Carmen", en colaboración con Salvador Távora.
Como empresario, supo abrirse paso en un mundo dominado por grandes casas, logrando gestionar hasta una treintena de plazas en España y América. En Venezuela llegó a dirigir la feria de Valencia, en tiempos en los que el chavismo empezaba a moldear la política del país, algo que no le impidió estrechar lazos con el sector taurino local. En España, elevó la categoría de la Goyesca de Antequera y modernizó la gestión de los cosos que administró, implementando incluso palcos VIP con sistemas de refrigeración por vapor, una innovación inédita hasta ese momento.
En sus últimos años, apartado de la primera línea empresarial, seguía soñando con volver a los ruedos, al menos desde el despacho. Decía que la tauromaquia necesitaba recuperar la pasión y la emoción de su tiempo. Hoy, su figura queda como la de un taurino inclasificable, bohemio y astuto, que supo jugar sus cartas para llegar a lo más alto.