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Madrid rugió con el toreo de Juan de Castilla

Aunque los tres toreros dieron una vuelta al ruedo, el colombiano volvió a dejar su sello de torero importante
Madrid rugió con el toreo de Juan de Castilla
Madrid rugió con el toreo de Juan de CastillaAlfredo ArévaloPlaza 1
La Razón

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El cartel de este domingo en Madrid era de San Isidro, de tarde importante, pero sin el apellido de la feria faltó el público. Tres toreros de verdad desnuda y de apuesta. Por eso no se lo pensó el burgalés para irse a la puerta de chiqueros para recibir al primero con una larga cambiada de rodillas, tras la que se hundió en varias verónicas tuvieron el sello de ese toreo bueno de Morenito y que a la postre, fue lo mejor de su faena, pues escasearon las fuerzas del toro, que además se movió sin ritmo y se venció por dentro después, desluciendo una faena con mejor propuesta que solución. Pero supo recoger al suelto cuarto, que se movió con alegría y calidad en una primera serie en redondo en el tercio. Sin embargo, una vez fijado el toro, comenzó a pasar rebrincado y deslucido. Si no se quedó corto fue porque el torero tiró de él con poder hasta el final, sin perder nunca las formas y esa propuesta de muletazo sincero, ofreciendo el muslo. Insistió Jesús hasta arrancar varios muletazos sueltos de desgarrada verdad y trazo sutil, hasta que del toro no quedó nada. El espadazo hizo que salieran los pañuelos, pero el presidente se guardó el suyo..
A Espada no se le notó que venía con los puntos de la grave cornada de hace diez días en el campo (pasó a la enfermería a hacerse revisar tras la muerte del segundo) y clavó las zapatillas para dejar dos naturales soberbios al segundo, pero fue con la derecha con la que, tras una serie enfibrada dijo «aquí mando yo». El de Valdefresno obedeció con codicia, pidiendo los medios, y el madrileño respondió con una buena serie de naturales bajos y recios. Sin embargo, faltó un punto de pausa y temple que le diera armonía a todo. Al regresar de la enfermería se encontró con un viento que molestó la segunda parte de la corrida y con un quinto que topó más que embistió. Francisco José insistió, quiso, pero poco hubo de dónde rascar una embestida completa.
Ilusionó la calidad que mostró el tercero de salida, aunque perdió las manos y evitó que Juan de Castilla se estirara a la verónica. Él ya había soltado los brazos en un buen quite por gaoneras al segundo, pero quiso mostrar sus ganas al plantarse en los medios de rodillas para citar al toro en la distancia y torear por naturales recios. Mejores fueron los siguientes, ya de pie, encajado y poderoso, pero al ver que el toro comenzó a defenderse, Juan apuró más de lo debido y se mostró un tanto amontonado y deseoso. Mejor estuvo por derechazos en una serie rotunda y mandona, tanto que afligió al manso que huyó a los chiqueros y todo se desvaneció. Lo importante vino en el sexto, un toro que le dio seriedad a todo por cómo embistió, entregado y por abajo. Arrolló en banderillas a Oscar Castellanos y a Raúl Cervantes sin consecuencias, pero creo esa tensión que Madrid agradece. Por eso, Juan, ahora más asentado y preclaro, se fue a los medios y con la muleta puesta por delante, Rincón en el recuerdo, Madrid rugió con dos series soberbias de derechazos, todas por abajo, sin importar el viento, encajadas, y repletas de entrega, la del torero, la del toro y la del público con ambos. El reposo y las pausas le dieron mayor dimensión a todo, también en otra tanda más por naturales. Pero el toro se rajó y no tuvo ni una embestida más. Una pena. Era de premio gordo, de triunfo importante, pero se fastidió todo.
Domingo 23 de junio de 2024. Plaza de toros de Las Ventas, Madrid.
Se lidiaron toros de Valdefresno,
Morenito de Aranda, de negro y oro, dos pinchazos, estocada caída, aviso y cuatro descabellos (silencio); y aviso y estocada (vuelta).
Francisco José Espada, de azul marino y oro, estocada corta (vuelta); y cuatro pinchazos, aviso y estocada (silencio).
Juan de Castilla, de blanco y oro, delantera, aviso (silencio); y dos pinchazos y estocada (vuelta).